Privatizar el cielo: actividad espacial, universidades y un experimento de país

Ubicación de satélites propios en el espacio, descubrimiento de nuevos materiales, metales y energías. Prevención y acción frente a desastres naturales, son sólo algunos de los universos que permiten el acceso al espacio por medios propios. ¿Qué modelo buscaría su desmantelamiento?

Por Victoria Marconetto para Enfant Terrible

La CONAE

El espacio guarda una cantidad infinita de posibilidades, algunas ya las conocemos, otras no. Los equipos técnicos y de investigación de Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) se dedican todos los días a intentar generalizar los avances que permiten el acceso al cielo y su aplicación en la vida cotidiana de las personas.

Pensar construir y lanzar un satélite con el que se pueda ver el planeta completo desde Argentina, generar dispositivos donde se combinen misiones espaciales y bases en la tierra para el monitoreo del territorio, seguridad, producción y prevención. Acción frente a desastres naturales o epidemias, tecnologías para descubrir nuevos materiales y energías. Podemos seguir.

Este tipo de avances se define como insumo crítico para la producción porque aporta otro nivel de precisión, planificación y valor agregado en plantaciones, industrias, software y telecomunicaciones. También implican un bien social en materia de protección del ambiente, prevención y acción dirigida ante desastres naturales, salud pública (por ejemplo en la detección de focos de infección, endemias y determinantes ambientales de salud), y educación, con la perspectiva de incluir su fomento desde la escuela primaria y el sostenimiento de nuevas carreras espaciales en la universidad.

“El Conicet tiene 35 mil personas. La NASA, 17 mil y produce más”.

Javier Milei, cuando era candidato a presidente de la Nación.

Es fácil hacer campaña sobre lo que no se ve a simple vista, con una cantidad infinita de humo alrededor. En la realidad no se mide el peso de un organismo en aparatos publicitarios, fakes o memes.

Según el ranking SCImago 2023, que evalúa la productividad científica de organismos gubernamentales, el CONICET ocupa el puesto 22 y la NASA 28. De igual manera, la comparación es forzada, ya que el CONICET abarca un sistema científico integral. El equivalente más parecido a la NASA es CONAE. Y aquí también la comparación, además de imprecisa, es injusta. La NASA está sostenida por 17 mil personas, mientras en CONAE hoy son menos de doscientos ochenta (280). Sobre esto Emiliano Baum, delegado de ATE en el organismo e ingeniero de software, nos decía:

“Desde el 2016 bajó el presupuesto un 60% en términos reales. Eso afectó principalmente el desarrollo de Tronador, el lanzador que está desarrollando CONAE, generando también una fuga de cerebros muy importante debido a la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores estatales. En ese momento con Macri y en los últimos años con Alberto esto no se modificó”, advirtió Baum.

El proyecto Tronador sirve para poner en órbita satélites. Foto: CONAE

Además, el científico contó que: “Desde el final de la pandemia hasta la fecha, empezó un nuevo momento de fuga acentuada en cohetería y quienes trabajan en IT. La situación es crítica, quienes nos quedamos lo hacemos más por vocación que por otra cosa. Ahora directamente se está desmantelando como el conjunto del sector de ciencia y técnica”.

“En este tiempo con la discusión de la Ley Ómnibus entendimos que es más difícil conseguir el consenso para cerrar CONAE, que desfinanciar y obtener el mismo resultado”, arrojó Baum.

Esta actividad, por su doble uso (civil/militar), encabeza el ranking de prioridades de potencias y multimillonarios a nivel mundial. Entre ellos, quien viene ganando la carrera por el espacio es Elon Musk, la segunda persona más rica del mundo y creador de STARLINK, principal lanzador internacional de Javier Milei. Ocupa un lugar central en el experimento de país que busca probar este gobierno con intereses concretos en capitalizar recursos. En el cielo, satélites. En la tierra, litio.

