Reconocido o clandestino

En el día de ayer el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación reconoció, por primera vez a lxs Trabajadorxs Sexuales como tal. Tras haber creado el Registro Nacional de Trabajadorxs de la Economía Popular (ReNaTEP), el formulario contemplaba al trabajo sexual como ocupación. Sin embargo, y lamentablemente, la alegría duró poco. Algunas horas después, el ministro Daniel Arroyo anunciaba desde su twitter que habían dado de baja el formulario.

Año tras año, día tras día, lxs trabajadorxs sexuales siguen la lucha por su reconocimiento. Otro clóset que tiene que arder. Porque el reconocimiento del trabajo sexual como tal, no sólo apunta al acceso de derechos laborales (como los que tiene gran parte de lxs trabajadorxs), o sea, tener aportes, obra social, jubilación, etc. Sino que la lucha además va en contra de la clandestinidad y el estigma.

La ecuación es sencilla, el trabajo sexual va a seguir existiendo. Así como cuando decimos que el aborto, le guste a quien le guste, seguirá existiendo. El problema es el mismo: clandestino o no clandestino. El resultado, entonces, será el mismo: sin el reconocimiento, el trabajo sexual seguirá en la clandestinidad. ¿Por qué quienes militan la supuesta abolición del trabajo sexual, por considerarlo degradante o patriarcal, sostienen este tipo de políticas y se embanderan con reivindicaciones tan anti-obreras que vulneran los derechos de quienes trabajan? Qué contradicción, ¿no? Tal es la contradicción que quedan al lado de Gustavo Vera, un personaje bien repudiable. Tal es la contradicción que ¿están de acuerdo a que varones decidan no reconocer el trabajo sexual? Sin el diálogo y sin consideración de la lucha feminista de lxs trabajadorxs sexuales, sin escuchar a lxs protagonistas. En fin, la hipocresía, como diría el meme, muy certero en este caso.

Los tiempos de pandemia, hicieron visible la inmensa desigualdad que genera el capitalismo, poniéndolo inevitablemente a la luz de nuestros ojos. A los colectivos a los que históricamente le fueron negados sus derechos, afrontar la pandemia se hace mucho más difícil. Ante esto algunxs se organizaron para ayudar a sus compañerxs, garantizarles la comida, la salud, el afecto. Las campañas de recaudación que llevaron adelante las distintas organizaciones y sindicatos de trabajadorxs sexuales a lo largo y ancho del país es admirable y conmovedor. Debería interpelar y sensibilizar a quienes únicamente hostigan a lxs trabajadorxs, y que por cierto tendrán la panza llena, abrigo y un techo.

El episodio, que duró tan sólo algunas horas, viene a hacer eco de lo que hace tiempo es inevitable, de lo que hace tiempo nos impide mirar para otro lado: la necesidad de reconocer el trabajo sexual. La militancia y las voces de lxs trabajadorxs sexuales en busca de sus derechos aturde, se hace ineludible. En cada espacio feminista, en cada espacio laboral, en cada militancia social en busca de un paso más justo encontraremos sus palabras, sus reivindicaciones, y sobre todo su solidaridad de clase. ¿Alguna vez vieron a unx trabajadorx sexual militar en contra del trabajo de alguien?

La lucha feminista crece y avanza en muchos sentidos, por eso tenemos Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, por ejemplo, dicho sea de paso, todavía no se posicionó. La reivindicación por el trabajo sexual, por ende, también contempla muchos sentidos, y es urgente que la sociedad lo reconozca, porque hay que vencer el estigma, la violencia y la falsa moral con la que se envuelve toda actividad sexual.

Repetirlo cuantas veces sea necesario: el trabajo sexual es trabajo. Podemos elegir por pelear para que sea reconocido o destinarlo a la clandestinidad. Muchas luchas feministas parecen inalcanzables, pero la historia nos demuestra que no hay imposibles, y seguramente más temprano que tarde esta será otra victoria.

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Licenciada en Comunicación Social, Universidad Nacional de Córdoba. Redactora en Enfant Terrible y autora de numerosos artículos publicados en distintos medios.

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