Reserva San Martín: Conservación o ¿Desaparición?

La Reserva Natural Urbana General San Martín es amenazada por el avance inmobiliario que parece no tener freno en Córdoba. Desde “Amigos de la Reserva” registraron las primeras imágenes de una obra vial que la condenaría a desaparecer. En medio del horno que es la ciudad, visitamos este refugio de vida y junto a un histórico guardaparques recorremos mucho más que una reserva, una historia.

En estos momentos, la Reserva Natural Urbana General San Martín es amenazada por el avance inmobiliario que parece no tener freno en Córdoba. Desde Amigos de la Reserva (ARSM) denuncian que la Municipalidad y el Gobierno de la Provincia de Córdoba están permitiendo que la empresa Caminos de las Sierras S.A. comience a desmontar en los alrededores del pulmón verde que sirve como corredor biológico con otros espacios de monte, para construir un camino que conectaría el country Valle Escondido con barrio Argüello.

“Con el permiso de la Secretaría de Gestión Ambiental conducida por Jorge Folloni y la Secretaría de Desarrollo Urbano conducida por Daniele Rey, están llevando a cabo la obra vial que acabará con el pulmón verde que hace respirar la Ciudad de Córdoba”, expresaron ARSM en sus redes sociales junto a un video donde muestran las primeras obras.

Foto: Juan Cristian Castro

En el horno

Córdoba es un horno, la temperatura promedio de la ciudad ha superado los 40° durante el verano y se han vivido 10 olas de calor cuando en el último año fueron sólo 4. Es decir, que el calentamiento continúa en aumento a pasos agigantados. Gran responsabilidad de ello es la práctica ausencia de espacios verdes y un ordenamiento territorial urbano dirimido por la expansión inmobiliaria desmedida, tanto de barrios cerrados, como de condominios o edificios colases que tapan el sol de las plazas, como el caso del “Alto Paz Tower” frente al Parque José María Paz en barrio General Paz. A la sombra del mercado, literal.

La reserva San Martín, por su parte, representa sólo el 0,01% de la ciudad y es un verdadero refugio donde conviven dos tipos de ecorregiones del monte nativo; el espinal, que, debido a la deforestación, la expansión de la frontera agropecuaria e inmobiliaria está casi extinto, y el bosque serrano o chaco seco.

Foto: Juan Cristian Castro

“Si la terminan de rodear está condenada a desaparecer”

Vamos a la Reserva. La cita es con Oscar Salzgeber, aunque cuando se le pregunta dice que nadie lo conoce por ese nombre, “soy Cacho, el guardaparques”, uno de los primeros responsables en que se cree la Reserva, antes Parque San Martín. El hombre saca su bastón y en seguida nos adentramos en el sendero para comenzar la recorrida.

Mientras caminamos sobre el sendero angosto en medio del montesito, relata que lo hizo con sus propias manos, en el año 2001, junto a otros guardaparques, Raúl Alonso y Jorge Bosio quien falleció hace unos meses. “Nos acompañaban 27 estudiantes universitarios de distintas carreras y con eso armamos el cuerpo de guardaparques”, recuerda. Aunque ya está jubilado se dispone a recorrer la reserva con quienes quieren llegarse y conocer, porque como él sostiene: “no se puede defender lo que no se conoce”.

Foto: Juan Cristian Castro

En la práctica, Cacho le hace honor a su título vocacional. En 2017 fue sancionado por “abandono del espacio laboral” para denunciar que se estaba queriendo ampliar la Costanera Ramón Mestre, con suspensión durante una semana y sin goce de sueldo. Pero la sanción devino en una ola de críticas contra la gestión de Mestre y el “abracemos a la Reserva” tuvo su versión de “abracemos a Cacho”, según recuerda con gracia. Finalmente las obras no avanzaron y gracias a Cacho no hay una calle asfaltada en medio del pulmón verde.

Ahora existe una nueva amenaza. Consultado sobre las obras de conectividad vial, Cacho explica con un claro sentido pedagógico un panorama muy triste: “Si la terminan de rodear y queda como una isla sin conectividad con otros espacios naturales porque no hay intercambio de semillas y de fauna que lleva y trae las semillas, está condenada a desaparecer”, sentencia.

Continuando por el sendero, subimos la parte de mayor dificultad y llegamos a la "Parada de la biodiversidad" donde pasan estudiantes de todos los niveles, desde primario hasta universitario, y se les propone el ejercicio de identificar a ojo la variedad de especies nativas. A simple vista son unas quince (15). “En realidad es una parada para tomar aire”, bromea el guardaparques, quien se va cansando con el paso de los años. “Antes hacía todo el sendero dos veces por día”, cuenta.

“Aquí por ejemplo se asienta el lechuzón orejudo, a su vez el lechuzón se come las ratas. Si no hay lechuzón nos llenamos de ratas y con ellas de bacterias y enfermedades. Lo que le hacemos a la naturaleza después nos afecta a nosotros”, comenta mientras comienza una extensa charla sobre el delicado ciclo de la vida en esta parte del mundo.

“El dengue era del Amazonas y con el calentamiento global se trasladó, ahora en la ciudad tienen mejores condiciones para crecer. Antes estaba en la selva, pero ahora hay más chances de que un simple mosquito te mate”, explica mientras deja entrever un tono de lamento. Pero incluso la reserva ayuda a que otras especies tengan un lugar donde anidar, ya que producto de la deforestación que sufren las provincias del norte como Chaco y Santiago del Estero, aves como las “charatas” han tenido que buscar un nuevo hogar.

