El regreso talibán, la sombra de la sharía sobre las mujeres afganas

Luego de varias décadas de conflicto bélico, Afganistán se encuentra nuevamente bajo el control del Talibán, a pesar de 20 años de intervención por parte de Occidente para eliminar al movimiento. Mientras se re configura el tablero geopolítico, el mundo entero está expectante del nuevo régimen basado en la sharía, que mantiene en alerta en particular a las mujeres del país ante el retroceso de sus derechos alcanzados.

El conflicto geopolítico que tiene lugar en Afganistán cuenta con bastante más que dos décadas, tiempo que ocupó Estados Unidos el país centro asiático hasta hace días.

En los años 70's Estados Unidos se propuso financiar a los muyahidines, diversos grupos de guerrilleros afganos islámicos que se oponían a la presencia de la Unión Soviética (URSS) en Afganistán, en ese entonces llamada República Democrática de Afganistán y gobernada por el Partido Democrático Popular (PPDA) de régimen socialista. De este modo, en 1978 comenzaría una guerra que terminaría con la derrota del régimen comunista afgano e iniciaría la guerra civil afgana (1992-1996).

La victoria de los muyahidines apoyados por Arabia Saudí, Estados Unidos, Israel, Irán, Reino Unido y Pakistán, les permitió consolidarse en el poder aunque eso no garantizaría la estabilidad, ya que continuarían los enfrentamientos entre diversas facciones muyahidines. Entre ellas se encontraban los talibanes, una de las más extremistas, quienes lograron el control de Kabul en 1996 y proclamaron un Emirato islámico sobre Afganistán, estableciendo a la sharía, la interpretación chií de la ley islámica (desarrollada más abajo).

Mujeres comunistas afganas. Durante la República Democrática de Afganistán las mujeres afganas fueron escolarizadas, se incorporan a política, la producción e integraron los destacamentos populares en defensa de la revolución. También se prohibió el uso del chador.

El avance de Occidente

En 2001 luego del atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre, Estados Unidos bajo la administración de George Bush inició misiones el 7 de octubre de 2001 para 'luchar contra el terrorismo' en el oriente medio. Uno de los países donde se desplegó fue Afganistán, donde a su vez el Departamento de Defensa estadounidense proveyó de apoyo logístico, armamentístico y entrenamiento al Ejército Nacional y la Policía afganos.

Un pequeño paréntesis: Para fortalecer el apoyo nacional e internacional y justificar la invasión, El Pentágono creó la Oficina de Influencia Estratégica (OIE) de manera secreta, destinada a generar noticias -ya sean verídicas o falsas- para ser difundidas en la prensa internacional. Cuando se hizo pública, la OIE fue cerrada en 2002.

Ya en Afganistán, el movimiento talibán señalado por resguardar al acusado del atentado del 11S y líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, fue desplazado en pocas semanas del poder en el país, que pasó a ser conocido como la República Islámica de Afganistán con Hamid Karzai como presidente electo en 2004, promovido por Estados Unidos.

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creó la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ASIF por sus siglas en inglés), una fuerza militar integrada por 100.000 soldados aportados por casi 50 países, incluido Estados Unidos. En 2006 ingresó a la escena la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que, aunque terminó por retirarse del país en 2013, continuó brindando apoyo aéreo y logístico a las fuerzas afganas a través de la Operación Centinela de la Libertad.

A pesar del apoyo internacional, ni el ejército y policías afganos contaban con suficiente control sobre el territorio, concentrando sus fuerzas en Kabul, mientras que los talibanes siguieron organizándose en los márgenes del país (de difícil acceso por sus montañas y valles) financiando la milicia con el cultivo y tráfico de amapola. De hecho, en 2005, 2009, 2013 y 2018, los talibanes lanzaron ofensivas incluso con el país sitiado por sus enemigos de occidente.

Talibanes afganos bajo la sombra de un árbol. Marzo de 2020. Foto: Jim Huylebroek

Postales de una derrota

Luego de millones de dólares perdidos, miles de bajas en combate y el desgaste que implicó tantos años de conflicto, en 2020 se llegó a un Acuerdo de Retirada, donde las fuerzas de occidente pactaron con los talibanes su retiro definitivo, siempre que estos últimos cesaran las hostilidades. Mientras la OTAN y Estados Unidos se retiraban de manera progresiva a mediados de este año, el movimiento talibán se fortaleció aún más tomando el control de distintas zonas rurales y ciudades capitales en pocas semanas, en ocasiones sin disparar una bala como en Sharana, capital de la provincia suroriental de Paktika.

Así llegamos al presente, donde hace días aconteció en Kabul la retirada de los últimos soldados y la embajada estadounidense bajo la administración de Joe Biden. El hecho ha simbolizado una derrota del paradigma intervencionista sobre el que las potencias y organismos de occidente se auto proclamaron veedores ficticios del respeto por los derechos humanos en todo el mundo. Por el contrario, el movimiento talibán se encuentra más fuerte que nunca y ha retomado el control del país.

