Salud mental y gatillo fácil: trayectorias afectivas para sensibilizar-nos

Las caminantes que nutren la Marcha Contra el Gatillo Fácil parecen imparables. La calle es “la única opción que nos queda” planteó Gabriela Sanso a Enfant Terrible poco antes de tomar el micrófono para gritar el nombre de su hijo, asesinado por la policía de Córdoba. Un acto político y colectivo. Es, al decir de Marina Chena, “el pasaje a lo público de esos asesinatos, o sea, la posibilidad de desprivatizarlos, coloca esa muerte también en cierta construcción de comunidad”.
Foto: Juan Cristian Castro para Enfant Terrible. Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. 26.08.22.

Desplegando su fuerza de doñas, gritando al cielo nombres vivos de difuntos, las caminantes que nutren la Marcha Contra el Gatillo Fácil parecen imparables. ¿Cuánto nos preguntamos sobre esos sentires?¿Qué es por dentro y a la vez por fuera, ser familiar de víctima de gatillo fácil? Deberíamos, si pudiéramos ¿entenderlo? escuchar al menos.

Se trata -también- de la responsabilidad que el Estado debe asumir, como pasó con la última dictadura militar, porque después de un asesinato no hay vuelta atrás. Pero ¿qué políticas públicas existen para resarcir a las familiares de víctimas?¿Qué tanto el Estado se hace eco de estas situaciones que provoca a partir de sus dispositivos?

Una posible propuesta para pensar estas preguntas es la salud mental. Un campo en disputa que integra perspectivas que van más allá del discurso de la "resiliencia" o la "superación", que son al fin y al cabo, miradas individualizantes a propósito de un problema colectivo en nuestro país. Pensar la salud mental vinculada a la disputa por vivir dignamente, una vida con techo, trabajo, comida, acceso a la salud y la justicia. Cómo esta disputa genera o -no-, tristezas asfixiantes.

Un trazo que atraviesa el día a día de quienes sufren abuso policial, que siguen viviendo ese día a día después de perder a un hijo a manos del Estado. También una cotidianidad donde se despliegan herramientas contra lo adverso, para enfrentarse contra al aparato represivo con organización y en comunidad. Con bailarines, artistas, murgas, profesionales, familias. Redes.

Como dice Bader Sawaia, no es un sufrimiento individual, sino un producto social, sufrimiento ético-político que deviene por las condiciones de injusticia y desigualdad social, donde también surgen transformaciones sociales, principalmente cuando desencadena acciones colectivas .

Además, salud mental no es sin el quiénes somos, entonces ¿Quiénes son las víctimas, quiénes sufren, quiénes sienten? En la MCGF quienes toman el micrófono son la mayoría de barrios populares, padres y madres, esposas, novias, primas, amigas, hijas, vecinas.

“Esa comunidad afectiva”: acompañamientos que fortalecen

Marina Chena es Psicóloga Comunitaria. Como tal comenzó participando en instancias de acompañamiento a familiares de víctimas de gatillo fácil como el caso de Ana María Bustos, madre de Alberto Fernando "Güere" Pellico, adolescente de 18 años de B° Cortaderos, asesinado por los efectivos de la Policía de Córdoba, Lucas Gastón Chávez y Rubén Alfredo Leiva.

Según recordó Marina conversando con Enfant Terrible, a raíz de esta experiencia comenzó a integrar un equipo de acompañamiento que funcionó entre 2014 y 2018, articulando con organizaciones como el Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos y el Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos. En aquel entonces, el trabajo del equipo estaba enmarcado en el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba y tras el cambio de gestión ese equipo no continuó funcionando, “también vino el macrismo y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación no le dio la misma importancia que tenía en la anterior gestión”.

El equipo estaba conformado de manera heterogénea por más profesionales provenientes del campo de la salud mental y los derechos humanos, con experiencias en acompañamiento a testigos en juicios por delitos de lesa humanidad. “El acompañamiento que hicimos no es clínico-terapéutico” a diferencia de lo que podría pensarse de un rol tradicional, “sino que es una situación de dolor y un duelo atravesadas por circunstancias políticas”, explicó Chena.

Foto: Juan Cristian Castro para Enfant Terrible. Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. 26.08.22.

La perspectiva territorial implica situarse, como un "anclaje" sobre qué sucede en ese territorio, con quiénes, entre quiénes, así como qué pasa con el Estado y la policía como agente institucional. Entonces “el dispositivo de acompañamiento territorial era en el barrio, con la posibilidad de pensar esa muerte, ese asesinato, como algo que también afecta a lo comunitario. Cortaderos es muy pequeño y tiene tres casos. El 27 de diciembre estábamos celebrando la condena a los asesinos de Güere y el 1 de enero matan a Raúl Ledesma”.

