Brasil será ¿la tumba del fascismo?

Los brazos en alto de los seguidores de Bolsonaro frente al Comando Militar Central recorren las redes. El escaso margen de votos que otorgó la victoria a Lula y la heterogeneidad del frente encabezado por el PT auguran un nuevo período político marcado por la inestabilidad y la falta de vocación democrática de la oposición. El neofascismo creciente en el mundo tiene en Brasil su mejor laboratorio.

Jugando sobre el filo de la navaja, el bolsonarismo va abandonando los cortes de ruta como método político. Tras registrarse más de 500 cortes de ruta en todo el territorio nacional, el ex presidente Jair Bolsonaro llamó a levantar los bloqueos de carreteras y afirmó "estar dispuesto" a encarar la transición de poder, aunque sigue sin reconocer directamente su derrota.

Durante la jornada de ayer, miles de simpatizantes del ex capitán ultraderechista se movilizaron a las puertas del cuartel Comando Militar Central, exigiendo una intervención de los uniformados contra el todavía no asumido gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Durante la convocatoria se pudo observar a decenas de simpatizantes bolsonaristas haciendo el saludo nazi.

El huevo de la serpiente

A pesar de la victoria del PT en la segunda vuelta electoral, el escenario sobre el que Lula deberá construir su gobierno arranca con poca consistencia. Por un lado, la coalición de gobierno acusa una amplia heterogeneidad que incluye sectores que se mantuvieron pasivos durante el encarcelamiento del presidente electo y durante el impeachment que eyectó de Planalto a su sucesora Dilma. Por otro, la minoría legislativa en ambas cámaras que acusa el PT no augura un camino expedito en el terreno del desarrollo de políticas públicas de corte social y popular en lo inmediato.

Desde el punto de vista más conceptual, la victoria electoral del lulismo y aliados no presupone a priori una derrota categórica del neofascismo, sino un retroceso aún contundente, pero táctico al fin, en el marco de su consolidación sociológica y de arraigo popular a escala global. Prueba de ello es el escaso margen con el que se da la victoria, en el que de 128 millones de sufragios posibles, apenas 2 millones separan un proyecto político del otro. El fracaso de las estadísticas y agencias que pronosticaban una amplia derrota para Bolsonaro marca el rumbo de la consolidación de su base social.

Periodista y fotógrafo. Edito, escribo y leo. No siempre en ese orden.

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