Aeropuerto de Kabul, este lunes, donde miles de personas buscaban ser evacuadas por la llegada de los talibanes. Foto: Wakil Kohsar

Irak, donde prevalece la inestabilidad política, económica y el enfrentamiento entre grupos de diferentes vertientes ideológicas y/o religiosas, es otro ejemplo de este fracaso.

Hace dos días, al perder el control de Kabul el ex presidente afgano Ashraf Ghani renunció a su cargo y abandonó el país para "evitar un derramamiento de sangre". Ya dentro del Palacio Presidencial, los talibanes hablaron de una transición pacífica de gobierno, aunque la propuesta del Emirato islámico puede significar la regencia de la sharía como norma.

Helicóptero estadounidense sobrevolando Kabul el pasado domingo, mientras la Embajada de Estados Unidos era desplazada al aeropuerto. Foto: Wakil Kohsar

Las mujeres, infancias y disidencias en la mira del Talibán

La sharia establece un estricto código de normas islámicas inspirado en el Corán y los dichos y acciones de Mahoma como norma primordial. A diferencia de los derechos humanos contemplados por los tratados internacionales, las libertades individuales quedan obstruidas por las leyes teocráticas del islam que actualmente rigen en otros cuatro países: Arabia Saudí, Irán, Libia y Yemen.

Las principales perjudicadas ante este escenario son las mujeres, al haber una serie importante de restricciones, que van desde reírse en público hasta estudiar y trabajar. Aunque durante las primeras declaraciones, los portavoces talibanes se han mostrado más flexibles respecto a estos puntos y de hecho, el portavoz talibán en Catar, Suhail Shaheen afirmó a en rueda de prensa que:"se respetarán los derechos de las mujeres". También aseguró que las niñas y mujeres podrán continuar asistiendo a las escuelas y acceder a la educación superior. En otro momento afirmó que permitirán algunas profesionales que estaban vigentes, como periodistas, enfermeras, doctoras, profesoras, incluso algunas políticas (como la primer alcaldesa de Maidan Shahr, Zarifa Ghafari, quien teme por su vida y permanece oculta). Aunque todo esto sería "en el marco de la ley islámica".

Milicianos talibanes en Kabul, uno de ellos mostrando la bandera de la Yihad. Foto: Wakil Kohsar

No obstante, las mujeres se mantienen en alerta y en el día de ayer realizaron la primera manifestación de mujeres en Kabul exigiendo "trabajo, educación y derechos políticos" al Talibán. El grupo de cuatro mujeres se desplazó por las calles alzando sus pancartas y consignas, una imagen que contrasta con los rifles automáticos de los milicianos.

Otro punto que se cuestiona es la Ley de intimidad de las parejas donde rige el matrimonio obligatorio. En caso de que un hombre decida casarse, la mujer no podría negarse sin importar si es una niña. Además, en caso de haberlo contraído, la mujer tendría prohibido vincularse con otros hombres mientras que para el varón la poligamia es una opción. Además, la esposa no tiene permitido utilizar dinero sin autorización del esposo. También está prohibido el aborto cuyo castigo es la flagelación pública, como las pedradas o latigazos.

Mujeres afganas en la aldea de Charmas, zona remota de Badakshan, tomando clases de salud e higiene sobre cuidados prenatales y de control de la natalidad a cargo de la doctora Zubeida, comadrona de la unidad sanitaria móvil del UNFPA. 9 de agosto de 2009. Foto: Lynsey Addario

Por otro lado se encuentran los hudud, castigos físicos que en ocasiones llegan terminan en la muerte. Los pecados penados con estos castigos pueden ser la violación, el robo y el asesinato, así como el adulterio y las relaciones homosexuales. Sobre estas últimas y otras identidades no heteronormadas, los castigos van desde la cárcel a hasta la pena de muerte.

¿Un nuevo comienzo para Afganistán?

Ahora bien, según las declaraciones del portavoz talibán Zabihullah Mujahid: "hay una diferencia entre lo que somos ahora y lo que éramos hace 20 años". Si bien se teme la regencia de la Sharia, aún no se han definido los códigos de conducta que regirán en Afganistán, donde públicamente los talibanes han invitado a las mujeres a formar parte de este "proceso de evolución", según lo describió Mujahid.

Tal vez la moderación y flexibilidad de los talibanes se deba a la atención mediática internacional que han despertado, manteniendo en alerta a las potencias de occidente.

Por otro lado, Rusia ha mostrado preocupación por si el nuevo régimen llegase a iniciar conflictos bélicos con países aliados de Asia central como Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán. Sin embargo, nuevamente Mujahid dijo que los talibanes tienen todas las fronteras bajo su control y que no permitirán que el territorio afgano "sea utilizado contra ningún país del mundo". Por su parte, China ha comenzado a negociar debido a la proximidad, los intereses comerciales e inversiones realizadas en Afganistán, cuyo foco es la extracción de materias primas como litio, oro, uranio, gas natural, petróleo y otras. Además el gigante asiático desarrolla el proyecto Cinturón-Ruta para agilizar el transporte de recursos entre Asia y Europa, conocida como la 'Nueva ruta de la seda'.

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