Un avión en la Masacre de Napalpí

En la Masacre de Napalpí se perpetró el primer ataque aéreo de Argentina. El "avión contra la sublevación indígena" Curtiss Jenny Chaco, fue la primera máquina voladora en sembrar el terror en nuestro país, arrojando desde el cielo primero caramelos y luego balas. La complicidad entre el Estado argentino durante la presidencia de Alvear con los empresarios algodoneros. La "civilización y la barbarie".
Foto: Robert Lehmann Nitsche. El epígrafe de la fotografía tenía registrado “avión contra levantamiento indígena 1924”.

La Masacre contra la Reducción Indígena de Napalpí está registrada como el primer crimen de Lesa Humanidad del siglo XX, hace casi 100 años. El episodio estuvo avalado por el entonces presidente de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear (UCR) y el gobernador del territorio chaqueño, Fernando Centeno (UCR), quien dispuso a Gendarmería Nacional y la Policía Territorial para colaborar con el exterminio de una minoría de criollos y una mayoría indígena.

Estas poblaciones eran desplazadas a campos de concentración llamados "reducciones", donde realizaban trabajo esclavo, para pagar una deuda creada por los mismos terratenientes algodoneros que mantenían el control territorial

En el caso Napalpí tuvo una particularidad: la utilización de la aviación para sembrar el terror y la muerte, tal como sucedió posteriormente en el Bombardeo a Plaza de Mayo en 1955 para derrocar a Juan Domingo Perón, por poner un ejemplo, o en los Vuelos de la Muerte durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983).

Antes de la Masacre, en la reducción de Napalpí, lxs indígenas habían iniciado un huelga en reclamo por una justa retribución de las ganancias por la cosecha de algodón. Un reclamo acotado, en comparación con las condiciones de vida y producción de las reducciones, donde pasaban hambre, torturas, mutilaciones, entre otros agravios por parte de policías y capataces.

A raíz de las huelgas, Fernando Centeno y parte de su administración negociaba con los indígenas, haciendo pactos para terminar con la revuelta. Sin embargo esto era una fachada, ya que en realidad las fuerzas represivas estaban alistándose para balear a lxs "sublevadxs".

El avión "contra la sublevación indígena"

Hay a partir de aquí un punto fundamental que nos lleva a plantear el rol del Estado-Nación y su función como regulador de la propiedad privada y el resguardo de los intereses capitalistas de los terratenientes. Es que durante la Masacre de Napalpí, el Estado no actuó solo, ni de manera aislada, sino que recibió directivas e incluso recursos de estos sectores.

Aquí ingresa el conocido "Avión contra sublevación indígena", Curtiss Jenny Chaco, oportunamente fotografiado por el médico y etnólogo alemán Robert Lehmann Nitsche, momentos antes de salir hacia la reducción de Napalpí. Este avión fue proporcionado por Agustín Cabal, entonces presidente del "Aero Club Chaco" que hasta el día de hoy funciona y celebra su existencia, aunque no constató este dato en su historia inaugural (habían pasado tan sólo 3 años de su creación en 1921, con marco del auge mundial de la aeronavegación).

Un relato clave para entender el rol del avión en la Masacre, es de Mariana Giordano, Doctora en Historia e investigadora de CONICET, quien también  prestó declaración ante la Unidad Fiscal de Derechos Humanos de Resistencia en el "juicio por la verdad" por la Masacre de Napalí. Giordano ha realizado diversas investigaciones sobre los discursos e imágenes de lxs indígenas del Gran Chaco, con referencias al caso Napalpí, entre las que se destaca sus tesis doctoral “Discurso e Imagen sobre el indígena chaqueno”.

Según Giordano, la imagen tomada por Lehmann: “muestra un avión con el piloto en la cabina sobre el que se distingue la inscripción ‘2 Chaco’  y delante de él funcionarios, policías con fusiles Winchester y el mismo Lehmann Nitsche”, y detalla que en ese entonces la prensa opositora al gobierno refirió a “la presencia de un avión de Aerochaco 2 que sobrevoló la zona en la que se encontraban tobas y mocovíes a la espera de promesas de resolución del conflicto planteado al gobierno territoriano”.

