Kamada: hagas lo que hagas la plaga crece

Enfant Terrible estuvo en comunicación con Saje y Kelo de Kamada, conociendo de cerca el compromiso de militar un movimiento político y social como lo es el hip hop, la relación entre la obra, el mensaje y un público que encontró en el under, algo que parecía perdido: la sorpresa, el misterio y la familiaridad del artista, como sucedía con bandas como La Renga, Sumo o Los Redondos.

Estamos en una época donde pareciera que el misterio ya poco importa, pero, ¿y si hubiera una banda que se encuentra sujeta al misterio, la mística y la pasión? ¿Una Kamada que creció en ese intersticio entre la vorágine de la internet, las redes sociales, “el pegarse”, la industria del género “urbano” y la constante disputa de mantenerse en el anonimato, siendo la música quien da la cara?

¿Es necesario saber la intimidad del artista para legitimar su obra? Mientras más se devela el misterio de la poesía, más literalidad se halla en primer plano. Si hay un starter pack del “rapero”, del “gángster”, del tipo duro y sus letras cuentan de todo menos de quien está detrás, ¿qué sentido tiene conocer al artista si siempre habla primero la marca?

Enfant Terrible estuvo en comunicación con Saje y Kelo, conociendo de cerca el compromiso de militar un movimiento político y social como lo es el hip hop, la relación entre la obra, el mensaje y un público que encontró en el under algo que parecía perdido: la sorpresa, el misterio y la familiaridad con el artista, como sucedía con bandas como Sumo o Los Redondos.

“Somos dos trabajadores, laburantes en todo sentido: de la rima, de la amistad, de la composición, de la escritura. Desde chicos adquirimos esa cualidad, sea lo que sea que quisiéramos, teníamos que laburar hasta conseguirlo”, comentó Kelo al momento de presentarse.

Pantera Negras, Black Power y el nacimiento del hip hop:

Durante la década de los 70’s las poblaciones Afros, latinas y en menor medida italoamericanas fueron relocalizadas en los barrios periféricos -ghettos- de Nueva York como el Bronx o Harlem, al ser residencias pensadas para "poblaciones vulnerables". Siendo en un principio zonas industriales que con la llegada del sistema neoliberal, la tercerización del empleo y la terciarización de las empresas en países sin restricciones de fideicomisos como Latinoamérica y Oriente Medio, hizo que los habitantes de aquellos barrios entraran en crisis.

Entre medio surgió el partido político de línea marxista-leninista "Panteras Negras” (Black Panthers) que ante el desamparo del Estado y el hostigamiento por parte de la policía, proponían la organización y la defensa de un cuerpo armado como motor de lucha y resistencia. Lo principal era la difusión del conocimiento sobre sus propios derechos; abriendo hospitales, escuelas y comedores comunitarios. En última instancia, se usarían las armas.

Miembros del Partido Pantera Negra, frente a un juzgado de la ciudad de Nueva York. Foto: David Fenton / GETTY

Ya para principios y mediados de los 80’s, bajo la presidencia del conservador republicano Ronald Reagan con su slogan “Make América Great Again”, se impulsará una campaña que afectará gravemente a las poblaciones afros y latinas, la denominada “guerra contra el narcotráfico”, debido a la epidemia del crack que prolifero a gran escala en los ghettos.

En un mismo movimiento consiguió su objetivo: instalar el miedo y la persecución en las poblaciones conservadoras y liberar las zonas para que las pandillas (gángsters), tomaran el control de los barrios, justificando así el ingreso por primera vez del Ejército adentro de las fronteras del país.

Así, como efecto ineludible de su tiempo, entre el consumo problemático, las razias policiales y las amenazas constantes de las pandillas, un grupo de personas encontró entre las fiestas clandestinas organizadas en fábricas abandonadas, escapar de las represiones. Allí el DJ y maestro de ceremonias (MC), Afrika Bambaataa, logró lo que hacía tiempo venía intentando: aminorar la escalada de violencia, organizando competencias de bailes, DJ's y MC's. El hip hop como movimiento contracultural, político y social, comenzaba a tomar forma.

“Podemos jugar con una línea de tiempo imaginaria en la que proyectaremos el encadenamiento de los géneros de la siguiente manera: 'góspel > blues >soul> jazz/free jazz > funk > hip hop', y de ahí, si miráramos desde las circunstancias en las cuales surgieron, podríamos terminar en esta otra línea de tiempo: 'esclavitud > criminalización > segregación racial > movimientos de derechos civiles > partidos revolucionarios > la guerra contra las drogas/pandillas'” describe la periodista y crítica de música, Bárbara Pistoia.

