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El violentado oficio de hacer periodismo: Argentina pierde libertad de prensa y de expresión
El Gobierno de Javier Milei profundiza el autoritarismo con el ataque a la prensa crítica a su gestión, lo cual se evidencia en diversos hechos que revisten de gravedad. En el «Día de la libertad de expresión», Argentina no tuvo nada que celebrar
El Gobierno de Javier Milei profundiza el autoritarismo con el ataque a la prensa crítica a su gestión. Esto pudo verse reflejado en un caso de notable repercusión, como fue el fusilamiento del fotorreportero Pablo Grillo por parte de Gendarmería Nacional. Otro hecho, más cercano en el tiempo, que reflejó la incomodidad que genera el fotoperiodismo, fue el amedrentamiento al reportero gráfico del medio cooperativo «Tiempo Argentino», Antonio Becerra, por parte del encargado de la SIDE (Secretaría de Inteligencia) y mano derecha del presidente, Santiago Caputo.
La semana pasada, Daniel Parisini (Gordo Dan) exigió que el presidente metiera preso por decreto a Gabriel Levinas. Días después, el propio Javier Milei salió a “pedir las cabezas” de los periodistas de A24, Luis Novaresio y “Baby” Etchecopar, quienes cuestionaron la marcada tendencia hacia el autoritarismo del líder anarcocapitalista. Luego amenazó con iniciar una causa penal contra el periodista Carlos Pagni, por “banalizar el Holocausto” en una editorial sacada de contexto.
Los números de la represión a la prensa
En el top de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa realizada por Reporteros Sin Fronteras, Argentina descendió del puesto 66 al 87, en tan solo un año, entre los países con menos libertad de prensa del mundo. Además de las hostilidades (entre los motivos de esta clasificación), desde la organización atribuyen el deterioro económico de los medios de comunicación, que repercute en el salario de las y los trabajadores de prensa.
En 16 meses de gestión de Javier Milei y compañía, se registraron 216 agresiones contra periodistas y trabajadores de la comunicación en el país, lo que equivale a un ataque cada dos días, según un reciente informe del Observatorio de la Palabra Democrática.
Represión en Congreso, Buenos Aires. Foto: Edgardo Gómez/Tiempo Argentino.
El ataque a «El Grito del Sur», un ataque a los medios cooperativos y populares del país
El Gobierno no sólo busca destruir el salario de la clase trabajadora en general y de la prensa en particular, ni limitarse a vaciar estructuras mediáticas históricas de la República Argentina como la Agencia Télam. Ahora inicia una nueva embestida contra medios con estructura de cooperativas de trabajo. Este último es el caso de «El Grito del Sur», medio cooperativo de la Ciudad de Buenos Aires, que además cuenta con su redacción en el Espacio de Memoria Virrey Cevallos, en pleno centro porteño.
Altos funcionarios del gobierno, como Mariano Cúneo Libarona (Ministerio de Justicia) y Manuel Adorni (vocero presidencial y candidato legislativo en CABA), a través de canales oficiales anunciaron el desalojo de El Grito de su redacción, y justificaron la medida con datos falsos, que fueron respondidos uno por uno por la Federación de Medios Digitales de la República Argentina, de la cual Yair Cybel, director del medio en cuestión, es también presidente.
«Adorni afirmó que El Grito del Sur realiza una “ocupación ilegal” del Espacio para la Memoria Virrey Cevallos, gracias a acuerdos con la anterior gestión (de Alberto Fernández). La verdad. El medio funciona allí desde 2018, a través de un convenio firmado durante el gobierno de Mauricio Macri. No existe ninguna “ilegalidad”», respondieron desde la Federación, integrada por 80 medios digitales de todo el país.
Además, cuestionaron que «Adorni acusó al medio de usar presupuesto estatal. El Grito del Sur es una cooperativa de ocho trabajadores, sin vínculo con el Estado. La mayoría cobra por debajo del mínimo o no tiene ingreso fijo», aclararon. Desde la red también incluyeron el ataque a los Espacios de Memoria, ya que anteriormente «despidieron a todos los trabajadores del Espacio Virrey Cevallos. Ahora buscan también expulsar a quienes hacen periodismo desde allí».
En el último tiempo, El Grito del Sur adquirió una relevancia fundamental gracias al permanente esfuerzo y trabajo colectivo. En su cuenta de Instagram tiene más de 163.000 seguidores y realiza contenido diario, con una clara orientación reivindicativa de lo nacional, popular y feminista. Todo lo que detesta un gobierno como el actual, que entrega la soberanía y ataca a los feminismos.
En este sentido, la violencia contra El Grito del Sur, lejos de una medida de austeridad, es un marcado hecho de persecución política, propia de un régimen totalitario. Atenta no solo contra dicho medio sino contra todos los medios digitales cooperativos organizados en la Federación antes nombrada.
Foto archivo: Encuentro de Red de Medios Digitales
Concentrar las voces, concentrar el poder
La concentración de poder mediático, es igual a concentración de poder político. Esto tiene repercusiones negativas para las democracias, ya que tanto la libertad de expresión como la libertad de prensa quedan limitadas.
Esto sucede en un contexto de decreciente lectura de producciones periodísticas confiables y completas, menor verificación de la información y una creciente dependencia a las redes sociales como fuente primaria, lo que dificulta la elaboración de interpretaciones propias y fundamentadas, sobre diversos temas.
Esta crítica situación tiende a profundizarse ante la decisión de gobiernos como el de Córdoba, donde los medios tradicionales y hegemónicos concentran la mayor parte de las pauta oficial, al tiempo que programas benéficos para los medios cooperativos son paralizados en detrimento de sus trabajadores.
Inocular odio, cosechar violencia
En Argentina, debido a la crisis generalizada, la violencia social también se incrementa. En el medio, el propio presidente lanza la frase: “todavía no odiamos lo suficiente a los periodistas”. Pero lo que en verdad trasluce el dicho, es la intención de profundizar el odio entre pares, donde al final “todavía no odiamos lo suficiente”, a cualquiera que no piense según la propia visión de lo que se considere correcto desde lo ideológico.
¿Cuál es entonces el objetivo de atacar y deslegitimar al periodismo? Ni más ni menos que silenciar las voces críticas, concentrar el poder comunicacional, facilitar la manipulación informativa y controlar la agenda,. Sumado al manejo efectivo que la Rosada ejerce sobre las redes sociales, donde opera firmemente su ejército de trolls.
Pero más allá de cualquier avance o nueva “etapa” del totalitarismo, eliminar el periodismo popular no es tarea fácil. Argentina posee y ostenta una tradición periodística reconocida mundialmente, una marca histórica que va desde Moreno a Walsh y desde Walsh a la actualidad, donde cientos de periodistas se organizan y resisten juntos a la avanzada anti derechos.
No es casual que la serie «El Eternauta», obra que apela y destaca símbolos, oficios e identidades emblemáticos del ser nacional-argentino, otorgue un lugar importante al oficio de “escritor” en un mundo postapocalíptico. Alguien tiene que narrar, incluso -y sobre todo- en los momentos más difíciles.
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