Teniendo en cuenta la crisis política, económica y cultural actual ¿Cómo se reactualiza la agenda de los feminismos con un gobierno conservador que niega casos de lesbicidio y cierra la Subsecretaria de Mujeres y Diversidades? Frente a esto, la importancia del feminismo popular.
En la realidad concreta no hay "avances" o "retrocesos", más bien, suceden consensos sociales materializados en políticas públicas de derechos en períodos democráticos. Ante ello, los feminismos desde un principio comprendieron que la calle era el espacio de defensa y de conquista de derechos.
“Nuestro deseo no es alcanzar la respetabilidad, sino demoler las jerarquías que ordenan a las identidades y a las y los sujetos reconociéndonos negras, putas, palestinas, revolucionarias, indígenas, gordas, presas, drogonas, exhibicionistas, piqueteras, villeras, lesbianas, mujeres y travas. Aunque no tengamos la capacidad de parir un hijo, sí tenemos el coraje necesario para engendrar otra historia”, comentaba la militante travesti Lohana Berkins. sobre la importancia de la calle como espacio de conquista.
La organización, la unidad y el consenso lograron el derecho al voto en 1947, el divorcio vincular definitivo y dejar ser patria potestad del hombre en 1987, la Ley de Identidad de Género en 2012 y el derecho al aborto legal, seguro y gratuito promulgado por la ley 27,610 en el 2020, por mencionar algunos ejemplos.
Teniendo en cuenta la crisis política, económica y cultural actual ¿Cómo se reactualiza la agenda de los feminismos con un gobierno conservador que niega casos de lesbicidios y cierra hasta la subsecretaria de Mujeres y Diversidades? En este contexto, el feminismo popular cobra cada vez más relevancia.
Malas víctimas
La disputa de sentidos a partir del #NiUnaMenos en 2015, llevó discutir públicamente la realidad que estaban viviendo las mujeres y la población LGBTIQ+ en conjunto. Produciendo un cambio de paradigma que empezó en el país y que con los años, fue ejemplo para Latinoamérica y el sur global.
Para transformar el sentido común, en un principio, reclamaron que las carátulas de los considerados “crímenes pasionales” fueran nombrados como femicidios. A partir de allí, lo que se consideraba del orden privado, pasó a ser público y las estadísticas de un femicidio cada 34hrs generó preguntas. Al igual que la brecha salarial entre géneros, donde la diferencia de pago de sueldos por la misma cantidad de horas trabajo -sin contar las tareas de cuidado- es de un 30% más para varones-cis que para mujeres-cis.
Estos datos visibilizaron cómo la feminización de la pobreza es parte de la violencia estructural. En promedio, quienes tienen personas a cargo, trabajan alrededor de 12hrs, considerándose las tareas de cuidados como trabajo no registrado y no pago.
Según un informe realizado por el Observatorio de Géneros y Políticas Públicas (OGyPP), sólo el 31% de las mujeres y personas travestis-trans de barrios populares tienen un trabajo con ingresos, mientras que el 73% de los varones que habitan esos barrios tiene un salario. Entre las que tienen un trabajo asalariado, el 53% lo hace en el marco de la economía popular y sólo el 6,7% en el mercado formal.
Dentro del colectivo del "Ni Una Menos", la pluralidad de voces, las demandas culturales, económicas y sociales, confluyen y generan nuevos sujetos políticos. Una corriente que supo agrupar las poblaciones vulneradas y en riesgos como travestis, lesbianas, personas racializadas y trabajadoras de la economía popular en barrios y villas, fue el feminismo popular.
Durante los nueves años transcurridos se logró instalar una agenda en defensa de los derechos que estaban siendo vulnerados, a la par que la precarización y la crisis económica, política y cultural también fue en incremento, ¿no se suponía que con la democracia “se come, se cura y se educa”?
