Las venas abiertas de la Hidrovía: posponen 90 días la nueva licitación

El ministro interino de Transporte Gabriel Katopodis resolvió posponer la licitación de la Hidrovía Paraná-Paraguay por 3 meses a pesar de que un sector del oficialismo reclama su nacionalización. Tras 25 años de una "cabalística" privatización menemista, se abre las puertas a una discusión que entraña soberanía territorial, modelo económico, geopolítica y desarrollo sostenible. ¿Qué hacer con la Hidrovía?

Tras el repentino y trágico fallecimiento del ministro de Transporte Mario Meoni, el nuevo responsable interino de dicha cartera, Gabriel Katopodis resolvió postergar la nueva licitación de la Hidrovía por 90 días. Será a finales de julio cuando se abra la discusión sobre un nuevo acuerdo comercial para la navegabilidad del Paraná y el cobro de peajes a los barcos de gran porte, beneficio que actualmente está en manos de la empresa Hidrovía SA. conformada por la firma holandesa Jan de Nul y la privada argentina EMEPA.

Pero ¿Cómo llegamos a privatizar un río? la respuesta tiene nombre propio: Carlos Menem. Entre las más significativas e importantes privatizaciones del menemismo, la de la Hidrovía Paraná-Paraguay es quizás una de las que mejor ilustra el modelo económico -y los problemas que trae aparejado- de los últimos 25 años.

El Estado y la Patria Sojera

Qué hacer con la hidrovía se ha convertido en un debate nacional que no escapa a la polémica dentro la coalición gobernante. En el Frente de Todos hay un sector que aboga por la nacionalización de la vía fluvial y la concesión del dragado y balizamiento a empresas estatales. En este sentido, el titular del emblemático Astillero Río Santiago, Pedro Waseijko declaró a Tiempo Argentino:

"Lo ideal sería que el Estado se haga cargo y tener empresas públicas que manejen la hidrovía y los servicios. La postura nuestra es plantear que hay condiciones de que haya un ente público que administre, supervise, controle, haga las licitaciones y que tenga el poder político para mejorar el sistema de canales de navegación de los ríos principales"

En ese sentido las tensiones de una eventual avanzada estatista, mantiene en alerta a los sectores agroexportadores. Aunque la relación del actual gobierno en general es buena, la sombra de la crisis campo-gobierno nunca se disipa del todo. Ante la posibilidad de un mayor control por parte de la Aduana sobre la vía fluvial por donde pasa el 80% de las exportaciones de comodities y oleaginosas, la Sociedad Rural emitió un comunicado para mostrar su "intranquilidad ante la incertidumbre".

El Mercosur y el desarrollo sostenible

Una tensión añadida a este problema son las relaciones bilaterales de Argentina con los países limítrofes. Con el actual estado de las cosas, los barcos de gran calado que atraviesan la hidrovía recalan en el puerto de Uruguay, previo pago del correspondiente importe. Frente a eso, surge una propuesta, impulsada por un sector del oficialismo: habilitar el dragado del llamado Canal Magdalena, lo que permitiría la navegación de barcos con mayor capacidad de carga sin pasar por el país vecino. Esta medida, naturalmente tensiona las relaciones diplomáticas entre el Uruguay del liberal Lacalle Pou y la Argentina del panperonista Alberto Fernández dentro del maltrecho Mercosur.

También hay que destacar que la hidrovía constituye la única salida al atlántico para el comercio de Bolivia- especialmente la exportación de hidrocarburos - solamente en 2019 pasaron por el río 294 mil toneladas de diesel boliviano- y por lo tanto, una nueva concesión de la navegabilidad fluvial en manos privadas no beneficiaría la integración y desarrollo económico de la nación hermana.

Por si la diplomacia, la economía y las tensiones publico-privado no fueran suficientes, se añade un nuevo frente que atender: el desarrollo sostenible. El contínuo dragado del lecho fluvial, los incendios de miles de hectáreas de humedales durante el año pasado que han afectado a la calidad del agua y al caudal general del Río Paraná y del Río de la Plata. Además, el Comité Intergubernamental de la Hidrovía (un espacio conformado por las cancillerías de Uruguay, Paraguay, Bolivia y Argentina) destacó en su último encuentro que

"Los desafíos por el desarrollo sostenible nos obligan a pensar en reemplazar los combustibles “bunker” utilizados en la Hidrovía Paraguay-Paraná por alternativas energéticas más eficientes, sostenibles y amigables con el medio ambiente"

Definitivamente "que hacer con la Hidrovía" constituye para el gobierno de Alberto Fernández un desafío político de mucho calado que requiere de cintura política y mano izquierda. Un nuevo esquema político en materia de comercio exterior podría modificar sustancialmente la matriz productiva agroexportadora que reina en argentina desde los últimos 30 años. La posibilidad de ganar soberanía reclamando mayor presencia del Estado y apostando a la integración comercial y política de las naciones hermanas y del sur político no es un plato de buen gusto para muchos integrantes del oficialismo, mucho menos de la oposición. La hidrovía tiene, entonces, final ¿abierto?

Periodista y fotógrafo. Edito, escribo y leo. No siempre en ese orden.

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