Hip hop: acción, aprendizaje y movimiento

Los Dj’s y MC’s Afrika Bambaataa y Kool Herc, fundaron a fines de los años 80’s la organización cultural “Zulu Nation”, un proyecto que tenía por pretensión aunar las asperezas entre bandas y confluir en el hip hop, un ejercicio de reconocimiento de su propia historia entre pares, para crear nuevos conocimientos. 

Cinco serán los elementos que componen la cultura del hip hop: los Dj’s, lxs B-boy/girls, los grafiteros o “poetas del aerosol” y el más importante de los elementos para Afrika: “el conocimiento que mantiene todos los demás elementos unidos”.

“Si transmites el legado, ya no hay vuelta atrás”, profesa el compositor y productor Dano.

Pero si algo supo construir la industria del arte, es comercializar una estética, despojando de toda sustancia política a un movimiento, por lo que no pasaron muchos años para que el hip hop llegará a ser un fenómeno global. Operando el cine como plataforma de difusión en países de Sudamérica. La comercialización de la música aparecerá después, a mediado de los 90's con la reapertura comercial de productos extranjeros que, en Argentina, fueron censurados durante la dictadura.

Éramos tres o más en esto:

Así como la moda no es vanguardia, la cultura del hip hop no es algo que nació dentro de la apelmazada grilla del actual género “urbano”. Que la industria musical encuentre cada cierto tiempo su gallina de huevos de oro, con productores que empaquetan una base muy bien elaborada, pero no por eso menos genérica que sus letras, no significa que no existan alternativas. Si el rock fue un producto de su época, ¿por qué no podría serlo también el rap?

“Me parece que somos una generación bisagra que vivió el cambio radical entre internet y la globalización. Pudimos ver con nuestros ojos lo que fue el hip hop antes y después de las redes. Con el tiempo tomó relevancia defender a capa y espada la mística, lo artesanal. Hoy en día peligra con todos los dispositivos que hay para no salir a la calle y militar el hip hop que conocimos nosotros”, comenta Saje.

Foto: Gaspar Bochaka (@gaspar.bochaka)

Esa bisagra que menciona Saje, es también aquello que significan en sus letras. Para conocerlos, hay que escuchar lo que escriben. No es importante preguntarse si fue adrede o es un sello propio, esa intención de mantener algo que parece impensado en la actualidad: el anonimato. No fantasean ni persiguen ser la novedad o pegarse en el mainstream. Como si fueran artistas de otros tiempos como MF DOOM o Daft Punk, pretenden hacer de Kamada un medio de expresión, obturando en la mística la esencia del grupo.

“Cuando empezamos a escuchar rap, no teníamos cómo verle la cara a los artistas y fue diseñarle una personalidad en base a lo que contaban en sus relatos, en su épica. Un poco nos marcó y creo que por eso es que tallamos con nuestra personalidad las canciones. Eso se vio acompañado de que nunca nos sentimos cómodos con la exposición y las exigencias de 'rapear a cámara'. En el momento que estábamos creciendo y empezando a rapear, la mayoría buscaba lo opuesto. No tenían ni dos temas y ya querían mostrar la cara y decir 'yo soy el rapero de éste barrio'”, comenta Kelo.

En ese anonimato han sabido construir, a lo largo de diez años de trayectoria, una comunicación de boca en boca con el público. Cada lanzamiento se encontraba a las antípodas del mainstream, surcando entre el Escila y el Caribdis de los charts, la vida sitcom de los Billboards y los estribillos pensados para una coreografía de quince segundos. Esto para Bárbara Pistoia se debió a que “la gran mayoría no solo promociona su música sino también una estética, un estilo de vida, una serie de representaciones que exceden su vida estrictamente artística”.

Quizás una manera de mantenerse en la contracultura, en un siglo atravesado por la vorágine de la imagen y de estilos de vida pensado para pocos, sea en el márgen del “Do Your Self” que promovió el under desde sus inicios. El hip hop siempre guardó y guardará una intensa relación con lo anónimo a través, también, de la importancia de lo colectivo.

“Con Kelo coincidimos en la manera de hacer las cosas y en el momento de decidir tener un laburo de lunes a viernes, para poder tomar las decisiones artísticas que queramos y no tener que prostituir la obra para conseguir más dinero. Eso es un valor; la humildad, el trato que tenemos nosotros, lo que admiramos del otro y lo que les pedimos a la gente que nos sigue.

En lo personal siento que tiene que ver mucho con la bondad, con el ayudar al otro, con ese desinterés, con la amistad, con los valores con los que crecimos y nos sentimos identificados. Eso como contraposición de la otra cara del rapper que veíamos de chico, que era una gángster que se vestía con ropa grande, andaba armado y por lo que sea tenía que robar. En ese sentido, el hip hop tiene que ser una herramienta de unión y de libertad” comenta Saje.