“Era un dispositivo de acompañamiento territorial, en el barrio, con la posibilidad de pensar esa muerte, ese asesinato, como algo que también afecta a lo comunitario”.

Una vez sucedidas esas pérdidas -esas afectaciones comunitarias- el proceso de búsqueda de justicia para las familias implica otra dimensión, teniendo en cuenta que “no todas las familiares vienen de un proceso de organización y de reconocimiento del derecho al pedido de justicia. Son muertes que además no están necesariamente apoyadas públicamente; cuando la policía asesina un pibe la opinión pública generalizada tiende a culpabilizar a esa víctima, entonces es difícil para las familiares poder reivindicar ese derecho a pedir justicia”, indicó la profesional.

Además, “poder trabajar esto de las víctimas culpables, porque si fuera inocente 'está todo bien', la opinión pública acompaña los pedidos de justicia, pero si el pibe estaba choreando lo vuelve más difícil. También poder nombrarlo como un asesinato y un asesinato por un agente del Estado, mucho más grave”.

Foto: Juan Cristian Castro para Enfant Terrible. Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. 26.08.22.

Otro desafío que se presentaba en el proceso de acompañamiento, y por ende en las vivencias de las familias, tiene que ver con “el pasaje a lo público de esos asesinatos, osea, desprivatizarlos”, es decir, como algo que, así como es político, también es público: “Las puestas en escena en lo público son muy importantes, porque es la posibilidad de colocar esa muerte también en cierta construcción de comunidad”.

Por otro lado, Marina apuntó al “efecto de impunidad, que daña subjetivamente y se observa en la enorme mayoría de los casos. Hay un componente muy singular en la experiencia subjetiva del dolor, que tiene a la injusticia mediando esa experiencia”. Al mismo tiempo, “el hecho del acompañamiento de una demanda de justicia colectiva, la posibilidad de reivindicar la vida de los pibes y que no queden reducidos a la imagen de 'el que estaba choreando', fortalece y acompaña, es un gran aporte al bienestar subjetivo”.

La propuesta del acuerpamiento de Lorena Cabnal, como acción personal y colectiva surge de la indignación ante las injusticias que viven otros cuerpos, donde la dimensión de los afectos "toma cuerpo" de otra manera, pretendiendo "recuperar la alegría sin perder la indignación" [1]. Este concepto resuena en lo que Marina refiere al “sentirse acompañadas, poder estar con otras, saber que hay alguien que puede hacer una experiencia del dolor similar a lo que yo siento, hacerle saber a otra persona que hay un cuerpo que se está conmoviendo por lo que le pasa a otro cuerpo, estar todas juntas en la calle”, son vivencias que fortalecen “esa comunidad afectiva”, dice la psicóloga.

Foto: Juan Cristian Castro para Enfant Terrible. Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. 26.08.22.
“Las puestas en escena en lo público son muy importantes, porque es la posibilidad de colocar esa muerte también en cierta construcción de comunidad”.

Sobre estos procesos afectivos y comunitarios, existe algo en las vivencias que no se puede nombrar, al decir de Marina es “una experiencia intransferible”, pero a la vez, “hay una tarea que tiene que ver con la producción de memorias que contribuye para hacernos cargo de pensar qué implica que esa vida haya sido sustraída a ese barrio ¿Qué le están quitando a una generación cuando están asesinando a esos pibes? Lo mismo podemos pensar con los femicidios, cuando asesinan a las pibas”.

Por último, Chena recupera a la antropóloga Rita Segato, para plantear a la re-sensibilización vinculada a las distintas formas estructurales de la violencia, que se relaciona con la violencia patriarcal, capitalista, estatal: “la des-sensibilización implica que el otro deja de importarte, entonces esa vida dejó de importante también, por eso los procesos que apuntan a la re-sensibilización colectivas, buscan contribuir a esa construcción de comunidad”.

Foto: Juan Cristian Castro para Enfant Terrible. Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. 26.08.22.

¿Qué matan cuando nos matan?

Por su puesto que cada caso y cada vivencia es singular. En sí esto tiñe de complejidad cualquier análisis, porque no se puede transferir una cosa hacia otra por más coincidencias o similitudes que tengan las trayectorias. Teniendo en cuenta esto, desde Enfant Terrible decidimos conversar con Gabriela Sanso, madre de Rodrigo Sánchez, quien fue asesinado a sus 17 años recién cumplidos por el policía Lucas Gastón Carranza el 19 de septiembre de 2015.