Una Masacre con sabor a caramelo

A las 9 de la mañana del 19 de julio de 1924 el avión cedido por el Aero Club salió del hangar comandado por el sargento Emilio Esquivel, acompañado por el estadounidense Juan Browls, quien había sido formado en aviación en el Aero Club Chaco. Cuando llegaron a la reducción, comenzó lo que sería el anuncio de la Masacre: caramelos.

Gracias al trabajo del historiador y referente indígena qom Juan Chico, en relación a la historización y búsqueda de verdad y justicia sobre la Masacre, se pudo conocer parte del testimonio de Rosa Grillo la última sobreviviente de la Masacre de Napalpí.

“La abuela dice que ella nunca había comido caramelos y ese día, cuando aparece el avión bien temprano, lo que primero empezó a arrojar es caramelos. Entonces ellos salieron y tomaron algunos porque era la alegría de ver por fin un caramelo, cuando empezó el estruendo y el tiroteo. De ahí, su mamá, Antonia Grillo, y sus tíos la agarraron del brazo y los llevaron para el monte y así se pudieron escapar y salvar (...) La propia hija cuenta que ella siempre se acuerda que ese día, que ella iba a comer caramelos, la marcó para toda la vida”

En realidad, tirar caramelos fue una trampa para hacer salir al aire libre a la gente y poder dispararles desde el aire y rociando la espesura del monte con sustancias químicas, produciendo el incendio de las tolderías. Rosa, quien entonces tenía entre 10 y 12 años de edad, contó que pudo sobrevivir gracias a que sus familiares la llevaron hacia el monte, donde permanecieron varios días en silencio y sin poder hacer fuego.

Civilización y barbarie

Otro testimonio clave realizado en 2019, es del piloto e investigador Alejandro Covello, quien trabaja Aerolíneas Argentinas y se formó como piloto de Fuerza Aérea. Covello reconstruye el uso del avión en la Masacre de Napalpí y realiza interesantes aportes en referencia a la aviación como herramienta para el genocidio de los imperios contra ‘lo bárbaro’:

“El uso del avión con armamento de guerra se comenzó a utilizar en las colonias europeas, como Libia, Somalía, Afganistán, Marruecos, India, Egipto, etc, con miles y miles de muertos. Era la civilización contra ‘lo bárbaro’; prueba de ello fue que el avión en la Real Fuerza Aérea Británica fue llamado “la Máquina de la civilización” y ejercía la destrucción sobre “lo otro”.

“...El bombardeo aéreo tuvo y tiene como objetivo sembrar el terror y no tanto destruir un objetivo militar puntual. Su uso, como dije, era contra países que se consideraban bárbaros y la aviación cumplía una función policial de represión y escarmiento más que un uso militar.

Considero que lo mismo ocurrió en Napalpí, su uso fue policial, de escarmiento y represión y contra lo “otro”, el indígena, lo que para quienes ejercieron la masacre llaman la barbarie...”

En síntesis, la Masacre de Napalpí se inauguró desde el aire, marcando un antecedente histórico en la Argentina con la primer represión aérea hacia población civil indefensa, que reclamaba por mejores condiciones laborales y de vida. Han pasado casi 100 años de estos macabros sucesos y recién hoy ha iniciado el juicio por la verdad, que no tiene acusados porque se encuentran fallecidos. Sin embargo el proceso sirve para marcar precedentes acerca del genocidio que el estado en su continuo avance sobre los Pueblos Indígenas y empobrecidos por los terratenientes, perpetuó por cielo y tierra.

Fuentes:
Masacre de Napalpí: nuevo testimonio revela formas de sometimiento y violencia del Estado

Masacre de Napalpí: “Les arrojaron caramelos desde el avión y después empezó el tiroteo”

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