El cantante y compositor de rap Neo Pistea también cuestionó cómo la camada de artistas emergentes se preocupan más por el “palo, el hit, el pegarse” confundiendo el concepto del arte con el éxito. El bombardeo constante de la idea del éxito es otra de las “novedades” recicladas del neoliberalismo. El mensaje es el mismo, lo que se actualiza es el packaging, ¿qué es lo que promete la cultura y la industria a las nuevas juventudes?

Horas extras, sólo tenemos ese plan:

El crítico de música ingles Mark Fisher describe cómo la industria de la música absorbió la problemática de los conflictos de los ghettos, quedándose únicamente con la estética del gángster, del narcotráfico y de la crudeza de la “realidad” que vivían. Descartando toda politización de la colectividad que se construía más allá de la violencia que siempre se vivió en los barrios periféricos de cualquier parte del mundo; sea en el Bronx, en Medellín, en Fiorito o en Yapeyú.

“Ni es del todo cierto que el gangsta rap apenas refleje sus condiciones sociales preexistentes, como pretenden sus defensores, ni es del todo cierto que sea en realidad la causa de esas condiciones, como quieren creer sus detractores” reflexiona Mark Fisher.

A medida que plataformas como YouTube fueron acaparando la escena del mainstream del género “urbano”, otros artistas como Saje, Kelo, Acru, Urbanse, Veeyam se sirvieron de ella para presentar la evolución de sus obras. Como supo decir Gustavo Cerati al momento de presentar Bocanada: “Simplemente me puse a hacer la mejor música que podía. Yo me aprovecho de la popularidad que tengo para proponer ideas”.

Foto: Gaspar Bochaka (@gaspar.bochaka)

"Ser genuinos es lo más importante y se expresa haciendo cosas distintas y en lo que querés contar. En mi caso lo que cambia es el relato. Siempre trato de hacer que eso me resulte poético, divertido y lindo. Y además vas aprendiendo, vas conociendo sonidos y vas mutando en las formas de expresarte" comenta Saje.

"La otra vez hablábamos un poco de eso, de que después de tanto tiempo escribiendo, cuesta. A veces estás escribiendo lo mismo pero estás reinventando la manera de decirlo y está bueno porque por ahí es el mismo sentimiento pero lo estás viviendo distinto, porque estás en otra etapa o en otra edad y te das cuenta que le das una vuelta para contarlo" concluye Kelo.

Hagas lo que hagas la plaga crece:

Diez años atrás, entre ranchadas, cervezas y anécdotas de grafiteadas, barras y bailes de b-Boys, tres amigos daban play al grabador: nacía así Kamada ¾. De aquel trío, quedaron los ovíparos de Saje y Kelo que tomaron vuelo, sacando un total de 7 álbumes, consolidándose en su último LP “Plagas”.

Un viaje inmersivo de diez canciones producidas en conjunto con el productor y ex conductor del programa "DAMN" Veeyam, en una casa alquilada exclusivamente para armar el álbum. De allí, además del disco, salieron dos documentales mostrando el proceso creativo y la gira.

Pero, ¿quiénes son las plagas?

"El concepto fue surgiendo a lo largo que íbamos haciendo los temas y el concepto es que la plaga somos todos, no es que es sólo uno. Podemos ser nosotros los plagas que no paran de hinchar las bolas con esto, pueden ser la gente que va yendo de boca en boca y propagan tu nombre y forma parte y se une o puede ser algo más grande siempre. Tiene algo muy cíclico, aparecen, destruyen y dejan un residuo que genera otro tipo de vida, reiniciando el ciclo" comparte Kelo.

Esta banda esta ganada desde el under hasta el hall of fame:

El pasado 19 de abril se presentaron en Córdoba en Club Paraguay. El único registro que quedó grabado fue la experiencia compartida de quienes vivenciaron el recital. Una común unión donde todo Making Bardo valía, menos sacar el celu "por si pierden el fono entre el pogo de mi banda".

¿Cómo saber que los transeúntes asistieron al ritual de Kamada, si durante sus recitales nadie filma porque tienen sus manos ocupadas agitando; el cuerpo en movimiento al son de la estridente guitarra de Veeyam, moviendo sus cabezas con el groove de un bajo poseído por Mau Scaparro o la conducción de un tempo milimétrico como el de Julo en la batería?

“Kamada es historia, underground puro. Es como renacer en el 2000 en un show de Biggie, Tupac y N.W.A. al mismo tiempo” comenta Cande a la salida del show.

Agustina, me dicen Chora. Profe de psicologia, pronta licenciada. Escribo y soy mi propia empleada cocinando.

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