Cada vez que pienso en vos fue (y es) amor: Fito, su serie y las personas de a pie

Una pregunta central sobre la serie "El amor después del amor", y que es fundamental para comprender su éxito es: ¿Porque interpela tanto y a tantas personas, si han pasado más de 30 años del suceso que significó en su momento la salida del disco? En estas líneas intentaremos pensar en otras dimensiones que pueden haber influido en su impacto y recepción.
(Foto: Nora Lezano)

Algo de vos llega hasta mí

Una pregunta central sobre la serie "El amor después del amor", y que es fundamental para comprender su éxito es: ¿Porque interpela tanto y a tantas personas, si han pasado más de 30 años del suceso que significó en su momento la salida del disco? En redes es posible encontrar múltiples hipótesis e intentos de explicaciones para tal fenómeno.

En diversas notas se destaca el poder de llegada masiva que implica Netflix; el nivel de las representaciones actorales (destacando el papel de Micaela Riera como Fabi Cantilo y de Andy Chango personificando a Charly García); la modalidad narrativa de la serie y otros tantos elementos. En estas líneas intentaremos pensar en
otras dimensiones que pueden haber influido en su impacto y recepción.

En primer lugar, el disco de referencia. La potencia, la belleza, los temas que aborda y el propio concepto del amor después del amor resulta interpelador para muchas personas. ¿Quién no ha sufrido por su corazón roto y se fascinó después por el renacer de algún amor? Hay una dimensión humana que puede ayudar a comprender porque en su momento fue el disco más vendido de la historia del país. Por otro lado, las canciones de Fito plantean frases que apuntan directamente a la sensibilidad. Resulta posible –y sencillo- empatizar, sentir cierta cercanía con expresiones como: “Quiero salir, sí, quiero vivir y quiero dejar una suerte de señal. Si un corazón triste pudo ver la luz, si hice más liviano el peso de tu cruz.”.

En segundo lugar, resulta interesante detenerse en la figura de Fito. Este rosarino nacido el 13 de marzo de 1963 que de niño empezó a tocar el piano y componer sus canciones. Un chico que además de juntarse con los personajes de “La Trova”, se estaba convirtiendo en una figura destacada del ambiente del rock y la música popular argentina. A veces estallando como con El amor después del amor, otras veces poco a poco; incluso resistiendo el paso del tiempo. Fito fue consolidando su figura como un personaje vigente, como un rockero clásico.

En términos políticos fue cambiando posturas, manteniendo siempre cierta coherencia en favor de las grandes mayorías. Muchas de sus canciones han sabido entrelazar su difícil historia personal con la realidad social. Por ejemplo al escribir, casi como un mantra: “Yo siempre viví en la boca del diablo, naciendo, muriendo y resucitando. El mundo está lleno de hijos de puta y hoy especialmente está llena la ruta. No voy a morir de amor”. Quizás por este tipo de posiciones, ha tenido también su cuota de estigmatización, de desprecio. En particular en los medios hegemónicos, cosa que supo denunciar en Hazte fama (1990). Sin embargo, al igual que los personajes de Thelma y Louise que rescata en una de sus canciones, Páez es una figura que estimula rebeldía.

Representa ese tipo de personaje que va a tono con el lema de su hit: “Los militares odian esas almas y yo las quiero para mí”. En tercer lugar y por último, parecería existir también un elemento de contexto que atraviesa la recepción del disco y ahora, la serie. Quizá podamos intentar trazar algunos paralelismos entre la realizad de 1992 y la actualidad. En aquellos años 90’ se daba el comienzo de la convertibilidad y el atentado a la embajada de Israel. Ambas cosas reflejan la esencia del neoliberalismo menemista, ese que Fito ya había empezado a señalar en Tercer mundo en 1990. Por aquel entonces cantaba: “Están partiendo el mundo por la mitad, están quemándose las velas (…) y mi canción es un antídoto liviano”.

Hoy, dentro del complejo período que venimos atravesando los últimos años (que incluye un mandato de gobierno macrista y dos años de pandemia global), sus canciones siguen movilizando el sentir popular. Ambas realidades están cerca de lo que expresa la canción cuando dice “ya no duermo por las noches, siento que algo va a estallar”. Tanto en 1992 como en este 2023 parece fundamental la existencia de alguien que dice querer acercarse tirando un Cable a tierra: “si tu corazón ya no va más, si ya no existe conexión con los demás, si estás igual que un barco en alta mar” y aconseja “no creas que perdió sentido todo, no dificultes la llegada del amor, no hables de más, escucha el corazón”.

