Hoy falleció a los 75 años el sindicalista José Pedraza, autor intelectual y jefe de la patota que en 2010 terminó con la vida Mariano Ferreyra. El ex dirigente ferroviario nacido en Córdoba pasó por todas las etapas del sindicalismo peronista terminó sus días en prisión domiciliaria sin pagar del todo la larga lista de traiciones que caracterizaron su vida. 

De izquierda a derecha

José Angel Pedraza nació en 1943 en la localidad cordobesa de Dean Funes 
junto a siete hermanos en el seno de una pobre familia de ferroviarios. Contaba 16 años al momento de ingresar como trabajador en el Ferrocarril Belgrano. En sus inicios políticos militó en las filas del Partido Socialista, aunque al llegar la década del 60 se incorpora a agrupaciones de base sindicalistas en las filas del peronismo, tras un brevísimo paso por el trotskista PST de Moreno y Coral.

"Nosotros le enseñamos bien, pero este aprendió todo mal" señalaba el histórico militante socialista Alfredo Bravo.

A finales de la década, la división de la CGT y el dialoguismo del sector de Augusto "Lobo" Vandor con la dictadura de Onganía, lo llevan a  incorporarse a la CGT de los Argentinos llegando a participar del Cordobazo, codo a codo con las figuras más importantes del sindicalismo combativo de la época.

Pedraza integró esa militancia de orientación izquierdista que hablaba de"burocracia sindical" para referirse al vandorismo, que reivindicaba el programa de La Falda y Huerta Grande y debatía frontalmente con socialistas y comunistas la importancia de enfrentar juntos al onganiato, sin abandonar la bandera por el regreso de Perón y la patria liberada -que no socialista-.

Durante los años de la dictadura militar de 1976 participa de la "Comisión de los 25", un grupo heterodoxo y no guerrillero de peronistas que impulsa la creación de la CGT Brasil, aquella central obrera que protagonizaría en 1979 la primera huelga general contra la dictadura.

La democracia y los negocios millonarios

Es en la experiencia de la CGT Brasil donde Pedraza refuerza sus vínculos con quienes le permitirán veinte años más tarde, acceder a la gerencia estatal de Ferrocarriles Argentinos, habilitar la privatización del sistema ferroviaro en argentina de la mano del menemismo, ser el artífice de las grandes tercerizaciones laborales en el área del transporte, y estafar más de 34 millones de pesos a los trabajadores del ferrocarril a través de su obra social, entre otras cosas. 

Saúl Ubaldini, Antonio Cafiero, Jose Manuel de la Sota y Carlos Menem entre otros, impulsan junto a Pedraza la "Renovación Peronista" en el PJ  oponiéndose al ortodoxo Herminio Iglesias (célebre por quemar un ataúd con las siglas de la UCR, y perder las elecciones contra Alfonsín en 1983).
En 1985 Pedraza gana las elecciones de la Unión Ferroviaria y junto con otros gremios impulsan los 13 paros nacionales contra el hiperinflacionario gobierno alfonsinista.

Aunque los peronistas ortodoxos llegaron a perseguir literalmente a tiros a los renovadores, finalmente éstos triunfan y colocan a Menem en la presidencia en 1989.  Con un renovador en la presidencia, y otro en el gobierno de la provincia de Buenos Aires, se formaliza el paso del ya veterano sindicalista del campo de los trabajadores al campo de los empresarios. 

Estafas, privatizaciones, y tercerización

"Apoyé las privatizaciones como lo hizo todo el peronismo, y también los medios de comunicación" declaraba desafiante en una entrevista concedida a La Nación en 2006. Para ese entonces Pedraza ya se había consolidado como un peso pesado del sindicalismo.

Con el menemato Pedraza accedió a la gerencia de Ferrocarriles Argentinos y colocó a familiares y testaferros al frente de los directorios de las nuevas empresas, estafó miles de millones a través de la obra social de los trabajadores del ferrocarril, a los que obligaba a pagar por adelantado su sepelio con un porcentaje de sus sueldos. Se hizo con la concesión de la empresa Belgrano Cargas cuyos ramales llegan a Chile y Bolivia y colocó a su esposa Graciela Coria como directora.

Firmó un acuerdo con el Banco Mundial para financiar los "retiros voluntarios", es decir los despidos encubiertos y obligatorios. "De los 114 mil ferroviarios que había en 1990, hoy quedamos 14 mil y una red devastada" declaraba Norberto Rosendo de la Asociacion Salvemos al Tren. 

Así fue confeccionando una larga lista de traiciones, entregas y miserias que le generaron millones, avalado y respaldado gobiernos y gobernadores de todo color político, pero sobre todo del color del dólar.

En 2010 un grupo de tercerizados del ferrocarril quieren que se los reconozca como trabajadores de pleno derecho. Exigen la reincorporación de algunos despedidos, el pase a planta permanente, obra social, salario y mejores condiciones laborales.

Se organizan, discuten en asamblea e inician protestas, cortes de calle, volanteos y pronto reciben el apoyo de la izquierda trotskista y del Partido Obrero, que denuncia el vínculo del empresario Pedraza con el gobierno kirchnerista. 

Un 20 de Octubre los trabajadores tercerizados, acompañados de militantes del PO, entre los que se destacaba por su juventud y convicción Mariano Ferreyra de 23 años, deciden cortar las vías del Ferrocarril Roca en la estación de Avellaneda. 

Pedraza, hizo uso de una maniobra típica de la burocracia sindical a la que se dedicó a denunciar y a combatir 40 años atrás: organizó una patota para reventar la organización de los tercerizados. Escoltados por la Federal, un grupo de barrabravas y delincuentes comunes contratados atacaron con piedras, botellas y balas de plomo mientras los tercerizados desconcentraban y se retiraban de las vías, hiriendo de muerte a Ferreyra y muy gravemente a otros 3 militantes.

 Él mató a Mariano Ferreyra

Mariano Ferreyra le puso el pecho a las balas de la burocracia sindical hasta las consecuencias últimas y fatales que terminaron con su vida aquella mañana de primavera. Enfrentó con una lucidez que con frecuencia escasea, la larga lista de traiciones y dobleces que encarnaba José Pedraza para los intereses de las clases trabajadoras y populares en Argentina. 

Hoy no se ha ido un adversario político del que se puedan dar testimonios de coherencia y rectitud aún cuando no se comparten ideas ni proyectos. Se fue un traidor, cómplice de las miserias que aún hoy arrastramos como pueblo y así debe ser recordado.