Era estudiante de veterinaria en La Plata y militante de la organización Montoneros. Su cuerpo había aparecido en un auto incendiado en la Panamericana junto con otras tres víctimas de la dictadura.
El juez federal de La Plata Alejo Ramos Padilla fue quien informó a sus allegados que Daniel había sido asesinado en Villa Ballester, partido de San Isidro, en 1977. Gracias a la recolección de múltiples fuentes como la Unidad Fiscal, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), permitió la reconstrucción de los hechos.
Daniel nació y creció en San Nicolás, Buenos Aires. Allí terminó sus estudios en el colegió Justo José de Urquiza y viajó hasta La Plata para inscribirse en la Facultad de Ciencias Veterinarias.
Allí militó en la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN), en la juventud Peronista y en Montoneros. El 6 de abril de 1976 se anotó en las materias para cursar cuarto año. Al mes siguiente, sus familiares dejaron de tener información sobre su paradero.
Cuarenta y ocho años tuvieron que pasar para que la justicia identificara sus restos y para que sus familiares tuvieran conocimiento de que su asesinato y desaparición fue parte de un operativo montado por la inteligencia de la Armada.
En noviembre de 2011, su hermano presentó una denuncia en la justicia federal de San Nicolás, sin embargo el juez Carlos Villafuerte desestimó la denuncia al declararla incompetente, enviando el expediente al juzgado platense a cargo de Manuel Blanco que terminó por archivar el caso.
Fue durante la declaración de un grupo de militantes de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) de Veterinaria, en el juicio de 1 y 60, que la auxiliar fiscal Ana Oberlin pidió al juez Ramos Padilla que desarchivara la causa.
La reconstrucción del suceso determinó que junto con Daniel Horacio, otras dos personas más fueron asesinadas junto con él, se trataba de Pablo Carpintero Lobo y Marcelo Reinhold. Los tres fueron secuestrados y asesinados por el Servicio de Inteligencia Naval (SIN) que los colocó en un auto en el kilómetro 32 de la Panamericana. El coche había sido dinamitado, quedando los cuerpos casi irreconocibles.
No fue sino que gracias a la inalcanzable lucha por la memoria, la verdad y la justicia, los familiares pudieron saber qué pasó con Daniel.