El símbolo de la privatización, la traición política y la impunidad murió ayer en la clínica Los Arcos de Ciudad de Buenos Aires. Su muerte retrotrae la mirada al cierre de fábricas, el indulto para los milicos, el catastrófico 1 a 1 entre otros desastres característicos del "menemato" y sin embargo, arroja los ecos de una época que forjó nuestro presente político. El dos -y casi tres- veces presidente fue enterrado ayer en una ceremonia fría y desangelada
Carlos Menem murió a los 90 años. Su fallecimiento era un hecho esperable, ya que permanecía internado y en coma inducido desde hacía dos meses en la Clínica Los Arcos de la Ciudad de Buenos Aires. La periodista Melisa Molina de Página/12 relata en su crónica de las exequias que "un puñado de personas, no más de cien, hacían fila para entrar a despedir sus restos". A la escasa comitiva se sumaron dirigentes de todo el arco político oficialista y opositor, incluido el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner que permanecieron 15 minutos en el Salón Azul del Senado de la Nación.
A su muerte ha sobrevenido una avalancha de análisis obligados. Pensar a Menem como figura - exégeta del neoliberalismo criollo- y como tiempo -el menemismo hecho sociedad- es reconocer que en ambos planos no sólo "Menem lo hizo": fue y es el producto de una época y una sociedad toda.
Menemismo y antimenemismo, neoliberalismo y resistencia son las dos caras de un peso que supo ser dólar. No se puede desconocer que sus dos -y casi tres- gobiernos fueron electos democráticamente y con holgado respaldo popular, hechos que retratan a la Argentina de esos años y más especialmente a una parte de nuestra sociedad que todavía hoy, y a pesar de todo, fue a despedirlo con lágrimas en los ojos.
Héroe para algunos nostálgicos de la pizza con champán que abrevan en los márgenes de la clase media (ese producto acabadísimo y genuino de los años del menemato). Tirano para las grandes mayorías, víctimas del vaciamiento parafraseando a la Hermética noventera.
El gran des-industrializador que acabó con éxito, sin perder la sonrisa siliconada, el trabajo comenzado por la última dictadura cívico militar: destruir, despojar, empobrecer, privatizar, entregar, desguazar el país. En el mismo acto y con la misma intención firmó el indulto a la Junta Militar y se abrazó con la personificación del antiperonismo: el almirante Isaac Rojas.
En alguna columna leí que la traición (?), reorientación (?) de su política estuvo ligada simbólicamente a sus patillas de caudillo federal: una vez llegado al poder en 1989, abandonó el leitmotiv de la resistencia peronista y la remembranza de la figura de Facundo Quiroga, para adoptar la indumentaria fina y las maneras grasas con pretensiones aristocráticas del entregador vendepatria que -quizás- siempre fue.
Quedan en la retina colectiva del menemismo los ostentosos ferraris, las modelos, el tráfico de armas, los atentados y las explosiones, las innumerables y desgarradoras privatizaciones con Memphis la Blusera y Los Caballeros de la Quema como música de fondo para una generación que vivió buscando Pizza, Birra y Faso, mientras unos pocos celebraban la gran fiesta para muy pocos invitados.
A 24 días del operativo policial que terminó con la vida del trabajador, Guillermo Bustamante, en una estación de servicio de Villa Páez, el fiscal de la causa, Guillermo González, modificó la calificación legal de los cinco uniformados que estaban detenidos y ordenó la inmediata liberación
Hoy, la Agencia Nacional de Noticias del Estado (Télam), cumple 80 años. Nacida en 1945 como agencia estatal de noticias, hoy enfrenta el desafío de defender el derecho del acceso a la información, en medio del intento de cierre impulsado por el Gobierno Nacional.
El pasado sábado murió en prisión, Pedro Vergez, condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. El mismo se jactaba de haber creado el centro clandestino de exterminio "La Perla".
El aguante
Bancá el periodismo de base, cooperativo y autogestivo
Para hacer lo que hacemos, necesitamos gente como vos.