La asamblea que nos parió, reseña de una historia nuestra

¿Hasta dónde las élites revolucionarias estuvieron dispuestas, exigidas por las circunstancias, a modificar las jerarquías sociales y plasmar un igualitarismo difundido a partir de la retórica revolucionaria?

En 1813, con la revolución en marcha, las Provincias Unidas establecieron su primera Asamblea Constituyente. Bajo el desafío de declarar la independencia, proclamar una constitución soberana y organizar políticamente el territorio resquebrajado y en dispersión por la crisis de representación heredada de la monarquía.
El 31 de enero, comenzaron las sesiones del congreso constituyente y soberano, considerado por una parte importante de la historiografía como el episodio más radical o jacobino de la revolución.

Entre otras medidas, la Asamblea del año XIII sancionó la libertad de prensa, la libertad de vientre, la extinción del tributo, la mita y el yanaconazgo, la suspensión de los títulos de nobleza, y se excluyó por primera vez la fórmula de juramento de fidelidad al rey Fernando VII de España.

Cinco proyectos constitucionales fueron puestos en discusión durante el transcurso de las sesiones. De los cuales, el proyecto de la comisión oficial, el de la Sociedad Patriótica y un tercero anónimo plasmaron las ideas de centralidad en el poder de decisiones en la capital de una futura Nación. Con una fuerte inspiración en la Revolución Francesa y la constitución norteamericana, dejaban entrever las premisas por las cuales se organizaba la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica, de gran influencia en el oficialismo de Buenos Aires de la época y el bando unitario.

Mientras que, por el lado federal, se presentaron los proyectos de Constitución Federal para las Provincias Unidas y el de Constitución Territorial para la Provincia Oriental. Proyectos necesariamente complementarios que sintetizaban la idea de cooperación, autonomía y soberanía entre provincias, con una notoria influencia del estilo confederal estadounidense.

Estas diferencias, sumadas a la divergencia con respecto al derecho comercial y la política librecambista, con la apertura de puertos o la centralización del control aduanero en el puerto de Buenos Aires, la libre navegación de los ríos, así como la protección de una industria local con el arancelamiento o prohibición de las exportaciones. Hicieron crecer las tensiones, y la hegemonía de Buenos Aires al interior de la asamblea terminó por imponerse generando la expulsión de los diputados de la Banda Oriental.

Así, al correr de las sesiones, quedaron atrás los intentos principales de apuntalar una constitución. A pesar de no lograr su sanción, los proyectos presentados y las medidas legislativas aprobadas fueron antecedentes importantes para el proceso de organización política del país.

Élites criollas divididas

Más allá de lo anecdótico y del naufragio constitucional, lo importante es que la Asamblea del año XIII puso de manifiesto dos formas distintas en las que el desarrollo de la revolución va a ser procesado al interior de las Provincias Unidas, marcando una diferencia estratégica y una herida abierta que cerrará con sangre, guerra y resistencia a lo largo de toda la primera mitad del siglo XIX.

En esencia, cada provincia o jurisdicción al calor de la revolución comienza a desarrollar sus ideas con distintos grados de autonomía.

En Buenos Aires, el nuevo escenario creado por el estallido revolucionario y el antecedente de la defensa de la ciudad ante las invasiones inglesas, significó principalmente una politización que abarcó a toda la sociedad porteña. Traducida en una participación activa de un sector importante de esclavos y mujeres, como fue el caso de Manuela Pedraza por ejemplo. Y no solamente en la élite y los sectores medios o plebeyos reconocidos en la formación de los cuerpos militares y en los diputados constituyentes para la asamblea. 
Sin embargo, es evidente que en la ex capital virreinal, el proceso revolucionario estuvo dirigido entre varias facciones de una élite criolla influenciada por las ideas de las principales revoluciones burguesas europeas de la época, principalmente la norteamericana y la francesa. Que junto con las ideas culturales y políticas heredadas de España, formaron el contenido teórico determinante en los debates de la revolución. 

Estas ideas de contrato, pacto social y soberanía, entrecruzadas y con matices desde las diferentes facciones de la elite criolla, se pueden ver con claridad en los artículos de Mariano Moreno relatados para la Gaceta de Buenos Aires desde 1810.  Y van a ser estas facciones de la elite criolla, las que ejerzan la hegemonía en la Asamblea del año XIII y las representaciones políticas del momento.

Mariano Moreno, líder revolucionario, periodísta y político.

Mientras, el movimiento revolucionario que se extiende en el Litoral, pero principalmente en la Banda Oriental, se va a dar con la participación de hacendados, capataces con capacidad de movilización y esclavos. Reclamando en Artigas, un líder alternativo a la revolución no sólo política, sino social. 

Donde la campaña tendrá una mayor gravitación política, particularmente en el sector de los marginados o lo que la propia retórica artiguista va a llamar como “los más infelices”. Que “serán los más privilegiados”, en referencia al derecho y distribución de la tierra. 

Esta experiencia se dió también en una articulación clara con parcialidades de pueblos originarios. Siendo un proceso que puso en cuestión la hegemonía política y comercial de la ex capital virreinal (Buenos Aires), la primacía socio-política de la ciudad sobre la campaña como pivote de la estructura social del antiguo régimen, el derecho de propiedad y la manera en que ese orden colonial había organizado las relaciones inter-étnicas. Bajo ese mandato estuvieron encomendados a participar de la Asamblea los representantes de la Banda Oriental, contenido en las instrucciones de Artigas que iba a definir el carácter programático de La Liga de los Pueblos

El artiguismo, en su propia idea de retroversión realiza un reconocimiento a los pequeños pueblos de la campaña y una defensa acérrima de total igualdad entre cada territorio. Postulando dentro de ese contexto revolucionario, la versión más radical con una idea anti colonial, republicana y constitucionalista de federación o liga de estados soberanos.

El hecho de que la presión por el cambio desfavorable en el plano internacional tras la vuelta al trono de Fernando VII -una vez vencido Napoleón-, y los sucesivos fracasos militares en la guerra contra los realistas en el norte, produjeran un giro conservador de la revolución luego de 1814-1815, no debe hacernos perder de vista que la importancia de la Asamblea del XIII. La cual marca con claridad una vocación independentista que hasta el momento no estaba presente. De allí en más, todas las declaraciones, reuniones, congresos y asambleas fueron invocadas en nombre de la Nación o de las Provincias Unidas de Sudamérica, como fue el caso del Congreso de Tucumán. 

En la sucesión de episodios que, entre revolución, sangre y guerra, dieron paso al desarrollo capitalista y el nacimiento de nuestra patria: ¿Hasta dónde las élites revolucionarias estuvieron dispuestas, exigidas por las circunstancias, a modificar las jerarquías sociales y plasmar un igualitarismo difundido a partir de la retórica revolucionaria?

Sanjuanino. Estudiante de Historia. Escribo y doy clases sobre fechas que no le importan a nadie.

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