Longobardi: Apología a la dictadura

El periodista Marcelo Longobardi dijo al aire de Radio Mitre que hay "que formatear a la Argentina de un modo más autoritario para manejar este descalabro" al referirse a los niveles de pobreza en el país. Estos dichos, aunque inaceptables, son cada vez más recurrentes en los medios masivos de comunicación. La libertad de expresión y de prensa no puede ser apología subrepticia de la dictadura.

Entremedio del pase su programa radial y el de Jorge Lanata, los periodistas conversaron sobre la polémica entre el gobierno nacional y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por las clases presenciales, Marcelo Longobardi aprovechó el espacio para hacer apología a regímenes autoritarios ante la supuesta falta de funcionamiento de nuestra democracia. "La democracia no es para cualquier país. La democracia requiere de estándares de bienestar económico, de igualdad económica, de oportunidades, de estabilidad y de falta de griterío", dijo.

Ante los dichos del periodista, la legisladora del Frente de Todos, Victoria Montenegro, quien además preside la  Comisión de Derechos Humanos en la Legislatura porteña, presentó una denuncia ante la Defensoría del Pueblo. Montenegro expresó: "Cómo puede ser que quienes tienen responsabilidad comunicacional puedan plantear que hay que volver a tiempos autoritarios", y además destacó que fueron, justamente los gobiernos de la dictadura los que generaron las consecuencias de la pobreza estructural en el país. La legisladora manifestó que: "Longobardi usa a la pobreza estructural como una mera excusa y lo que se busca desde estos medios es horadar a la democracia y preparar el terreno para posibles golpes blandos".

Sin embargo, estos dichos que ponen en duda la credibilidad de las democracias parecen tornarse cada vez más legítimos para expresarlos en los medios masivos de comunicación. Recordemos que el año pasado, Eduardo Duhalde dijo en un programa de televisión que en Argentina no habría elecciones y que estábamos ante un posible quiebre institucional. Luego de semejantes declaraciones, el ex presidente, tuvo que disculparse públicamente y decir que sus declaraciones eran producto de padercer algo así como un "brote psicótico". Después de la denuncia a cargo de la legisladora Victoria Montenegro, el periodista Longobardi dijo que su modo inapropiado de hablar lo llevaron a plantear ese "error" y "malentendido". “Nunca me pasó que por un malentendido o porque me expresé mal usando unas palabras que no definían lo que quería decir aparecí defendiendo algo que me he empecinado en combatir, en denunciar o por lo menos en advertir, que son los riesgos que presenta la deriva autoritaria y autocrática en el mundo y en Argentina”, proclamó esta mañana en Radio Mitre. ¿Con qué intenciones pueden decir semejantes cosas y luego atribuirlo a malos entendidos? ¿Cuáles son los intereses que defienden estos personajes que la democracia se les presenta como un estorbo? ¿Son equivocaciones o estamos ante un momento en el que hacer apología a gobiernos dictatoriales y autoritarios puede parecer viable?

América Latina ha sido, históricamente, escenario de operaciones antidemocráticas, autoritarias y dictatoriales que el siglo pasado tanta sangre derramaron. Los planes económicos impuestos por los países imperialistas y colonialistas siempre fueron objetivos para la región latinoamericana. Al menos durante los últimos cinco años, las maniobras del lawfaer, o de los golpes blandos, fueron utilizados para desplazar gobiernos elegidos democráticamente por sus ciudadanos. Las elites de los poderes políticos, económicos, financieros y mediáticos vuelven a volcar sus fuerzas para imponer sus prioridades e intereses. Países como Brasil, Ecuador, y el intento más burdo- finalmente fallido- de Bolivia, fueron víctimas de estas maniobras sumamente repudiables.

Como si, la pobreza extrema y las brechas de desigualdad económica no fueran producto de los modelos económicos que estos grupos quieren instaurar. En Argentina, previo a la última dictadura cívico-eclesiástico-militar, la pobreza era del 4% y al finalizar fue de 21%; la deuda externa era de 7.800 millones de dólares y terminó con una deuda de 45.100 millones de dólares; el desempleo creció del 2,3% al 9%; la inflación  fue del 200% anual hasta 1982. Es decir, ni siquiera en datos concretos se sostienen estos argumentos que intentan socavar, aunque sea lentamente, con los gobiernos democráticos de América del Sur.

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