¿Qué hay detrás de la llegada de un portaviones yanqui a la Argentina?

¿Cuál es el verdadero objetivo de las nuevas relaciones carnales con los Estados Unidos? ¿Cómo se posicionan las Fuerzas Armadas argentinas tras la noticia?

La entrega de la soberanía nacional parece ser un trámite exprés para el Presidente Javier Milei y su gobierno de coalición, compuesto por libertarios, macristas y cordobesistas.

Actualmente en Israel, sentando posición internacional a favor del genocidio más visibilizado de la historia reciente, el Presidente de la Nación mostró su beneplácito por una noticia que excitó a su característico ser antinacional: el aviso de Estados Unidos sobre el envío del portaviones USS Washington a las costas argentinas.

Pero, ¿qué implica el pleno alineamiento con los Estados Unidos, en un contexto regional ambiguo para los intereses norteamericanos y en un escenario internacional caracterizado por dos guerras claves que profundizan el cada vez más posible enfrentamiento entre la OTAN y la Federación Rusa?¿En qué andan las fuerzas armadas argentinas de cara a la sumisión a las fuerzas norteamericanas?

¿A dónde apuntan los cañones yanquis?

"Fuerte gesto diplomático de Estados Unidos a Milei: vuelve a mandar a la Argentina un portaviones después de 13 años", se lee en la captura de pantalla que el Presidente subió a su perfil de Instagram.

El gigante norteamericano decide enviar el cuarto buque más grande de su armada, al octavo país con mayor extensión territorial del mundo y uno de los más ricos en bienes comunes naturales, claves para la actual coyuntura geopolítica, tales como el agua, el litio, el gas y petróleo no convencionales, las tierras fértiles y "raras".

El portaviones USS Washington, cuyo nombre responde al máximo prócer de la independencia norteamericana, llegaría en mayo, mes insignia de la revolución criolla que fue fundamental para la independencia sobre la colonia española, hace dos siglos atrás. Este buque es el sexto portaviones de propulsión nuclear de la clase Nimitz, considerado una pieza central de las fuerzas navales yanquis, ya que es de los buques de guerra más grandes del mundo, cuya función primordial consiste en respaldar y operar a los aviones que participan en ataques contra objetivos en aire, mar y tierra.

Si bien se trata de una "recorrida continental", Estados Unidos no enviaba a uno de sus buques de guerra desde el año 2010, tiempo donde visitó el país el portaviones USS Carl Vinson. Tal como sucedió por última vez en el adiestramiento "gaucho-gringo" en 2008, aprobado por el Congreso Nacional, las fuerzas armadas argentinas realizarán entrenamiento junto a sus pares norteamericanos, con el agravante de que esta vez el Ejecutivo decide obviar al parlamento.

Fuente: Zona Militar

La Cuarta Flota

El portaviones forma parte de la Cuarta Flota que se encuentra bajo el mando del Comando Sur, y es responsable de todas sus operaciones navales en el Caribe, América Central y América del Sur. Fue creada en 1943 para combatir al nazismo en la Segunda Guerra Mundial y posteriormente disuelta en 1950, cuando sus buques se pasaron a la Segunda Flota de los EE.UU.

Recién en el año 2008, el almirante Gary Roughead anunció el restablecimiento de la misma, en un contexto ​para nada ameno a sus intereses en la región, ya que la primera oleada de los gobiernos progresistas hacían sus esfuerzos para la integración regional sintetizada en el lema de "la Patria Grande", en detrimento de la dominación yanqui-imperialista. En aquella oportunidad, Hugo Chávez, ex presidente de Venezuela, advirtió que esa operación se trataba de una embestida intimidatoria a la región.

En la actualidad, el contexto regional es ambiguo para los intereses norteamericanos, pero no por ello menos oportuno. En una inmejorable sintonía con los gobiernos de Ecuador, Perú, Chile y Paraguay, donde en el último año los soldados norteamericanos desembarcaron -y desembarcarán- con acuerdos que en algunos casos incluyen inmunidad jurídica en caso de violaciones a los DDHH, Argentina viene a sumar un territorio clave para contrarrestar el avance de gobiernos populares con mejor sintonía con China y el "mundo BRICS", tales como los de Brasil, Bolivia, Colombia, Honduras, Guatemala y Venezuela.

La visita del portaviones y el restablecimiento de los entrenamientos en conjunto, no sólo exhiben ante el mundo el nuevo posicionamiento del Gobierno y las fuerzas armadas argentinas. También posicionan al país, ya no como neutral ante los conflictos armados actuales, sino como un actor dispuesto a sumarse a posibles ofensivas de Occidente sobre China y Rusia, quienes anunciaron recientemente el mayor entrenamiento en conjunto de su historia, respondiendo a la puesta en marcha de el mayor entrenamiento de la OTAN en su historia.