Foto: Julio Pereyra / Enfant Terrible
De sujetxs de derechos a sujetxs endeudadxs:
En la pandemia, mientras el mercado de trabajo seguía generando contratos cada vez más irregulares e informales, al punto de haber echado a más de 433 mil trabajadoras domésticas, las mujeres y disidencias de barrios populares trabajaron doble jornada en comedores y merenderos, ante el agravamiento de la crisis económica, sanitaria y social.
Bajó la consigna "Trabajadoras Somos Todas", las trabajadoras sindicalizadas se nuclearon transversalmente en una Intersindical Feminista que reunió a mujeres de todas las centrales sindicales, a las que integran la Economía Popular y las que desempeñan trabajos de cuidados desde sus hogares, impulsando un proyecto de ley para ser consideradas trabajadoras esenciales.
El proyecto buscaba mejorar las condiciones de vidas de trabajadoras domésticas y cocineras comunitarias al otorgar a más de 135 mil personas un Salario Mínimo, Vital y Móvil, vacaciones, obra social, ART, licencia por maternidad y/o paternidad, aguinaldo y jubilación.
El contexto electoral de 2023 y las políticas conservadoras de la LLA (La Libertad Avanza), no sólo truncó que mujeres o travestis sin estudios secundarios puedan acceder al mercado de trabajo (in)formal sino que además, generó la incógnita sobre qué tan sólidos son los cimientos sobre los que se asientan los derechos, las políticas, los consensos que se forjaron en las calles, en las aulas, en los recintos y en la vida familiar.
Desde la asunción y llegada al poder de Javier Milei, las políticas públicas se vieron interrumpidas y la agenda de los feminismos fue prácticamente apartada. Uno de los primeros espacios donde se realizaron recortes y finalmente se clausuró fue el INADI (Instituto contra la Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia), donde se despidió a más de 160 trabajadores estatales pertenecientes a la población travesti-trans-nobinarie y personas con discapacidades. Se trata del 42% de la planta de un total de 380 puestos de trabajo.
Otro fue el Ministerio de Mujeres y Diversidades, que pasó a tener rango de Secretaría y que la “motosierra” en mano del presidente firmó el 22 de mayo pasado, los DNU 450/24 y 451/24, que se complementan y modifican la Ley de Ministerios, disolviendo además el Instituto Nacional de Juventudes (INJUVE).
En su camino de considerar “necesidad y urgencia” todo lo que le aporta para achicar el Estado en su objetivo libertario de destrucción del mismo, viola nuevamente el camino legal por el cual un decreto (de rango inferior) modifica una Ley.
“El gobierno ha sido muy claro en su discurso respecto a cuál es el rol que para ellos debe cumplir el Estado. Desde ese punto de vista no haría hincapié en el alcance del decreto, sino en qué políticas de género tiene este gobierno, y cómo llevaría adelante esas políticas, de la misma forma que lo haría con los pueblos originarios, los niñxs, con todos”, comenta la abogada Laura Taffetani para Anred.
Despidos, desmantelamiento, cierre de espacios y censura. Una sistematicidad que sucede al mismo tiempo. “Los enfermos como los pobres dejan poco archivo tras de sí”, comenta el investigador intersex, Mauro Cabral, al decir que al no tener los medios para comunicar y denunciar, esos registros se pierden, mientras otros discursos se instalan con mayor fuerza.
No son hechos aislados:
Quienes dependen del espacio público para su subsistencia, como trabajadoras sexuales, personas en situación de calle, cartoneros, manteros, están en el primer plano de señalamiento y en el posible foco de violencia. Si la pobreza es estructural, los últimos serán los primeros en ser descartados.
"Hay un aspecto de esta pretensión de expulsar a ciertos sujetos del espacio público que no ha sido muy discutido y que me gustaría mencionar. Es el papel de la calle como escenario de la construcción de identidades", escribió hace más de 15 años Lohana Berkins.
