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Estudiantes de La Plata, ¿de los potreros al parque financiero de las SAD?
Con 150 millones de dólares sobre la mesa, el acuerdo del "pincharata" con el empresario estadounidense Foster Gillett promete transformar el fútbol argentino tal como lo conocemos. Pero, ¿a qué costo?
El modelo de SAD en el fútbol argentino busca imponerse con la influencia política del Gobierno Nacional. Bajo la presidencia de Javier Milei, se busca implementar reformas que allanen el camino para permitir la entrada de capitales privados en los clubes, transformándolos de asociaciones civiles sin fines de lucro a sociedades anónimas.
Este cambio radical está respaldado por el Decreto 70/2023, el cual permite que las asociaciones civiles sin fines de lucro, tradicionales en el fútbol argentino, puedan transformarse en sociedades anónimas con fines de lucro, abriendo la puerta a la inversión extranjera y a un modelo empresarial que despoja a los clubes de su identidad.
La diputadaJuliana Santillán, encargada de promulgar esta medida, presenta el modelo como una solución para modernizar el fútbol argentino. Sin embargo, este planteamiento es ampliamente criticado, especialmente por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que se opone a esta transformación, defendiendo el modelo tradicional basado en asociaciones civiles.
La AFA manifestó que esta reforma pone en riesgo la identidad de los clubes y su vínculo con los hinchas, quienes verían cómo el fútbol se convierte aún más en un negocio y los clubes en productos de mercado.
Medina frente a Neves, en el duelo contra Estudiantes en el estadio UNO de La Plata. Ignacio Amiconi/Fotobaires
Estudiantes, ¿el primero en abrir la puerta a la privatización del fútbol argentino?
Estudiantes de La Plata firmó días atrás un acuerdo con el empresario estadounidense Foster Gillett por una inversión de 150 millones de dólares que se desembolsaran a lo largo de 30 años. Sin embargo, lo que algunos presentan como una inyección de capital empieza a visibilizarse como la primera piedra de un nuevo modelo de negocio que podría desmantelar las bases del fútbol en Argentina tal como lo conocemos.
Juan Sebastián Verón, presidente del club y figura central en las negociaciones, aseguró que el acuerdo “no convertirá a Estudiantes en una SAD”. No obstante, Guillermo Tofoni, representante de Gillett en Argentina y agente FIFA, volvió a poner en discusión si el "pincharata" es o no el primer club "SAD". En un posteo en Instagram declaró que el acuerdo es “un gesto contundente para consolidar al club como un referente del modelo SAD en la región”.
El acuerdo pone en evidencia una apuesta por un modelo que, lejos de apuntar al bienestar del club y sus socios, prioriza el interés privado. El plan incluye la organización de partidos internacionales y la venta de jugadores formados en las inferiores como principales fuentes de ingresos, pero deja una interrogante crucial: ¿a qué precio se sacrifican los valores del fútbol argentino?.
Por el momento, la falta de transparencia sobre cómo se repartirán los ingresos y la posibilidad de que Gillett transfiera su participación a otros inversores revela la fragilidad de este acuerdo. En lugar de fortalecer el club y sus cimientos históricos, el proyecto, apunta a consolidar una estructura empresarial que amenaza con comercializar aún más el fútbol argentino.
Verón cuando jugaba en Inglaterra.
Un ejemplo de cómo esta transformación toma forma es el traspaso de Cristian Medina a Estudiantes de La Plata, que se activó mediante una cláusula de rescisión de 15 millones de dólares financiada por el propio Gillett.
"Este es solo el comienzo", promete Tofoni, dejando entrever que el club podría seguir este camino de privatización a medida que avanza el modelo SAD.
En este escenario, el conflicto entre la AFA y Estudiantes de La Plata escaló rápidamente. Pablo Toviggino, tesorero de la AFA, lanzó críticas contra Sebastián Verón, acusándolo junto a Gillett de generar una "deuda monstruosa" respaldada únicamente por el patrimonio de Estudiantes como asociación civil. Según la AFA, los clubes deben pertenecer a sus socios, no a empresarios como Gillett, a quien señalan no como alguien que busca lucrar a costa del deporte.