Algo mantiene el hechizo

Fito cerró su gira del año pasado en Córdoba dando dos shows en la Plaza de la Música (en medio del contexto Argentina finalista del Mundial de Qatar) y luego, volvió a la provincia para tocar en el Cosquin Rock 23. En los dos casos se pudo observar miles de personas movilizadas por sus canciones. Imposible saber si efectivamente “todo lo que hicimos, la mentira y la verdad, todo lo que hicimos, sigue vivo en un lugar”, pero es evidente que en el presente sigue vivo el legado artístico de El amor después del amor.

A más de 30 años de su salida indiscutiblemente hay recuerdos que no se van a borrar (como los de aquel disco mítico) y personas que no se van a olvidar (como Fito). El disco, el artista y el contexto son pilares para su masividad. Por otro lado, las infaltables “polémicas” que se intentaron instalar -como sucede con casi cualquier producción de gran éxito- tuvieron poca relevancia. Un primer ejemplo de esto fueron las declaraciones de Fabi Cantilo en relación su rol en la serie.

Si bien en un principio los comentarios en las redes interpretaron sus declaraciones como una posible discordia, ella salió a desmentir problemas y aclaró que solo había expresado un comentario; y que, como era una serie sobre Fito, no era necesario desarrollar sus trabajos no conectados con él. Por otra parte, Lanata salió a cuestionar la visión sobre el representante que compartieron en el momento que refleja la serie.

El periodista planteó que no se lo nombre a este personaje que en teoría fue muy importante para ambos, pero: ¿A quién le importa lo que tiene para decir el sobre esta serie? También podríamos reparar en los planteos relacionados a una foto que se comparte al final de la serie y donde “esta borrado” Gieco porque se compartió una imagen de un momento compartido por varios artistas, pero editada donde solo el artista mencionado no aparece. ¿En serio alguien puede pensar que intencionalmente se buscó ocultar a Leon?

Mucho se ha dicho y discutido sobre lo que la serie no muestra o ficciona. Sin embargo, todos estos pseudos debates no pudieron disimular lo que prevalece en los 8 capítulos: un conjunto de relaciones hermosas y una historia personal que tiene mucho de historia colectiva.

Lo que se narra recupera aspectos de lo mejor del rock: resistencia, cultura, encuentros, comuniones, fiestas y mucho más. La serie refleja un elemento importante de la vida de Fito: sus relaciones amorosas. Mucho antes del estallido masificador del feminismo en donde se replantearon fuertemente las relaciones sexo-afectivas, la serie muestra elementos positivos en términos de género al repasar su historia con Fabi Cantilo y Cecilia Roth. Estas relaciones cuentan con varios elementos de lo que hoy se denomina “deconstrucción”. En estos casos, se expresa un sentido de amor profundo entre esas personas, más allá de los roles específicos que ellas cumplieron en diferentes momentos de su vida.

Se puede pensar en Fito como una referencia positiva del rock para descubrir que en este ámbito hubo otras cosas además de machismo, abusos y acosos. Aunque esto último también haya sido una constante en el género (como lo demuestran la infinidad de casos que se han hecho visibles a partir del “Ni una menos” del 3 de junio del 2015), el rosarino construye y ofrece una forma diferente de ser rockero. No solo no ha tenido
denuncias por cuestiones de género, sino que evidencia relaciones profundas y potentes con sus ex parejas.

Para terminar, una consideración final. En momentos complicados como los que vivimos parece un buen síntoma que aparezca una producción masiva de este perfil. Pensando en la batalla cultural actual, la serie promociona valores contrarios a la derechización tan difundida por estos días. Cuando todo parece supeditado al individualismo y crece la precariedad y la fragilidad, resulta un alivio que nos atraviese la letra de esa canción que recuerda que “Nuestra vida es un lecho de cristal y esta vida esta echa de cristal”.

Fito expresa un sentir muy actual, incluso en canciones escritas hace más de 30 años. En tiempos como los que estamos viviendo oscilamos entre pensar que “Todo el mundo sabe que ya no hay más que hacer con su vida, todo el mundo sabe que ya no sabe más que hacer” y la esperanza de que “No todo el mundo va a dejarse caer, no todo el mundo va a arrastrarse a sus pies” porque mucha gente sigue soñando, organizándose y luchando en pos de conquistar “un jardín florido, una patria de México al pie con
hermanos de toda calaña”. Y en parte por eso, tal vez, tanta gente este unida por un fuerte amor a Fito, su música y su historia.

Sociólogo. Doctorando en antropología. Investigando sobre "rock, sociología y política" y "estudios del trabajo", centralmente en relación a la economía popular. Militante popular.

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