El resultado de las PASO es peor de lo que esperaba gran parte de la dirigencia peronista, lo que demuestra un gran abismo entre la realidad concebida por la clase dirigente y la realidad que vive la población. Si en términos electorales el desafío era sólo competir y disputarle a Juntos por el Cambio (JxC), ahora la realidad exhibe que el enemigo tiene ya no una, sino dos cabezas. Otra vez, desde ambos lados de la grieta se subestimó al mediático ultraliberal.

Saldada la interna entre Sergio Massa y Juan Grabois, el peronismo se encontró ayer ante el peor de los escenarios electorales desde la recuperación democrática, ya sea porque obtuvo uno de los totales más bajos de su historia, como también porque en esta elección-y a diferencia de las anteriores- hay dos vertientes de la derecha que, en conjunto, arrasaron con un 60% de los sufragios.

El desafío no es imposible, pero apunta más a la supervivencia que a un programa político sólido: rascar votos de las principales vertientes derechistas, sea del caudal del mismo Milei, como de Bullrich, Larreta y Schiaretti, para llegar a octubre con un piso que supere un porcentaje no menor al 35% y que, consecuentemente, logre hacer entrar al peronismo en un balotaje donde el líder libertario tiene un pie y medio adentro. Hasta ahora, ningún candidato ganador en las últimas PASO ha salido en tercera posición en las generales, por lo que es muy probable que Milei sea el contrincante en un posible balotaje.

Frente a este escenario, es probable que Massa derechice su discurso ante un electorado descontento, enojado y empobrecido, al cuál -desde Unión por la Patria- no se le supo hablar con respecto a cuestiones de “seguridad” y estabilidad económica, temáticas sensibles y hoy cooptadas simbólicamente por los sectores reaccionarios, sobre las cuales el fundador del Frente Renovador tendrá que trabajar a sabiendas de que su votante fiel no comparta tales ideas.

Unidad o muerte

Con el alivio de haber ganado en la provincia de Buenos Aires a través de la candidatura de Axel Kicillof, quien se consolidó -una vez más- como uno de los alfiles más importantes dentro del movimiento nacional y popular, los dirigentes peronistas y kirchneristas se congregaron en el búnker de Massa para hablarle a la militancia y a la población, luego del trago amargo del escrutinio final.

En este sentido, quien primero tomó la palabra fue Juan Grabois, luego de lograr una gran elección pues, en su primera candidatura a Presidente, obtuvo la mitad de los votos que acumuló Horacio Rodríguez Larreta y logró 500.000 electores más que Juan Schiaretti, sin contar las colosales estructuras económicas y mediáticas que poseen estos últimos dos. Además, contuvo el voto duro del kirchnerismo descontento con la gestión de Alberto Fernández, votos que también irán a Massa.

El dirigente de Patria Grande se plegó ahora a la candidatura de Massa, tal como lo advirtió tiempo atrás, y en un prendido discurso afirmó que exigirá la suspensión del acuerdo con el FMI, la estatización de las empresas EDENOR y EDESUR, y una política de tierras para las familias pequeño productoras, entre otras medidas de su propia agenda electoral. Al mismo tiempo, le entregó el plan de gobierno de su espacio al ganador de la interna.

Por su parte, Kiciloff felicitó a Grabois por su “rebeldía” y también a Massa, a quien considera “el mejor candidato que tendrá el pueblo argentino en octubre”. “Es un orgullo compartir boleta con vos, Sergio. De mostrarle a la sociedad un horizonte y un futuro mejor”, expresó Kicillof.

Massa apuntará a acrecentar el porcentaje obtenido por el peronismo en la provincia con más electores del país, para lo cuál necesitará mostrarse codo a codo con Axel, quien irá en búsqueda de su reelección.

Finalmente, el candidato ganador de la interna peronista esbozó su mensaje en calidad de convertirse en el segundo pre-candidato con más votos, superado por Javier Milei y seguido por Patricia Bullrich.

“Quiero, entendiendo cómo se ha dado el proceso electoral, que nos animemos como fuerza política a convocar a la construcción de una nueva mayoría. Así como en algún momento, con la transversalidad de Néstor (Kirchner), planteo la necesidad de abrazar a radicales, sectores del campo popular, convocar a todos aquellos que representan una idea de país mucho más amplia y comprometernos a que el próximo gobierno no sea solamente de una unidad de coalición, sino de unidad nacional", reflexionó el Ministro de Economía.

“Massa, simpaticón y de Tigre”

El desafío en adelante para las militancias peronistas no es nada sencillo. Ante el actual escenario de incertidumbre generalizada, deberán enfocarse en objetivos específicos y consecuentes:

Lograr hacer entender al votante que las posibles consecuencias de las propuestas de ambas vertientes derechistas no son una solución a la actual realidad, caracterizada por un alto nivel inflacionario y desequilibrio entre precios y sueldos/jubilaciones, con el kilo de carne a $2000, el dólar ilegal a $695, el dólar oficial a $365, e incluso con devaluación por parte del mismo Gobierno.

Y por otro lado, persuadir a los demás votantes de que Sergio Massa es -a comparación de sus rivales- una persona más moderada, íntegra y simpática, desafío que puede lograrse si el Gobierno toma medidas económicas que logren paliar la grave crisis que rasguña los bolsillos de la clase trabajadora.