“Percant(a)s” y la deconstrucción performática de las corporalidades en el tango

“Percant(a)s” es un relato anacrónico donde se pone en tensión lo que significa el tango para la idiosincrasia del pueblo y la historia que su directora. Para conocer la tesis y obra de cómo es posible construir otras lógicas más inclusivas, afectivas y de cuidados, en un circuito manejado casi enteramente por varones hetero-cis como lo es el tango, Enfant Terrible se puso en comunicación con Florencia Morena, autora, directora e historiadora de este relato autoficcional.
Foto: cortesía Florencia Morena

“Percant(a)s” es un relato anacrónico y autoficcional, donde se pone en tensión lo que significa el tango para la idiosincrasia del pueblo y la historia que su directora, Florencia Morena, cuenta de crecer con una canción de fondo al momento del almuerzo familiar; de los conflictos de cumplir con los estereotipos del “deber ser” mujer, tanto en el baile como en el cotejo; del pasaje de la intimidad al acoso por el no registro de los límites de los varones que conforman también ese mundo.

El proceso creativo del proyecto es un montaje donde -paradójicamente- se desmonta continuamente lo que se va produciendo entre actos. Tiene que ver con un ejercicio de deconstrucción en una obra que no busca hallazgos arqueológicos, ni verdades fantásticas, ni prescripciones teóricas o artísticas acabadas.

Según relató la autora Florencia Morena, fue pesquisando sus recuerdos y vivencias en el tango con la posición política y artística actual de su vida: “hacer coincidir la posibilidad de que ciertos hilos de traumas emerjan en tramas, es de una tenacidad poética que encuentro potentemente bella, que se desprende de lo bizarro. Lo marginal que siempre esconde un hambre de ser, pretendiendo no ser más esa humanidad que jerarquiza unas vidas sobre otras, sino del goce que desprende la buena vida y la poca vergüenza”.

El tango es parte constitutiva de su identidad, como mujer, como pansexual, como actriz, cantante y bailarina. En ese relato que va hilvanando quien fue y quien es, también hay un momento de reencuentro, en la escena de su abuelo invitándola a escuchar milongas y a mirarse en silencio, convergiendo ambas narrativas en una historia en común. En ese encuentro generacional, toma el diálogo del pasado y del presente y los altera para enunciarlo como un devenir:

“Decir ‘mi abuelo era tanguero’, es decir que heredé un universo simbólico, del cual tomo elementos de ese mundo para alterarlos, para reivindicarme o desobedecer. Al fin y al cabo todes somos un devenir”, comenta la directora.

La obra es una síntesis de todo lo que compone su narrativa, los códigos que comunica con bella altanería el lunfardo de esa 'mala mujer', siendo la percanta que narra en primera persona, los otros mundos posibles que se pueden construir, apropiándose de esos códigos para deconstruir, romper, y crear una alternativa donde los márgenes se transformen en los centros.

Foto: cortesía Florencia Morena

Los orígenes de la percanta:

El concepto es una adaptación del lunfardo de la palabra francesa perçant, que puede significar “atorranta, callejera, puta” y del percal, que eran las telas baratas con la que confeccionaban los vestidos las mujeres de barrios aledaños de Buenos Aires de principios del siglo XX.

Para Florencia, rastrear esas historias es lo que le permitió saber cómo se construye conocimiento desde los márgenes, construcciones que van modificándose según el contexto, pero que guardan similitudes con los estilos de vidas actuales. Por eso, al hablar del tango, comenta: “es un espejo roto, donde podemos vernos reflejado como pueblo, como sociedad. Es un fenómeno que se manifiesta y nace en los barrios bajos, en el galpón de los arrabales, de la conjunción de inmigrantes europeos, mulatos y negros. Una deformación del candombe que se convirtió en milonga y luego se le sumó la letra de los gauchos payadores”.