Gabriela atravesó por experiencias de acompañamiento del equipo que describió Chena, también se organiza en la Coordinadora de Familiares de Víctimas de Gatillo Fácil en Córdoba y casi desde los inicios se moviliza en la MCGF. La conversación fue el martes 23 de agosto, tres días antes de la movilización.

“Esta marcha como cada marcha remueve mucho mis sentimientos, va a ser mi séptima marcha en la calle pidiendo justicia por Rodrigo. Pienso que todos los pibes como él y los que quedan merecen justicia y vivir como la gente, por eso salgo y me organizo” comenzó compartiendo Gabriela, quien precisó sobre la situación actual de la causa de Rodrigo, que ya tuvo dos intentos de sobreseimiento hacia Carranza:

“Van a ser 7 años y en teoría todavía sigue en resolución, pero las últimas dos o tres veces me cambiaron las cosas, me dicen una cosa y otro me dice otra, y yo sigo esperando” explicó, refiriéndose a los vericuetos judiciales. Luego expresó que aún se encuentra esperando una elevación a juicio: “Creo que ahí recién voy a poder dar vuelta la página, porque yo también tengo una vida, tengo hijas, tengo casa y esto demanda mucho de mi tiempo”.

Foto: Juan Cristian Castro para Enfant Terrible. Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. 26.08.22.
“Esta marcha como cada marcha remueve mucho mis sentimientos”.

-¿Cómo se relacionan estos 7 años con tu salud mental?

-¡Uf! Puedo decir que cuando comencé sentía que me estaba volviendo loca. Rodrigo fallece en septiembre y ahí no más vinieron las fiestas, sentir que te falta un hijo en la mesa o en una reunión familiar no era fácil para mí. Hasta que como a los 7 u 8 meses llega una ayuda psicológica, Jeremías Miretti y María Molas, ellos me acompañaron 2 años, venían a casa, me ayudaban especialmente a soltar a mi hija, porque me había aferrado mucho a ella, con lo de Rodrigo yo no la dejaba salir, tenía miedo de que le pasara algo. Me ayudaron con el proceso de entender que no había sido culpa mía por dejarlo salir ese día a la calle cuando Rodrigo me dijo "voy y vuelvo". Pero también me ayudaron a entender lo importante de la lucha en la calle, porque con estos casos la única opción que a nosotros nos queda es la calle o poder pintar una pared, porque en el Poder Judicial seleccionan estos casos, dependiendo quién era se eleva a juicio y sino es así como estoy ahora, hace 7 años.

“La única opción que a nosotros nos queda es la calle o poder pintar una pared”.

- Antes de buscar a Jeremías y María fui a buscar ayuda psicológica pública en el Hospital Clínicas. Creo que duré un mes ahí porque lo único que hizo la psicóloga, que en estos momentos no recuerdo su nombre porque sino lo digo, era hacerme que dejara la lucha. Yo le contaba que había comenzado con las marchas, entonces todas las citas que tenía una vez a la semana era para que yo entendiera que la culpa de esto la había tenido Rodrigo. La psicóloga trataba de meterse en mí para que yo dejara la lucha, que levante la denuncia contra el policía y dejara todo en manos de la Justicia, pero cuando no pudo lograr eso me derivó a la psiquiatra que me quiso medicar. Cuando llegué a la farmacia del barrio, una señora mayor vio lo que me habían recetado y me dijo "esto es muy fuerte, es para voltear a un elefante, ¿por qué te mandan a tomar esto?", entonces le cuento lo de Rodrigo y esta señora me dio "un consejo como una mamá que también perdió a su hijo" y unos micro relajantes, porque yo llevaba ¡semanas! sin dormir.

Gabriela Sanso. Foto: Juan Cristian Castro para Enfant Terrible. Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. 26.08.22.
“La psicóloga trataba de meterse en mí para que yo dejara la lucha, que levante la denuncia contra el policía y dejara todo en manos de la Justicia”.

Si buscas psicólogos en hospitales públicos o en dispensarios, hay, pero con mucha deficiencia, no tienen la formación específica para atender el duelo que pasamos, porque esta muerte es en manos de la Policía, en manos del Estado.

-¿Qué formación debería tener entonces un profesional para atender estos casos?

-Antirrepresiva, que salgan de la burbuja detrás del escritorio llenando papeles y se movilicen a un barrio popular. Como es todo público, si hay un problema en la salud pública como se está viendo en el Neonatal, buscan solucionar el problema ahí, todo cerrado, porque a la Provincia, al Gobierno, no le sirve que una se rebele, por eso no los deben formar. Entonces si te matan el hijo "chau, conseguite un privado", pero también, porque una mamá me contaba que se consiguió un privado y el que la atendía le decía "para qué seguís viniendo a mí, yo sólo te puedo escuchar pero no te puedo ayudar".

