Junio arde rojo: 17 años de lucha

En todo el país organizaciones sociales, barriales y de trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs se han movilizado en un nuevo aniversario de la Masacre de Puente Pueyrredón, donde fueron fusilados Maxi Kosteki y Darío Santillán por efectivos de la Policía Bonaerense con la complicidad de medios y políticos. 17 años después miembros de esa misma fuerza junto policías federales y gendarmes bloquearon este mediodía el acceso al Puente Puyrredón para evitar que se realizara el acto.

El puente que separa Avellaneda de la Capital es también una frontera simbólica -y no tan simnólica- que todos los gobiernos democráticos han reforzado y militarizado cuando ha sido necesario. De un lado, el capitalino mundo porteño, y del otro las amontonadas ciudades dormitorio de la estepa bonaerense donde habitan las clases populares. Lxs humildes. Lxs nadie.

En junio de 2002 Maxi Kosteki y Dario Santillán militaban en la Corriente de Trabajadores Desocupados - Aníbal Verón y se atrevieron a cruzar esa frontera junto a decenas de compañerxs, para exigirle al gobierno de Duhalde que respondiera a los reclamos de tierra, techo, trabajo y dignidad que venían levantando con los ecos del Argentinazo, desde diciembre de 2001.

Tras el fusilamiento de los dos jóvenes militantes, Clarín "El gran diario argentino" anunció que "La crisis causó dos nuevos muertos" y la engrasada máquina de impunidad del aparato político-represivo se puso en marcha. La verdad y la justicia -limitada- se impuso sólo porque las calles, las plazas y los puentes se llenaron de compañerxs desocupadxs, ocupadxs, piqueterxs, estudiantes, luchadores, sindicatos, madres... El comisario Franchiotti y el subordinado Acosta fueron condenados a perpetua y punto final. Obediencia debida. Nunca conseguimos juzgar a lxs autores intelectuales, ni a los autores materiales que dejaron a otrxs 33 compañerxs heridxs de bala aquel mediodía. 

Hoy se cumplió un nuevo junio ardiente y rojo que consuma 17 años de lucha, en que los actores sociales de más allá -y también más acá- de la General Paz vuelven a levantar las banderas que son de Kosteki y Santillán, de Aníbal Verón, de Mariano Ferreyra, de Luciano Arruga, del Santiago Maldonado.... Casi como una muestra de la fortaleza que le falta al gobierno, Pato Bullrich ordenó que la bonaerense y la Gendarmería impidieran por primera vez en casi dos décadas que el tradicional acto en memoria de los luchadores sociales asesinados se llevara a cabo. El año que viene volveremos a cruzar la frontera, porque Darío y Maxi viven en la lucha. 

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Periodista y fotógrafo. Edito, escribo y leo. No siempre en ese orden.

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