Las dictaduras y el origen del narco-Estado

Cuando se dice que la última dictadura hizo más daño del que se toma dimensión, también se incluye el desembarco del narco negocio en nuestro país. En abril del '78 Massera en persona fue a recibir un cargamento de cocaína al Puerto de Rosario, junto a los militares bolivianos, que luego se encargaría de instalar una “narco dictadura” en el país hermano. La DEA y la CIA en lo que no es una película de Netflix de “narcos”, sino una parte de nuestra historia.

Con la ciudad de Rosario vigilada por cientos de efectivos de Gendarmería Nacional, el narcotráfico es un problema que hoy, tal vez más que nunca, circula de boca en boca, incluso más allá de aquellos barrios que lo padecen. El narco se metió incluso en la campaña electoral y promete ser eje central de la discusión política este 2023. En este marco, se vuelve necesario hablar de su historia.

En principio, el narcotráfico no puede pensarse disociado de su relación (simbiótica y al tiempo antagónica) con el Estado. Por otro lado hay que entenderlo como lo que es: un negocio, no como un artilugio oscuro de unos cuantos, ni mucho menos como responsabilidad única de quienes consumen. El narcotráfico se inserta en la estructura económica, social de los pueblos a partir de fagocitar desde dentro y desde fuera el aparato estatal ¿Pero, en qué momento comienza a tejerse esta estructura? ¿Cómo y cuándo se inserta?

“La hermana” narco-dictadura boliviana

Cuando se dice que la dictadura iniciada en el 76' hizo más daño del que se toma dimensión, eso también incluye al narco negocio. Desde la política económica que implementó el ministro de Economía de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, con la “libertad de comercio exterior y la libertad de exportación y de importación”, a la puerta de entrada que fue el recibimiento de uno de los primeros cargamentos de cocaína llegados a nuestras costas.

Un 24 de abril de 1978, sucedería lo que el diputado provincial y periodista Carlos del Frade, denominó “el origen del poder narco en Santa Fe”, al que caracteriza “desde su origen" como "paraestatal”. Ese día, uno de los represores de la cúpula de la junta militar, el almirante Emilio Massera, se hizo presente en el Puerto de Rosario para recibir 200kg de cocaína provenientes de Bolivia, con la comercialización de azúcar como cortina.

Junto a Massera estaban altos mandos de la cúpula militar de Bolivia, el general Luis García Meza y coronel Luis Arce Gómez, los mismos que darían un nuevo golpe de Estado en ese país, el 17 de julio de 1980. Este rejunte no era casual, ya que además de la implementación de las recetas del liberalismo económico, la represión clandestina y los delitos de lesa humanidad, la dictadura boliviana se caracterizó por ser una “narco-dictadura” y establecer el “primer narco-Estado”.

Junto al generalato boliviano y argentino, se encontraba Roberto Suárez Gómez, empresario ganadero y principal financista el golpe de 1980 en Bolivia, quien años mas tarde sería conocido como «El Rey de la Cocaína» por ser proveedor de Pablo Emilio Escobar.

En principio, la coordinación entre las dictaduras de ambos países había sido establecida entre Jorge Rafael Videla y el primer gobierno de facto de Hugo Bánzer que regió entre 1971-1978, siendo responsable del apogeo del narcotráfico en Bolivia que luego profundizarían García Meza y Arce Gómez.

¡Libertad, libertad, libertad!

El plan de instalar rutas y coodinar el negocio fue confirmado por Gustavo Bueno, quien entonces era integrante del Servicio de Informaciones del Ejército Argentino, dependiente del segundo jefe del Destacamento de Inteligencia 121, el entonces teniente coronel Oscar Pascual Guerrieri. La confesión fue realizada ante Otmar Paulucci, presidente del Tribunal Oral Federal Nº 1 de Rosario, en la ciudad de Belem, estado de Pará, en la República Federativa de Brasil, el lunes 30 de noviembre de 2009.

