Instrucciones para no olvidar nuestra furia travesti

¿Cuánto aguanta un cuerpo cuando pareciera que lo único que puede hacer es sobrevivir? Un cuerpo que sólo sobrevive, es con el costo de la enfermedad hecha carne.

Noviembre históricamente ha sido la antesala previa a los estallidos sociales. Las intensidades, sumado al cansancio social, son el caldo de cultivo para querer cerrar el año como sea. Una fe de erratas de creer que con el fin del calendario anual se reinician nuestras vidas.

Noviembre arrastra consigo un clima caluroso, denso y hasta por momentos agotador. Se siente en el cuerpo: la lengua reseca no es sólo por la sed, también es un síntoma del miedo y la ansiedad de que algo no anda bien. En estás últimas semanas, sucedieron hechos claves para comprender que, si bien, nadie se salva solx, es menester reconocer que no todxs están dispuestxs a rescatarnos cuando las papas queman.

Las travestis tenemos los dedos encallados de tanto agarrar papas hervidas, mientras otros y otras esperan relajados/as a que les sirvan la comida ya masticada, ¿saben que hacemos muchas otras cosas que sólo sobrevivir? Hay pocos lugares que se nos otorgan más allá de la muerte, la prostitución o la lástima por nuestra expectativa de vida, somos esa “identidad cloacalizada” de la que habló hasta el fin de su vida, la militante por los derechos de las travesti-trans, Lohana Berkins.

Desde el viernes previo a la marcha que tengo preguntas que se disparan, una tras otra, y se repiten como un mantra. Surgieron de la escucha a la psicóloga social, escritora y activista, Marlene Wayar, al hablar del 'ejercicio del olvido':

“¿Qué hace que elijamos como sociedad, la práctica del olvido? No reconocernos en los dolores de nuestra propia historia como colonizados… las violencias sobre nuestros cuerpos fue lo que constituyó en parte a la culpa metafísica. Esa culpa que te come viva y ante la duda, acrecienta la impotencia y la negación. Lo nefando, lo aberrante, es el pecado, entonces: ¿mi delito y expulsión fue por ser travesti?”, la escuché decirnos.

Fotografía analógica: Azul Urioste/Enfant Terrible

Recordando tu expresión:

¿Cómo impacta el olvido en nosotras, nosotres y nosotros, cuando la historia que tenemos está poco escrita y muy mal contada? ¿Qué o quiénes son esas históricas que fui a buscar el sábado en la marcha? ¿Cómo imaginamos un cuerpo travesti envejecido por el pasó del tiempo? Me encontré con la angustia de la realidad de saber que esas “viejas”, no son más que adultas de espíritus envejecidos por resistir: ante la pobreza, ante la exclusión social y estatal, ante las pérdidas de amigas que ya no están, ante una vida legalmente clandestina. Se podría decir que aquellas “viejas históricas” son quienes nacieron previo a la sanción de la Ley de Identidad de Género (26,743) y las nacidas después, somos esxs hijxs o nietxs de las que nos trajeron hasta acá.

Para reconocernos como parte de los procesos históricos, hace falta duelar aquello que ya no existe más que como nostalgia del ‘pasado mejor’, hasta negar la realidad del presente.

En la actualidad, la marcha se transformó en una fiesta con consignas políticas de fondo. La música pop aplacó todo reclamo; el glitter y la parafernalia de colores se transformó en la marca registrada de lo que antes fueron las máscaras para evitar ser reconocidxs por miedo a la persecución, ¿eso significa una “libertad con igualdad”? No es despotricar contra la alegría y el festejo de celebrar la posibilidad de que por un día la calle nos encuentre a todxs en una común unión colectiva; la cuestión es, ¿hasta qué punto todos los derechos recuperados son reconocidos por nosotrxs mismxs, cuando había personas del mismo colectivo ofuscadas porque se ‘politizó la marcha’?

Fotografía analógica: Azul Urioste/Enfant Terrible

Inconsciente colectivo:

Entonces ¿Cuánto aguanta un cuerpo, cuando pareciera que lo único que puede hacer es sobrevivir? Un cuerpo que sólo sobrevive, es con el costo de la enfermedad hecha carne. De todas formas, si algo nos han enseñado “las históricas” es que las travestis hemos hecho más que eso: somos constructoras de una historia política en defensa de los derechos humanos.