Por su parte, la periodista lesbiana Adriana Carrasco, dirá que “hace rato que pasaron de los discursos de odio a los actos de odio”, ante la denuncia del triple lesbicidio ocurrido en Barracas, Buenos aires, hace más de un mes. Sin embargo, no es menester decir que hay un nexo ideológico partidario entre quienes perpetran hechos de violencia hacia otras personas por su género y sexualidad, con los referentes de la Libertad Avanza. Más bien, pareciera habilitarse el consenso de la complicidad patriarcal.
"Agacharon la cabeza durante 15 años por miedo a las nuevas leyes y a lo que decía la televisión. Ahora que todo cambió, las cosas volvieron a su lugar, se terminaron las historias de los bichos de Pasteur. Acá nadie va a volver a lavarse las manos. 'A las tortilleras que nos desprecian les vamos a prender fuego'", escribe Adriana Carrasco en el "Soy" de Página12.
Los casos de violencia de géneros desde principio de año, hasta la fecha, han ido en aumento. 89 fueron los femicidios, más de 216 los intentos de trasvesticidios y tantos otros que están dentro de la "cifra negra". Estos crímenes no los comete un sólo hombre, ni son hechos aislados. Por acción u omisión, la responsabilidad es social. De ahí la insistencia por parte de la periodista de que la transformación tiene que ser estructural, de lo contrario, ante cada nueva crisis, se buscará los “mismos culpables” de siempre.
Foto: Julio Pereyra / Enfant Terrible
Levantarse pensando en la otra:
Si desde la pandemia el amplio sector de la economía popular viene reclamando para que las tareas de cuidado como la salud, la alimentación y la atención en crisis ante situaciones de violencias de géneros, sean reconocidas como un trabajo asalariado, ¿por qué tienen que soportar de nuevo el peso de la crisis de manera unilateral? ¿Quiénes cuidan a quienes cuidan?
Bajo el lema “el hambre también es violencia”, diferentes organizaciones sociales feministas y disidentes, al igual que gremios y sindicatos, estuvieron presentes en la última marcha del "Ni Una Menos" y mantuvieron diálogo con Enfant Terrible, poniendo de nuevo en discusión aquellos temas que parecían “ya saldados”.
“No hay que abandonar las calles, Norita decía que en la unidad de las luchas estaba la potencia de la organización. Es necesario volver a levantar las banderas porque me parece que hay que volver a luchar y decir un montón de cosas que se pensó de un sector que ya estaban saldadas y salir con mucha más fuerza”, comenta Gui, parte de la Asamblea de Disidencias Sexuales de Córdoba.
Es difícil pensar en generar políticas concretas cuando se está pensando al mismo tiempo en cómo llegar a fin de mes, o en tener que realizar horas extras para cobrar un sueldo que se encuentra por debajo de la línea de pobreza, como el de la docencia, que cayó en un 42%.
“Teníamos un Ministerio de Mujeres y Diversidades que Milei vació y cerró, era de cartón pero ahora, ni el cartón pintado nos dejaron. Es un momento en que hay que hacer un plan global de asistencia y pleno empleo y desde ya te digo, estamos profundamente en contra de que la Ley Bases y el DNU plantee planes concretos para que las mujeres no se puedan jubilar siendo amas de casa o siendo mínimas aportantes, sabiendo las condiciones en las que vivimos y subsistimos”, reflexiona Sofía, docente y parte del gremio de la UEPC (Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba).
También está presente la necesidad de retomar los puntos de partida que fueron los afectos y los cuidados, propuestas que surgen de los feminismos populares que como lo comentó Susana Zaccaro, referenta barrial de Yapeyú y coordinadora nacional de las Casas de Mujeres y Disidencias de La Poderosa, “feminismo popular es el que se levanta pensando en la otra”.
«Hoy es salir a las calles para defender nuestras vidas gritando por las que nos faltan y las que continuamos en lucha. Exigiendo justicia, gritando "Ni Una Menos", pidiendo por salarios y trabajos dignos para que nuestras compañeras mayores se puedan jubilar y parar el atropello que este gobierno está generando contra nosotras», concluye Susana.
Foto de portada: Julio Pereyra para Enfant Terrible
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