A su vez, el USS Washington delineará el dominio yanqui en el saqueado y rico Mar Argentino (actualmente explotado por empresas yanqui-europeas en petróleo, y chinas y españolas en lo que hace a la pesca) al tiempo que, de seguir su viaje para el sur de la patria, se encontrará con sus pares y socios ingleses en Malvinas, quienes se encuentran hace días haciendo ejercicios militares en las islas, violando la soberanía nacional, ahora ya entregada a los anglosajones. Por otra parte, hacerse del dominio indirecto del Mar Argentino le permite a EE.UU hacer de patrón de la salida de los bienes comunes naturales por la mal llamada "Hidrovía", donde además circulan toneladas de cocaína hacia su país y a Europa.

El Ministro de Defensa, Luis Petri, junto a las renovadas autoridades militares. Foto: MIN.DEF

Militares argentinos con cabezas yanquis

En esta oportunidad, el Gobierno de Javier Milei, recibirá al cuerpo militar yanqui con una cúpula militar renovada, cuyo alineamiento con los norteamericanos peca de íntimo.

A pocos días de asumido, Javier Milei, decreto mediante, realizó la mayor purga de oficiales de alto mando desde el gobierno de Néstor Kirchner, siendo desafectados 22 militares correspondientes a las cúpulas de las tres fuerzas de la Armada Argentina. A cargo de todas ellas, ubicó a Xavier Julián Isaac, quien fue agregado militar en Estados Unidos y conduce también a la Fuerza Aérea Argentina, la más aliada a los gringos, y cuyo arsenal proviene casi exclusivamente de dicho país.

En este sentido, tras la llegada del nuevo gobierno, la disputa geopolítica que se abrió por la adquisición de nuevas aeronaves para reequipar a la fuerza aérea argentina, parece estar resuelta. El Gobierno de Alberto Fernández estaba por comprar los modernos aviones “thunder” chinos, pero ahora todo cambia. Isaac, en coherencia con Milei y Petri, propugna por la compra de los 24 aviones F-16 norteamericanos, cuya tecnología y armamento son anticuados y hasta obsoletos en comparación a los asiáticos. Con esta venta, que oscila los 350 millones de dólares, Estados Unidos se sacaría de encima a la vieja chatarra militar, al tiempo que reequiparía su poder aéreo de cara a un posible y cada vez más probable enfrentamiento de la OTAN con la Federación Rusa.

La llegada de militares jóvenes y alienados a los Estados Unidos no sólo responde a un redireccionamiento de las fuerzas en carácter geopolítico, sino también a una menor resistencia a la inminente privatización de empresas militares estratégicas claves como TANDANOR, FADEA y Fabricaciones Militares.

A su vez, con la derogación del programa "Compre argentino", el Gobierno, preferirá la compra de productos militares extranjeros para desguazar a la industria armamentística nacional.

Petri e Isaac, jurando sobre los evangelios. Foto: MIN.DEF

La represión interna, ¿a paso redoblado?

El Ministerio de Defensa aseguró hace unas semanas atrás, que "antes de marzo" el Presidente firmaría un decreto que habilitaría a las Fuerzas Armadas a intervenir en determinadas cuestiones de seguridad interior, cambiando radicalmente el paradigma de seguridad nacional institucionalizado hace décadas, cuyo mandato obedecía a que éstas fuerzas se aboquen solo a las amenazas de países extranjeros.

El decreto permitiría que los militares puedan actuar ante amenazas como el narcotráfico o los pueblos originarios, o incluso organizaciones sociales a las cuáles el gobierno caracterice como enemigas o influenciadas por "fuerzas extranjeras".

Este modelo de seguridad es impulsado hace tiempo por los Estados Unidos, quien pudo materializarlo en países como Colombia, México y Paraguay, entre otros. Los resultados en todos los casos fueron negativos a los supuestamente buscados, ya que el narcotráfico creció en los tres países y los conflictos armados internos no cedieron en lo más mínimo, pero Estados Unidos pudo hacerse de bases militares estratégicas en lugares de alto valor geopolítico.

¿Es la Argentina el nuevo territorio de sacrificio para la instalación de bases militares y el posible ingreso por tierra de tropas norteamericanas? ¿Es el decreto antes nombrado la excusa perfecta para una posible declaración de “Estado de sitio” tal como ocurrió hace un año en Perú y ahora sucede en Ecuador?

En un mundo en creciente conflicto político y militar entre sus potencias nucleares, cuyos proyectos de imperialismos son antagónicos con respecto al orden mundial, Argentina parece estar dispuesta a ser la garantía que Occidente necesita para satisfacer sus crecientes demandas de litio, alimentos, combustibles y agua.

Técnico y profesor en Comunicación Social (UNC). Periodista. Guevarista y peronista.

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