Para la periodista, comunicadora y militante travesti, Celeste Giachetta, recuperar derechos no es sin reivindicar la memoria: “Pienso que es desastroso perder la memoria, que nos vengan a decir a las travestis, a los negros, a los afros, a los pobres lo que es perder estos derechos que los llevamos tatuados en la piel”, reflexiona.

¿Qué es lo que mantiene nuestras convicciones después de tanta represión e intento de borramiento de nuestras experiencias? No olvidar a quienes pusieron el cuerpo hasta la muerte, para tener los derechos que no llegaron a ejercer.

“Está es mi primera marcha. Tengo 67 años. Estoy de estreno porque antes ni siquiera podía transitar las calles. Los derechos logrados nos permitieron poder expresarnos como nos sentimos interiormente”, comentó Marcelo Bayardi.

Fotografía analógica: Azul Urioste/Enfant Terrible

La clave está ahí, no dejarnos avasallar por la ilusión de la comodidad de quién pronuncia: ‘¿qué más quieren si ya se pueden casar, si ya tienen una ley que las reconoce en su autopercepción?’. Queremos que recuerden cuáles, cómo y de qué manera vivían y viven las personas que ni siquiera son reconocidas como sujetos de derechos, cómo se pone en tensión la posibilidad de acceso a políticas públicas y sobre todo, cómo somos lxs primerxs en generar estrategias de resistencia, ante una democracia herida.

“El ejercicio de la negación como búsqueda del olvido, de no reconocer la atrocidad de la expulsión de nuestros cuerpos, de continuar viéndonos nacer en cada recuerdo, en cada anécdota, en cada relato que construye narrativas colectivas… quienes decidan formar parte de la hegemonía bajo el manto de Dios, la Patria y la Familia, tendrán que pagar el precio de convertirse en verdugo de las libertades ajenas”, reflexiona Marlene.

Las calles y las paredes escritas, cuentan historias. Leerlas y escucharlas son los procesos fundacionales de querer saber qué pasó. Si no nos damos el lugar a la discusión sobre los ejercicios de negación, no solo va a repercutir en la población travesti trans, sino que estamos al pique de agarrar una nueva población para culpar. ¿Cuántos culpables más necesitan quienes ven capital humano, en donde hay ciudadanos con derechos? La reparación histórica no es ni más ni menos que buscar un reconocimiento: en lo simbólico, en lo político, en lo económico, en lo social, en lo institucional.

Fotografía analógica: Azul Urioste/Enfant Terrible

Si algo hemos planteado es poner en tensión el ejercicio de como han llegado a convertirse en significante ciertos hitos y la negación que mantiene a una sociedad, al punto de haber ganado el domingo Javier Milei, quien propone la crudeza en la literalidad de su modelo: liberal en lo financiero, conservador a ultranza en lo moral. ¿En qué momento nos olvidamos de que no queríamos ser más ésta humanidad? Ante la negación y el olvido, memoria, resistencia y furia travesti.

Esa misma ingenuidad de querer encontrarlas vivas, juntas y acompañadas, fue lo que me llevó hacer de la memoria, un instrumento pedagógico. El mismo que reunió el 20 de noviembre en el Día Internacional de la Memoria Trans a la población travesti, trans, no binaries, bisexuales, maricas, lesbianas, etc. Marchando desde Plaza de Mayo hasta el Congreso, pidiendo justicia por el travesticidio de Zoe López García, quien fue asesinada por su pareja la semana del 11 del corriente mes.

En Plaza de Mayo, allí donde sucedieron los primeros bombardeos en el 55’; las caminatas en círculos de mujeres madres buscando a sus hijxs, luego devenidas Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, todas en defensa de eso que resiste al olvido y a la desaparición, la democracia: “se vienen tiempos difíciles para todes, nosotras que sobrevivimos a varios gobiernos sabemos lo que se viene pero hoy somos lucha y resistencia. Hoy somos Furia de DIVERSIDAD! Somos Furia TRAVESTI!”, sostuvieron las históricas como bandera.

Foto de portada: Azul Urioste/Enfant Terrible

Agustina, me dicen Chora. Profe de psicologia, pronta licenciada. Escribo y soy mi propia empleada cocinando.

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