Las putas de San Julián: un siglo de dignidad

Hace un siglo cinco trabajadoras sexuales del puerto de San Julián se negaron a acostarse con los represores y asesinos de obreros que integraban el Xº Regimiento de Caballería Argentina. Al grito de "Fuera cabrones! Nosotras no nos acostamos con asesinos" las putas de la casa "La Catalana" hicieron su aporte a la lucha obrera y reivindicaron a los huelguistas de la Patagonia Trágica. Cien años después, siguen reclamando sus derechos.

Cuando el periodista, historiador y anarquista Osvaldo Bayer escribió Los vengadores de la Patagonia Trágica dedicó un capítulo especial a las trabajadoras sexuales del prostíbulo "La Catalana", ubicado en 1922 en el puerto de San Julián.

Eran cinco mujeres: Consuelo García, 29 años, argentina, solteraÁngela Fortunato, 31 años, argentina, casadaAmalia Rodríguez, 26 años, argentina, solteraMaría Juliache, 28 años, española, solteraMaud Foster, 31 años, inglesa, soltera; junto con Paulina Rovira, catalana y dueña del prostíbulo.

Todas ellas encabezaron lo que Bayer llamó «la única derrota de los vencedores». Se enfrentaron a los hombres del coronel Varela, que buscaban celebrar la masacre perpetrada contra obreros y peones rurales. Un tendal de 1500 muertos fue el saldo de aquella lucha obrera que exigía apenas lo básico para malvivir. Con palos y escobas, las putas vengaron la memoria de José Font alias Facón Grande y sus compañeros, al grito de "Fuera cabrones, nosotras no nos acostamos con asesinos".

“Fueron las únicas que tuvieron la valentía de calificar de asesinos a los autores de la matanza de obreros más sangrienta de nuestra historia” señaló en su momento Osvaldo Bayer

Un siglo de lucha y dignidad

El centenario de aquella gesta será celebrado por la Comisión Putas San Julián de la Patagonia. Un espacio integrado por organizaciones transfeministas, colectivos LTGBIQ y trabajadoras sexuales. La actividad contará con una intervención artística curada por la activista y artista plástica Kekena Corvalán.

La secretaria genral de AMMAR, Georgina Orellano declaró que no se trata de un festejo, sino de un dispositivo de acción política. "No queremos monumentalizar ni hacer un monumento a las putas, ni nada que aumente el patrimonio, porque no queremos patrimonializar la lucha" subrayó.

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