La particularidad de ésta categoría que engloba un mundo de significaciones, construidas alrededor de la mujer que no era madre y de clase pudiente, fue que se convirtió en la primera canción comercializable llamada: “Mi Noche Triste”. Allí, Gardel relata la historia de está mujer -la percanta- que abandona a su pareja, interesándose en su propio bienestar por encima del varón. Esa canción marcó un antes y un después en la estética y en el rol de la mujer en el imaginario social y en el tango en particular:

“Simbólicamente tiene que ver cómo se configura la sociedad en una urbe más marcada y diferenciándose de las zonas rurales”, cuenta Morena.

Según la autora, estos relatos de la mujer percanta pueden leerse como una denuncia, de cómo las corporalidades feminizadas fueron marcadas por la cultura de la época y perviven en la actualidad. Es una resignificación de eso marginal y una manera de señalar la reivindicación de otras retóricas posibles que puedan escapar a las normas: “la percanta es una mujer atorranta, arrabalera, pero que también baila, canta y toma el poder de la palabra, del movimiento y es lo que elijo visibilizar en está apuesta”, reflexiona.

De aquí que en la reconstrucción encuentra también otros relatos de resistencia y lucha, de compositoras como Tita Merello, Rosita Quiroga, Libertad Lamarque, entre otras. Figuras que reivindicaban a través de los afectos y la ternura, una manera de combatir un espacio pensado en clave masculina: “Es un ejercicio poético y político el rastrear los hilos que tienen que ver con nuestro pasado, escenificando imágenes de otros tiempos, elaborando tramas de resignificación y sentidos actuales. Estas mujeres dejaron un legado para que continuemos nuestra lucha con una mirada comunitaria, que nos devuelva el mundo vincular, las redes y poner límites a dispositivos patriarcales que cosifican nuestras vidas”, cuenta Florencia.

Esa ternura que reivindica y rescata, tiene que ver con reconocer la intimidad que hay en ese baile que nace de un abrazo. La popularidad que lo caracteriza, para Morena es “la precarización de la vida que busca resguardarse comunitariamente, la que permite elaborar expresiones creativas al agruparnos frente a las crisis. Siempre habrá un tango presente, ante una realidad incierta”.

Foto: cortesía Florencia Morena

Tango queer:

Desde el año 2018, aproximadamente, es cuando nace el proyecto que trae consigo un modelo de reinvención de las prácticas alrededor del tango, desde una lectura transfeminista, cuando compañeras del circuito se agrupan para repensar una expresión singular que escape de la mirada falocéntrica. Para Flor fue ponerle un freno a las cosificaciones que venían recibiendo tanto ellas como las disidencias, por parte de profesores, dueños de salas tangueras, bailarines:

“Fue vital poder convocarnos y trabajar juntes y crear un tango emancipatorio para otras corporalidades. Acá en Córdoba, por ejemplo, surgió la Pivote colectiva femilonguera, un espacio de encuentro, lectura y reflexiones sobre nuestros roles como mujeres y disidencias”.

El tango queer piensa estas convenciones, las pone entre paréntesis y establece otras más flexibles sin tanto hermetismo a la escucha y al registro de la otra corporalidad: “buscamos hacer un revisionismo de estás categorías culturales y establecer un laboratorio de género. Un espacio lúdico, de intercambio y de que versar con une otre, no tenga que ver con ciertas jerarquías de unos sobre otros, sino de prácticas más igualitarias, despojándonos lo más que se pueda de los roles de géneros asignados”.

La performatividad que ofrece el arte expresa y visibiliza el encuentro colectivo que trata de ponerle un freno a los abusos, por eso la autora concluye que para ella fue fundamental hacer de la praxis artísticas “un espacio de cuidado mutuo de interacción solidaria que vele por los derechos humanos básicos. Esto, a su vez, hace de la performatividad una herramienta para el resguardo y el cuidado, al tomar como ejemplo a las disidencias, porque han sido maestras en hacer de la desobediencia un arma de resistencia ante la norma. A cada época le corresponde una lucha y una necesaria desobediencia, siendo desde los márgenes de dónde provienen las respuestas”.

Agustina, me dicen Chora. Profe de psicologia, pronta licenciada. Escribo y soy mi propia empleada cocinando.

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