Lili, esa "mujer de la vida"

Esa afrodita de suburbios - emperatriz de las artes de amar - me acompañó en el transcurso de todas las vacaciones que duró mi niñez. Ya de adulta comprendí que los momentos más felices de esa infancia maricona, a veces tan difícil de transitar, me fueron otorgados por las sabias del sexo, la palabra y la escucha, cuando permitieron que una puta cuidara de mi corazón de niño herido.

Wala Deasis para Enfant Terrible

Cuando era niño-niña me encantaba esconderme en algún rinconcito cercano a la charla adulta para escuchar las cosas que me estaban "prohibidas" saber. 

En esa infancia curiosa alguna vez escuché a mamá decir que La Lili era una "mujer de la vida". Una verdad salía a la luz pero mi oído ignoto y mis pensamientos recién andando  no pudieron comprender el significado de semejantes palabras. Era como si intentara descifrar los grafitis de pompeya ocultos por el Vesubio. 

¿Cuál era esa vida que había abrazado a una mujer tan inmensa como La Lili y que la hacía diferente a las demás?

Esa afrodita de suburbios - emperatriz de las artes de amar - me acompañó en el transcurso de todas las vacaciones que duró mi infancia. La llegada del verano la hacía interrumpir un tiempo capitalino para viajar hacia aquel pueblito lleno de pastizales en donde crecí. 

Esa extraña dama que llegaba a casa durante el verano era diferente a los adultos que conocía. Dueña de los duendes de la noche, se pasaba todo el día jugando conmigo hasta que el sol se escondía y junto a ese soberano amarillo, ella desaparecía. Nunca supe a dónde iba. 

Tengo recuerdos de alguna vez, cuando comenzaba a aprender este lenguaje colonizado. Recuerdos de cuando recién mi cerebro daba los primeros pasos para entender la lógica de las conjugaciones verbales. En aquel momento intenté  escribir una carta para mamá, pero no podía conjugar el verbo "querer" en futuro. 

Ese pedazo del tiempo que viene con frecuencia desordenaba mis palabras.  Las hacía inconexas, raras y en  ocasiones también incomprensibles. Entonces La Lili me enseñó a articular ese balbuceo afectivo. "Querer" fue el primer verbo que supe utilizar en todas sus conjugaciones. Querer en todos los tiempos, esa fue la enseñanza de La Lili. 

Ya de adulta comprendí que los momentos más felices de esa infancia maricona, a veces tan difícil de transitar, me fueron otorgados por las sabias del sexo, la palabra y la escucha, cuando permitieron que una puta cuidara de mi corazón de niño herido. 

Hoy un retazo de su feminidad forma parte de mi. Aprendí que la vida también corre entre aquello que no se dice, que se oculta o que todavía no puede enunciarse por miedo al rechazo social. La vida de La Lili como la de tantas otras bramó sin derechos, sin patria y sin nación.

Nuestra deuda está con ellas. Si es verdad que hemos decidido impugnar tanto odio amando, entonces es importante entender que el amor es reconocimiento y que el reconocimiento es la movilización de soportes materiales y afectivos que hacen que una vida sea vivible.

Tal vez 

alguien 

a quien amas 

es 

trabajadorx sexual 

y todavía 

no lo sabes… 

Trabajo sexual es trabajo. 

Jubilación y obra social para trabajadorxs sexuales

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