Este conflicto resalta la polarización sobre el futuro del fútbol argentino. La AFA advierte sobre los peligros de los inversores privados que pueden endeudar a los clubes y destruir su identidad. ¿Estamos a punto de convertir a los clubes de "La Liga de los Campeones del Mundo" en catálogos de inversiones? ¿Qué queda del fútbol como patrimonio cultural si se transforma exclusivamente en un negocio con balances trimestrales?
¿Un buen negocio o una trampa?
La mercantilización del fútbol no es un fenómeno nuevo. Europa nos lo muestra cada fin de semana con clubes convertidos en juguetes de magnates, donde las promesas de gloria terminan hipotecadas en deudas y frustraciones.
Uno de los ejemplos más notorios es la gestión de Foster Gillett en Liverpool Football Club, que entre 2007 y 2010 fue sinónimo de promesas rotas y una montaña de deudas. Gillett, hijo de George Gillett, se desempeñó como director ejecutivo luego de que su familia adquiriera el club junto a Tom Hicks por 500 millones de libras.
Foster Gillett (a la izquierda) junto a la junta directiva del Liverpool, tras la adquisición del club por parte de su padre.
Anunciaron un estadio nuevo en Stanley Park que jamás vio la luz y prometieron inversiones para llevar al equipo a la cima, pero en cambio dejaron una deuda de 237 millones de libras, relaciones rotas con los hinchas y conflictos internos que acabaron con la venta del club en 2010.
Así, el paso de Gillett por Liverpool es un recordatorio, y a la vez un anuncio, de cómo la gestión de los clubes argentinos en manos de capitales privados puede desmoronar la identidad, la historia y el legado de una institución deportiva.
Los defensores del modelo argumentan que la inversión extranjera es la llave para devolver al fútbol argentino su lugar en el mundo. El discurso oficial pinta un panorama idílico: inversiones que llevarán a nuestros clubes a la gloria internacional. Pero la realidad es que la entrada de capital privado también implica la pérdida de soberanía. Las SAD priorizan la rentabilidad por encima del sentimiento. Los jugadores son activos, los socios son clientes y las glorias del pasado se convierten en páginas de marketing.
Un negocio con nombre propio
El plan de Foster Gillett es ambicioso. Su historia familiar está marcada por la adquisición del Liverpool FC y su participación en el Aston Villa, experiencias que no terminaron bien para los clubes. Ahora, Estudiantes es su nuevo laboratorio financiero. Detrás del dinero, hay contratos, cláusulas y un futuro cada vez más difícil de controlar para los hinchas.
Mientras tanto, el gobierno celebra. Desde los pasillos de la Casa Rosada, se destaca que la inversión en Estudiantes es solo el comienzo de un “plan para atraer capitales internacionales y proyectar a los clubes argentinos al escenario global”. Pero el escenario global también es el lugar donde las camisetas cambian de dueño y las tribunas pierden su voz. ¿Queremos ser espectadores de esa transformación o protagonistas de nuestra propia historia futbolera?
El modelo se presenta como una solución prometedora para el futuro del fútbol, pero la realidad es que, para los hinchas, lo que realmente importa va más allá de los números. La pertenencia, la identidad y el sueño compartido con la camiseta siguen siendo los pilares que mantienen vivo el vínculo con los clubes.
En este contexto, no se debe caer en el engaño de lo que se vende como "modernidad". Al final del día, el verdadero gol no se marca en las cuentas bancarias, sino en los gritos de pasión que resuenan en las tribunas por los verdaderos dueños del fútbol.
¿Hasta dónde las élites revolucionarias estuvieron dispuestas, exigidas por las circunstancias, a modificar las jerarquías sociales y plasmar un igualitarismo difundido a partir de la retórica revolucionaria?
¿Qué se discute cuando se habla de una EPEC como posible Sociedad Anónima? ¿En dónde se pone el foco del tema energético frente a la actual coyuntura? ¿Qué nos dicen la historia y la experiencia de otras SA?