La ciencia y un modelo para desarmar

Emiliano nos decía: “A nivel geopolítico no se puede separar de una decisión de Estado. Para cualquier diversificación de la económica, necesitas desarrollo tecnológico. Si tu única actividad va a ser el agro, venta de materias primas o minería, con lo que significa en términos ambientales, y encima no se utilizan esos recursos para diversificar la matriz con la que producís o invertir por ejemplo en energías más limpias, tenes un problema”.

En este sentido, para Emiliano esta decisión de Estado “viene de la mano con el lugar que Milei y el sector del poder que lo acompaña quiere en el ámbito de la tecnología, la exportación de mano de obra a un precio barato”. Este planteo, que parece caótico y desorganizado, “tiene un orden y sentido con medidas que acompañan a mineras, el agro o algunas alimenticias”, argumenta.

“En ciencia, tecnología y universidades entendemos cual es el lugar que quieren las potencias occidentales, o bloques como OTAN: el de un país con una economía primarizada donde solo pueden sobrevivir algunos sectores como Arcor o Techint que tienen actividades desplegadas en todo el mundo”.

Y continúa: “Su único discurso es que hay que monetizar lo que se hace. Una cosa es brindar información gratuita a pequeños y medianos productores, pero es completamente distinto regalarle información a pools de siembra u otros países en vez de vender. Entre otras cosas, para eso se creó VENG” (Empresa estatal que integraba la nómina original de privatizaciones propuestas por el gobierno).

Por momentos, el ritmo del deterioro de la vida cotidiana construye una cortina de humo sobre el plan real por el que Argentina hoy, con todos adentro, es un experimento internacional que mide hasta donde se puede correr la vara de lo aceptable… en ese camino su industria, producción técnica y posibilidades de la mayoría. 

La dictadura y la década de los 90's, fueron momentos en donde se modificó profundamente la estructura económica, del trabajo y distribución de la riqueza. Sus consecuencias sostenidas tienen también la forma de un mesías de perros muertos. Hoy se hace urgente pensar hasta dónde puede llegar la transformación de esa matriz que impulsa este gobierno en nuestro país, vidas y territorio.

El día que apagaron la luz 

Este 23 de abril es la Marcha Federal Universitaria. La premisa es clara, vienen a apagar las luces de la universidad pública y el sistema científico. Conocimiento, avances tecnológicos, salud pública, escuelas, posibilidades de profesionalización y cualquier forma de planificación de la vida común. La ciencia no es una sola, es un ámbito de disputa y contraste permanente. Así encontramos en toda sus disciplinas el reflejo de intereses que existen en la sociedad, conservadores o transformadores, la premisa apunta a que tienen que poder sustentarse. Todo avance implica una nueva disputa.

En esta nota se reflejan algunas de las consecuencias en áreas consideradas estratégicas para el mercado. Si vamos a otras disciplinas en donde el centro es el estudio de la salud, sociedad, historia, educación, geografía o desigualdad, dicen que es inútil.

Perros consejeros, fakes news permanentes, fotografías falseadas con IA, desinformación en momentos de pandemia o recientemente con dengue, estadísticas imaginarias, médiums y coachers, medios afines de comunicación, redes sociales y un aparato formado con la base de instalar su visión. 

Para lograr hacer sostenible este experimento, necesitan dinamitar las formas racionales de problematizar futuros posibles. Cualquier crítica que no tenga los intereses del mercado es directamente acusada de “adoctrinamiento”.

Emiliano luego de desarrollar cómo sólo multinacionales pueden sobrevivir las consecuencias de este modelo acentúa: “Todo el resto quedaría en una economía primaria para la que no necesitas grandes desarrollos o un sistema tecnológico importante”. 

Para aceptar la desigualdad, es mejor eliminar el acceso público a la profesionalización y cuestionamientos. La condena que se animó a pronunciar Venegas Linch en la forma de un niño que trabaja en el taller (podría haber dicho “en el campo”) en vez de estar en la escuela, no necesita universidad pública.

Atrás de su guerra con las universidades y la ciencia, hay mucho en juego. En la tierra y en el cielo. 

Para conocer más sobre la CONAE se puede ingresar aquí:
https://www.argentina.gob.ar/ciencia/conae

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