Que se expanda como el chañar

Entre la conservación y la desaparición, está la ampliación. Desde 2017, más de 30 organizaciones ambientales, sociales y políticas se han unido para reclamar la ampliación de la Reserva San Martín y han presentado el proyecto en el Concejo Deliberante de Córdoba, pero ha perdido estado parlamentario en dos ocasiones. Entre las 114 hectáreas de la reserva y los terrenos colindantes exigen que se expropien, serían un total de 160 hectáreas.

“La gestión anterior nos ignoró, no le dio ningún valor. Con esta gestión lo volvimos a presentar, tanto al Ejecutivo como al Concejo. Lo tomaron desde la izquierda y el Frente Cívico, pero el oficialismo no lo quiso tratar. Todos valoraron el proyecto pero van pasando los meses y no lo tratan. Tanto el intendente Llaryora como el vice intendente Passerini dijeron que no iban a autorizar ninguna obra en el lugar, porque ese es el temor”. Esta conversación que tuvimos con Cacho fue durante la mañana; por la tarde nos llegó el mensaje de denuncia que reproducimos más arriba. Se inaugura un nuevo período de resistencia para la Reserva.

Foto: Juan Cristian Castro

Aquí, hasta los árboles saben resistir al avance inmobiliario, porque “la gente del country viene al country, pero odia lo que tiene el country, los zorros, las víboras. Aquí querían sacar por lo menos 300 árboles para que ellos puedan ver a los lejos el malón”, sentencia el guardaparques. Entre esos árboles está el “Chañar Abuelo” que tiene 250 años de edad y lo que parecen más 20 metros de altura. A su lado, un pequeño bosque de chañares en crecimiento, sus hijos.

“El chañar es uno de los primeros en invadir zonas degradadas, se expanden de raíz, después vienen los pájaros y los zorros y también los expanden”, explica Cacho.

El Chañar Abuelo tiene un sector propio en la reserva conocido como el “Sendero Chañar Abuelo”, con la particularidad de ser un “sendero inclusivo”, porque es un sector por donde pueden andar personas en silla de ruedas o muletas y así recorrer la reserva: “Hablamos con la empresa "Hellen Keller" para hacerlo también para personas ciegas, para que toquen, huelan y sepan del árbol que estamos hablando. O que los carteles con la imagen de los animales estén menos difuminados con ramas y detalles atrás, para que la gente con menos visión pueda ver”.

Foto: Juan Cristian Castro
“De las personas mayores aprendemos un montón porque los lleva a su infancia, lloran, los sensibiliza y recuperan recuerdos sobre qué hacían en el monte, qué productos consumían, alimentos, medicamentos”.

Detrás del Chañar Abuelo hay un alambrado con de púas y una casilla de vigilancia con un guardia que mira desconfiado. Es el country La Reserva, uno de los primeros en la zona, cuyos ocupantes quisieron enfrentar al Chañar Abuelo haciendo una calle. Del otro lado del alambrado y a pocos metros se ven caserones: “Eso fue un boom con la crisis de 2001, una muestra de que la crisis vino para nosotros, pero no para ellos, al contrario”, comenta Cacho. El contraste entre las ramas y los alambres que se enredan termina por representar mucho más de lo que se ve a simple vista.

Foto: Juan Cristian Castro

¿Quién es ahora el peligro?

Mientras continuamos el último tramo de la recorrida, Cacho va recordando sus primeros años en el lugar, cuando se hacía el rally que luego se trasladó a Carlos Paz. A partir de ahí siempre fueron estos “amigos de la reserva” quienes no dejaron de custodiar ni un día un espacio golpeado por el entretenimiento automovilístico, “porque destruían todo y montaban todo un circo para ver pasar 3 segundos de auto”.

En el camino vamos hablando de las víboras, el miedo que generan pero la mala fama que tienen como seres peligrosos y malignos. Entonces corre una típica frase: “el animal más peligroso es el humano”. Instantes después de esta conversación se divisa al costado un movimiento con ruido en el pasto. Es una víbora yarará, una de las más venenosas, pero venenosa no es sinónimo de peligro, ella está más asustada y mueve su cascabel en señal de alerta. Aunque al permanecer allí sin molestarla se tranquiliza, incluso se queda quieta y se deja tomar una foto.

Foto: Juan Cristian Castro

Continuamos el trayecto y llegamos al punto más alto de la reserva. Alrededor se ve con claridad que los countrys avanzan hasta el último centímetro del límite. “La Municipalidad no promociona esto. Sería un punto turístico impresionante para el turismo no convencional, pero se quedan con el turismo histórico del centro”, critica el guardaparques.

Donde estamos hay un pedazo de cemento que antes tenía un mangrullo de madera para controlar los riesgos de incendio, sin embargo se cayó y nunca se repuso. Aunque el Ente BioCórdoba prometió uno de material especial, pero no hubo novedades. También hay un mástil que tenía banderas verdes, amarillas y rojas que indicaban el riesgo, pero ahora está pelado, aunque “a esta altura tenemos que tener la bandera roja todo el año”.

Son varios lo indicios que describen la indiferencia del Estado municipal y provincial frente a las políticas de conservación directas de los espacios verdes reales de Córdoba, porque nada suplanta al monte nativo, ni las plazas, ni los "puntos verdes" o toda la publicidad que pueda hacerse sobre sustentabilidad, economía circular u otro tipo de greenwashing. En una provincia con menos del 3% del monte nativo en pie puede esperarse del Gobierno de la Provincia, pero también “al momento de ampliar la reserva la Municipalidad se abrió”.

Casi psicólogo de la Universidad Nacional de Córdoba. Escribo y reniego. A veces hago fotos pero, no soy fotógrafo.

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