La larga sombra de Cartes y la victoria del Partido Colorado en Paraguay

La victoria de Santiago Peña en Paraguay renueva por cuatro años más la hegemonía política del Partido Colorado, que gobierna el país guaraní desde 1947 casi sin interrupción. Todo el arco opositor cuestionó los holgados 43% que obtuvo Peña, a quien todas las encuestas situaban más cerca de un empate con la centroizquierda liberal de Efraín Alegre. En el búnker electoral, el ex presidente Horacio Cartes, ampliamente señalado por sus vínculos con el narcotráfico abrazó a su alfil y celebró la victoria como propia.
Foto del domingo del candidato de Partido Colorado Santiago Peña celebrando tras ganar la elección presidencial de Paraguay en Asunción April 30, 2023. REUTERS/Agustin Marcarian

El Partido Colorado de Paraguay, que lleva en el poder casi sin interrupción desde 1947 -exceptuando el breve lapso del gobierno de Lugo entre 2004 y 2008- renovó su dominio político ayer en las elecciones generales. Con el 43% de los votos, el candidato Santiago Peña se impuso a una oposición fraccionada e irreconciliable entre sí, dividida en dos espacios: la centro izquierda liberal de Efraín Alegre, jefe de la coalición Concertación por un Nuevo Paraguay y la extrema derecha de Paraguayo Cubas, del Frente Cruzada Nacional.

Tras conocerse el resultado, la victoria del Partido Colorado fue cuestionada por los candidatos opositores, que denunciaron posibles maniobras de fraude y solicitaron "investigaciones independientes que fiscalicen de forma aleatoria el 10% de las urnas". En el mismo tono de cuestionamiento, ambas fuerzas solicitaron "auditoria internacional para auditar el sistema de voto electrónico" con el que se emitieron parte de los votos.

La victoria de Peña expresa un freno contundente al viraje político hacia la centroizquierda democrática que se fue desarrollando en Latinoamérica desde 2019, que habilitó la llegada al poder de Gabriel Boric en Chile, Alberto Fernández en Argentina, Gustavo Petro y Francia Márquez en Colombia, el breve Pedro Castillo en Perú, y el histórico Lula Da Silva en Brasil.

El ex presidente Gustavo Cartes, padre político de Santiago Peña celebró la victoria de su alfil en el búnker electoral. A pesar de ser una figura ampliamente cuestionada por sus vínculos con el narcotráfico, la apropiación indebida de tierras, señalamientos por sucesivas represión clandestina y matanzas -como la Masacre de Curuguaty-, e incluso permaneció prófugo de la justicia tras ser acusado de venta y distribución de estupefacientes, Cartes aún es un hombre central en la política paraguaya.

Fue la propia Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, la que definió a Cartes a mediados del año pasado como "significativamente corrupto", a pesar de todo, Peña dedicó las siguientes palabras a Cartes apenas asumido:"Tu aporte, presidente, no se paga sino con la moneda del respeto y la admiración. Gracias por esta victoria colorada".

A pesar de compartir la misma formación política que el actual presidente Mario Abdo Benítez, el flamante presidente Peña se distanció de su correligionario y desarrolló una campaña con promesas vagas y genéricas. Habló del "potencial económico de Paraguay" a pesar de haber sido ministro de Hacienda y funcionario del FMI, de bajar los precios del combustible y la energía pero no explicó cómo y por último se comprometió a "sacar a los drogadictos de las calles".

Perspectiva histórica

La nación guaraní se encuentra bajo el gobierno del Partido Colorado más o menos desde finales del siglo XIX, cuando fue fundado por Bernardino Caballero, un colaborador del entonces presidente Francisco Solano López. La Asociación Nacional Republicana (gérmen del partido) estaba inspirada en las organizaciones liberales al estilo estadounidense de fin de siglo, aunque no sería hasta la dictadura de Stroessner (1954-89) que el coloradismo consolidaría su hegemonía política.

La larga dictadura stronista reorganizó el estado paraguayo como una dictadura de partido único tras perder la guerra con Bolivia. Durante el stronismo existía la representación parlamentaria ya que el propio Stroessner era afiliado y militante del coloradismo. Esta caricatura democrática cubrió con un manto de legalidad al régimen que perpetuó siete mandatos consecutivos del dictador, al mismo tiempo en el país se practicaban sistemáticos abusos y violaciones de derechos humanos, desapariciones forzadas, torturas, robos y apropiación de tierras y una larga lista de crímenes de lesa humanidad.

El coloradismo post stronista se encargó de hacer honor al legado de Stroessner, que supo tejer una vasta red clientela patrocinada por los Estados Unidos. La llegada de los 90 profundizó el proceso de liberalización económica, endeudamiento externo, financiarización de la economía y apropiación de tierras para monocultivo agroexportador que ya había comenzado Stroessner.

En el terreno político, el Partido Colorado tomó la posta nuevamente y hasta hoy es la organización con más afiliados del país (cerca de dos millones, aunque abundan las sospechas de falsedad documental y fraude en los padrones) y detenta mayoría simple en la Cámara de Senadores y mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.

La larga sombra de Cartes

Esta nueva victoria del coloradismo cartista promete mantener al Paraguay en el rumbo marcado por la lógica de los 90. En economía, apuesta por las comodities sojeras, concentración económica, liberalización de precios y mercados y endeudamiento multilateral. En política interior fuerte represión campesina y privatización de la vida. En política exterior respaldo sin fin a los intereses de los Estados Unidos.

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