Bajo la lupa

Hace unos días, le escritore de Paises Bajos, Marieke Lucas Rijnevenld renunció al trabajo de traducir al holandés la obra de la joven poeta Amanda Gorman. La renuncia vino tras pasar por un fuerte cuestionamiento en redes sociales basado en que la traducción debería hacerla una persona negra. Es posible que sea una forma de cancelación, o al menos responde, nuevamente, a las reglas cada vez más rígidas de "hacer lo correcto" y del "hacer lo que se debe".

Marieke Lucas Rijnevenld es no binaria, se dedica, con mucho éxito, a la literatura y a la poesía. Fue la persona más joven en recibir el premio Booker Internacional Prize  por su libro La inquietud de la noche. Por su parte, Amanda Gorman es la joven poeta que recitó sus poemas en la asunción de Joe Biden. Luego de ese hecho, despertó interés en varios países para conseguir los derechos de traducción de su obra. La editorial holandesa, Meulenhoff, fue la que compró los derechos y contrató a Marieke Lucas, quien estuvo muy interesade en tomar esa tarea, y además Gorman también estuvo de acuerdo. Esto fue así hasta que la activista Janice Deul escribió una columna de opinión para el diario Volkskrant  donde cuestionaba la decisión de la editorial por no contratar a una persona negra para llevar adelante la tarea. Según la activista, el criterio correcto debería ser el de elegir a una "artista joven, mujer y, sin duda, negra". Es decir, la tarea debería ser tomada por alguien que sea idéntica a Gorman. Sobre esto, Martín Caparrós escribió en una columna recientemente publicada: "La traducción es un trabajo literario que, por definición, hace otro: alguien que no es el autor, alguien que debe trasladar lo que dice alguien a una cultura que no es la suya."

Cuando Marieke Lucas aceptó con entusiasmo el trabajo de la traducción, expresó: "En un momento de creciente polarización, Gorman muestra con su voz joven el poder de la palabra hablada, el poder de la reconciliación, el poder de alguien que mira hacia el futuro en lugar de mirar hacia abajo. Cuando me pidieron que la tradujera, todo lo que pude hacer fue decir que sí y apoyarla". Sin embargo, tras el enorme cuestionamiento en redes sociales y la publicación del artículo de la activista Deul, Rijnevenld renunció rápidamente.

Amanda Gorman.

Hace tiempo que en la escena artística se mira bajo la lupa quiénes son lxs que están detrás de las obras, para decidir si son legítimas o no. Es más importante conocer los detalles que posicionan socialmente a lxs artistas que en apreciar el desempeño que puedan lograr. Estas acciones creo que responden a diversas formas, que se proponen en la actualidad, para leer las opresiones, las desigualdades y las violencias que estructuran el mundo en el que vivimos. Me refiero a la incesante acusación de los privilegios, la contabilización de opresiones que atraviesan a las personas, las violencias recibidas por ser quienes son, etc. Pero estas perspectivas terminan siendo un arma de doble filo, no porque efectivamente la opresión recaiga de manera diferente en las personas—por el género, por la clase, por la raza, por la etnia, etc— sino porque obtura potenciales alianzas o lazos que se puedan generarse para enfrentar y modificar esas realidades. Estas formas de lectura terminan proponiendo un modo de pensar los sentidos de las diferentes luchas de manera aislada y sin intersecciones. Además, en el caso particular del arte, me surge la pregunta sobre el imperativo cada vez más rígido que obliga, a quienes se dedican a esas tareas, a tomar posiciones constantemente en relación a causas políticas y sociales. ¿Debería el arte responder siempre? ¿Deberían los artistas dar cuenta de ello? ¿Deberían ser consecuentes las obras con los artistas? No quiero decir que el arte debería estar desvinculado de dichas causas, en absoluto, pero sí sobre cierto mandato que dicta órdenes, que obliga, que indica lo que se debe hacer.

Por supuesto que las exigencias antes mencionadas no son exclusivas del mundo artístico e intervienen también en otros ámbitos, como en la política, el deporte, la academia, etc. Creo que son acciones que deben ser pensadas con mayor detenimiento y con capacidad de poder complejizar lo que hay detrás de estas regulaciones. Sucede, de manera muy frecuente, con las temáticas de género. Hace algún tiempo, fue cuestionada una ficción, escrita por un hombre, que trataba sobre el aborto. El argumento de poner en duda la calidad de la obra, e incluso su legitimidad, se basó en el hecho de que su género no coincidía con el de su ficción. Estos hechos cobran cada vez más fuerza, y el problema es que terminan por esencializar posiciones, y por dictaminar maneras correctas o incorrectas de desempeñarse en los distintos ámbitos. Sucede frecuentemente con la música y lo que se espera— o se cree correcto—que lxs músicxs puedan crear e interpretar. Un ejemplo claro es lo que pasa con la artista argentina Nathy Peluso, a la que se le exige sistemáticamente que en su obra de cuenta de su origen, y a la que se le reprocha la mezcla de géneros musicales que "no pertenecen" exclusivamente a Argentina, como si algo tan puro y tan propio existiera.

Marieke Lucas Rijnevenld

Como dije anteriormente, que una persona no atraviese las mismas opresiones y las mismas desigualdades no es un motivo para coagular eternamente su marco de acción, o de pensamiento. Se trata, más bien, de poder problematizar colectivamente las opresiones que estructuran nuestro mundo, porque de otro modo, y es lo que está pasando, se aboga separatismo donde se da por sentado que las diferencias sociales entre personas impiden las acciones colectivas, la solidaridad, la sensibilidad frente a las realidades, que por supuesto son distintas. No se trata de desdibujar ni despolitizar esos conflictos. Pero si seguimos sosteniendo esos criterios, sólo podremos entendernos y solidarizarnos con quienes comparten las mismas realidades, y la imposibilidad de tender puentes será un hecho.

Me gustaría traer nuevamente a Caparrós: "Por algo se llama identidad: porque postula que lo que importa es ser idéntico –en algún rasgo muy primario. “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”, decía el general Perón sin gran modestia: esto es lo mismo al cubo. Con el triunfo de las ideologías identitarias lo que sufre es el cruce, el cambio: lo nuevo que aparece cuando se mezcla lo diverso. La posibilidad y la riqueza de la traducción –que, como todo traductor sabe, es un juego con riesgos: perder algo, ganar lo inesperado."

La renuncia de Marieke Lucas Rijnevenld soslaya una vez más la posible encrucijada en la que nos estemos metiendo. Es otra muestra de la dificultad, que pareciera ser cada vez mayor, para compartir este mundo, para convivir en este mundo, realidad que nos obliga a tolerar conflictos. Y también es una muestra más del poder que se alimenta a diario de las acciones destinadas a boicotear personas en las redes sociales y en los medios de comunicación.

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Licenciada en Comunicación Social, Universidad Nacional de Córdoba. Redactora en Enfant Terrible y autora de numerosos artículos publicados en distintos medios.

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