Vicentín: una historia de expropiaciones y terrorismo de estado

La expropiación de Vicentín está en el ojo del huracán mediático tras declararse al borde de la quiebra por una deuda de cien millones de pesos. Fuga de capitales, maniobras ilegales y lobby sojero son parte de la tradición de una empresa que se benefició de jugosos créditos durante gobierno de Macri, como se benefició del proyecto económico de la dictadura militar. Efrén Venturini, ex delegado de la empresa recuerda que él y otros 21 trabajadores fueron secuestrados por la dictadura en la planta en la que trabajaban en 1976 por orden de la patronal

Tras la firma del decreto presidencial para la expropiación de la empresa agroexportadora Vicentín se desató la tormenta mediática. Claman en todos los medios los voceros oficiales de la derecha sojera. Denuncian los visos bolivarianos de una medida que asumen autoritaria y hasta comunista, a pesar de ser una facultad del Poder Ejecutivo respaldada por la Constitución Nacional. Ignoran adrede las estatizaciones de Lufthansa, Renault o Air France entre otras, impulsadas por los gobiernos europeos. Allí en cambio hablan de rescates.

¿Qué es Vicentín?

Más allá del relato mediático hegemónico, lo cierto es que la empresa agroexportadora de aceite de soja mas grande del mundo tiene una historia casi centenaria. Fue en 1929 cuando los hermanos Máximo, Pedro y Roberto Vicentín se instalaron en la localidad de Reconquista en la provincia de Santa Fe, provenientes de la ciudad de Friuli al norte de Italia.

La zona estaba habitada por pueblos originarios Matacos, Qom y Mocovíes que habían sido perseguidos y diezmados por el general Manuel Obligado desde el otro lado del Río Paraná durante los últimos años del siglo XIX, y fueron posteriormente reducidos a la servidumbre en ingenios textiles y azucareros y agrícolas como Vicentín.


En medio de la polémica por la expropiación, Daniel Vicentín publicó recientemente en Infobae una solicitada donde explica que "Vicentin, la municipalidad y la iglesia católica son pilares casi indisolubles de Avellaneda". Así es como el colegio secundario lleva el nombre de Máximo Vicentín, al igual que el cine-teatro local.

Vínculos con el terrorismo de estado

Con el correr de los años, el pequeño emprendimiento familiar se convirtió en un conglomerado de empresas que se ramificaba por múltiples rubros del sector agroindustrial. La carne, la exportación de granos y la producción masiva de soja y sus derivados, consolidaron un negocio que a principios de los años '70 ya se encontraba entre las seis principales empresas del sector a nivel regional.

Fue entonces cuando una agrupación combativa de obreros fue elegida como cuerpo de delegados del poderoso Sindicato de Aceiteros, arrebatándole la conducción a la burocracia pistolera y vandorista de las 62 Organizaciones. Entonces comenzó la persecución. Efrén Venturini fue uno de esos delegados y recuerda que "la policía de civil nos espiaba, nos seguían por las calles y nos infiltraban. Vicentín hacia inteligencia, había mucha persecución".

El 30 de enero de 1976 -dos meses antes de la declaración formal del golpe de estado- fueron secuestrados en la planta de Vicentín veintidós trabajadores pertenecientes a la lista opositora a la burocracia sindical. Catorce de ellos pertenecían al cuerpo de delegados que exigía a la patronal mejores condiciones salariales y laborales. Efrén recuerda:

"Esa detención vino de adentro de la fábrica, nos llevaron a la Jefatura de Reconquista, de ahí a la Brigada Aérea y esa noche, junto con otras 40 personas -hombres y mujeres- nos metieron a patadas y bastonazos en un colectivo que, previa parada en la comisaría de San Justo, nos dejó en la GIR (Guardia de Infantería Reforzada) de Santa Fe, nos golpearon mucho, estuvimos 15 días desaparecidos"


A Efrén la tortura en la ex Policía Caminera lo dejó muy lastimado. Permaneció tres o cuatro días tirado hasta recuperarse. Pero siguió padeciendo torturas, y simulacros de fusilamiento. Tras ser liberado, la empresa que había orquestado su secuestro lo despidió por no presentarse a trabajar.

Por esos y otros delitos de lesa humanidad están imputados ocho genocidas, entre ellos el abogado Jorge Humberto Appiani, ex defensor de los represores Emilio Massera, Guillermo Suárez Mason y del criminal de guerra nazi Erich Priebke. Muchos de los detenidos de Vicentín continúan desaparecidos.

El romance neoliberal

Durante los primeros años de la democracia y en los albores del menemato Vicentín diversificó sus inversiones. El emporio agroexportador además de cereales y aceite de soja, invirtió en fábricas textiles y algodoneras en Chaco y Santiago del Estero, vitivinícolas en Mendoza y San Juan, y varios frigoríficos cárnicos en Santa Fe.

El revaival de menemismo que fueron los cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, volvió a diversificar aún más la producción de la cerealera vinculando su producción a un negocio en el que el Grupo Macri tiene participación directa, el biodiesel.

No resulta entonces descabellado considerar que fue en atención a ese acuerdo comercial que el titular del Banco Central durante la gestión anterior Javier González Fraga, le otorgara a Vicentín un préstamo de casi diecinueve mil millones de pesos que sabía que no iban a volver. Por ello podrían ser llamados a indagatoria Fraga, Macri y miembros del directorio de la empresa a pedido de la Unidad de Información Fiscal.

Además Vicentín produce un insumo fundamental para la estructura económica agroexportadora, los agrotóxicos. Ese veneno que fumiga los campos y permite la consolidación del modelo de monocultivo, sojización y despojo territorial, en pos de la articulación de Argentina en el mercado mundial.

Así las cosas, con más de 90 años de historia, este holding empresarial se convirtió en un eje central de la economía nacional hasta concentrar el 80% de las exportaciones del país, y figura entre las 10 primeras empresas mundiales del agronegocio. Resulta inevitable pensar que de ahí surge la fobia de la oligarquía local a la inexorable expropiación de la gallina de los huevos de soja, bajo control estatal.

Periodista y fotógrafo. Edito, escribo y leo. No siempre en ese orden.

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