-Recién decías que encuentran la calle como su espacio, ¿Cómo se relaciona esto con la salud mental?

-Hay muchos pibes que conozco estudiando Psicología y militantes que están metidos en lo antirrepresivo, tiene un nexo porque no solamente se forman en la universidad sino que tienen contacto con nosotras, con las familias vulnerables.

-¿Y para ustedes las familiares?

-Al salir a las calles y ver pibes así, apoyando y acercándose, nos sentimos contenidas, sabemos que si hay algún problema te ayudan, te llaman. Pero hay cosas que no pasan por su estudio, es más personal, más humano, pero hay poquitos. La marcha es el viernes y yo desde ya estoy estresada, porque semejante marcha tenés que estar pensando que salga todo bien, pensando en si la Policía te puede reprimir, si van a llevar preso un chico y qué hacemos si llega a suceder. Después de esto siempre me pongo en contacto y me preguntan "¿cómo estás, cómo lo viviste?".

“Si buscas psicólogos en hospitales públicos o en dispensarios, hay, pero con mucha deficiencia, no tienen la formación específica para atender el duelo que pasamos, porque esta muerte es en manos de la Policía, en manos del Estado”.

Con esto al principio también me sentí acompañada, empecé a ver que lo mío no era un caso aislado, que era sistemático, que no era yo sola. Cuando a Rodrigo lo matan quedé sentada cinco días en la mesa de mi casa, mirando a la puerta esperando que se abra y entre mi hijo, hasta que empezó a llegar gente acercándose porque el caso fue resonante, salió en los medios, que bueno, lo defenestraban a mi hijo porque lo único que dijeron es que era un delincuente con antecedentes peligrosos cuando no era así, ellos mintieron o tergiversaron. Yo puedo decir que hoy en día me siento fuerte para acompañar otras familias, como apareció en junio la familia de Ezequiel Castro.

-¿Cómo fue ese proceso de necesitar tanto la compañía y también pasar a acompañar?

-Creo que no pasó mucho tiempo entre que la muerte de Rodrigo me desbasta como persona y volví a tener esa fuerza para decir "tengo que salir y visibilizar". Habrán pasado 2 o 3 años y hasta el día de hoy lo hago, incluso habiendo días en que no tengo ganas de levantarme de la cama. Empieza agosto y yo me pongo mal, porque tenemos semejante marcha y mañana (24 de agosto) Rodrigo cumpliría 24 años y el asesino de mi hijo cumpliría 34 años, cumplen el mismo día.

También hay otras familiares que no pueden, que no encontraron la salida o no sé. Ahora por la marcha estuve hablando con más de 26 familiares y muchas salen, van y marchan, pero no se encuentran con la fuerza de otras familiares. Yo digo que no sé hasta cuando tendré fuerzas y te dicen "vos tenés que tener fuerzas por nosotras", es algo medio loco porque te están pidiendo, y las respeto, y las banco, porque no las puedo obligar.

-¿Cómo impactó el caso de Rodrigo en el barrio?¿Fue un dolor más colectivo o más puertas adentro de la casa?

-Fue un dolor más colectivo, una pérdida colectiva, porque Rodrigo con 17 años se conocía todo el barrio y todo el mundo lo conocía, entonces fue muy impactante, hay una señora mayor que hasta el día de hoy me la cruzo y llora la muerte de Rodrigo. Además él jugaba al fútbol en el Deportivo Alberdi y estaba a punto de entrar a la reserva, porque donde había una pelota ahí estaba, lo buscaban para jugar. Acá vino el Club Belgrano a darme el salón para que lo veláramos ahí y no gastáramos plata. Por eso siempre digo que a nosotros no nos dejan contar la historia, quién era él, ese "delincuente" como lo tildaron desde un primer momento.

-¿Está Rodrigo en el barrio?

- El intento de que estuviera en el barrio lo hice dos veces. Así como fui y pegué la cara, me la sacaron a los dos días, yo supongo que fue la Policía, no había forma que un vecino vaya y tire la cara de Rodrigo, porque al lado decía que la policía mataba un pibe cada 26 horas, que hoy las estadísticas marcan que es cada 17. Aparte yo tengo la Comisaría 11 a dos cuadras de mi casa y acá el hostigamiento policial a los pibes es el día a día, estamos hablando de Villa Páez, una "zona roja" para la Policía de Córdoba.

[1] Lorena Cabnal, feminista comunitaria.

Casi psicólogo de la Universidad Nacional de Córdoba. Escribo y reniego. A veces hago fotos pero, no soy fotógrafo.

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