“Sí, Guerrieri estaba vinculado al tráfico de cocaína. Estaba vinculado a Arce Gómez y García Meza. Había una interna en la época de elección de Galtieri, que desplazó a Viola. Había plata que trajeron de los cocacoleros de Bolivia. Tenía que liberar el norte de Argentina”, explicita la declaración del ex servicio.

Puntualmente, la referencia que hace sobre el norte argentino, tiene que ver con la liberación de las provincias como Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos, para la circulación distribución del negocio que ingresaba por tierra por la Ruta Nacional 34 desde Salta.

Cabe remarcar que el término “liberación” no es casual, y de hecho, todavía se utiliza para hacer referencia a las “zonas liberadas” por el Estado, barrios o rutas donde no hay un control intencional por parte de la Policía, la principal institución que sostiene la narco estructura.

Atendiendo esta base, es entendible que tampoco sean causales los términos utilizados por Martínez de Hoz, en su balance del plan económico transmitido por Cadena Nacional. Aquí, una de las palabras que más se repiten es “libertad”, como parte de “los 12 puntos” de la reforma financiera que implementó la dictadura, y en ella, la “libertad de comercio exterior y la libertad de exportación y de importación”, un punto muy importante en relación al narcotráfico, ya que el punto neurálgico del comercio exterior se encuentra en Rosario, hoy con los puertos privatizados sobre el Río Paraná.

La DEA, la CIA y el Plan Cóndor

La Administración de Control de Drogas -más conocida como DEA por sus siglas en inglés- fue otro componente importante en la coordinación, distribución y manejo del narco negocio en América Latina. Creada por el presidente estadounidense Richard Nixxon, el año de su fundación es 1973, es decir, dentro de la década en que comienza a implementarse el Plan Cóndor, aunque fuera casualidad, como dijo el Che Guevara, “no se puede confiar en el imperialismo ni tantito así, nada”.

Hacia 1978 -año en que Massera recibe el cargamento junto a los militares bolivianos-, quien fuera un integrante de la DEA desde los años de su fundación, Michael Levine, fue enviado a Argentina como agente. A raíz de su experiencia en plena dictadura, en 1993 publicó el libro “La gran mentira blanca”, donde explica el apoyo de los militares argentinos al golpe en Bolivia, que tenía de fondo el negocio de la cocaína con el financiamiento de Roberto Suárez («El Rey de la Cocaína» ).

En el mismo libro, Livene también explica que la complicidad de los militares argentinos tenía asiento en la misma Agencia Central de Inteligencia estadounidense -CIA por sus siglas en inglés- quienes enviaban recursos y financiamiento para apoyar a los narcotraficantes -y al más importante del Siglo XX- implementando el terrorismo de Estado en Argentina y Bolivia.

“Imagina que siendo un agente trabajando de tumbar traficantes, teniendo la oportunidad de tumbar al más grande del mundo, doy con la CIA protegiéndolo, y no sólo eso, sino alentándolo a tumbar el gobierno boliviano”, escribe Levine.

Es decir, que la fundación de la DEA, símbolo de la lucha contra el narcotráfico, en realidad funcionó como pantalla por parte de Estados Unidos para obtener mayor control sobre los países de América Latina en el marco del Plan Cóndor, más del que tenía con la CIA.

A 47 años del golpe, los vestigios de la dictadura todavía abren heridas que no sanan, no sólo a partir de los planes económicos vigentes con injerencia de las bancas financieras internacionales, el deterioro de los derechos laborales, educativos y sanitarios del pueblo y la instalada represión dentro de las Fuerzas, sino también en la complicidad de las instituciones del Estado en sostener un negocio que se alimenta de este escenario crítico. Por esto, la verdadera pelea contra el narcotráfico está abrazada a la garantía del complimiento de las consignas y banderas históricas, para que de una vez por todas “Nunca Más” gobierne el genocidio que también se aplica -sobre todo- en los barrios populares mediante el narco negocio.

Fuentes:
El origen del poder narco en Santa Fe
“La CIA le pagaba a los militares para apoyar a nacotraficantes”

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