Salud pública afuera: el ministro de Salud no renueva contratos

Esta semana fueron 1400 los despidos anunciados por el Ministerio de Salud. Los directores de vacaciones y los trabajadores de salud precarizados. Enfant conversó con Homero Bonafert, trabajador social del Hospital Bonaparte, sobre el desguace que atraviesa la salud pública.

Ramón Carrillo, previo a ser el primer Ministro de Salud de la Nación, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, cayó a su despacho y le consultó por qué se cuidaba más a las vacas que a las personas. De inmediato el presidente mandó a crear un ministerio. El médico sanitarista, luego dirá que: “los problemas de la medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría”.

Ochenta años pasaron desde la creación del Ministerio de Salud. Lo que fue una pregunta retórica que ocasionó que la mortalidad infantil se reduzca a la mitad; la creación de hospitales rurales y los primeros trabajos en salud mental desde una lectura sanitarista; hoy decanta con las políticas implementadas por el actual Ministro, Mario Lugones.

Tras la renuncia del ex ministro, Mario Russo, Lugones no tardó en acelerar el plan de reestructuración del sistema de salud: desmantelar, despedir, desfinanciar hospitales públicos y legislar a favor del mercado. Por ejemplo, semanas atrás, en un lapso de 48h, cerró 15 direcciones encargadas, entre otras cosas, de la coordinación con efectores municipales, infraestructura, asistencia epidemiológica, asistencia a personas que padecen enfermedades poco frecuentes y de alta complejidad o cuyo tratamiento es muy oneroso.

Dentro del plan de reestructuración estuvo el presupuesto 2025, donde el sector salud tuvo un recorte de 700 millones de pesos, sumado a los 1400 despidos registrados durante esta semana por supuestas “irregularidades” en las contrataciones.  La cartera sanitaria nacional no renovó el contrato de trabajadores del Hospital Bonaparte, el PAMI, el Hospital Español, el Sommer y el Instituto Nacional del Cáncer, entre otros organismos.

Modalidad de despido: virtual

Es ya un leitmotiv del Gobierno Nacional que el motivo de despido y desguace de políticas públicas se deba a “supuestas irregularidades”. Nunca explican cuáles y tampoco dan datos certeros.

“Esta medida se suma al recorte del 30% de cargos políticos realizado durante los primeros días del año y no afecta el normal desarrollo de las funciones de la cartera sanitaria”, aseguró el Ministerio mediante un comunicado.

Los trabajadores del Bonaparte, que traen la incertidumbre a cuestas desde mediados de octubre del 2024, cuando el director Christian Baldino les dijo que se cerraban las internaciones, se enteraron, entre pasillos, que estaban despedidos.

“Fueron varías situaciones. Primero por el comunicado del Ministerio de Salud de los 1400 despidos, otros ingresaron al GEDE -Gestión Documental Electrónica- y así nos fuimos enterando. Ninguna notificación oficial, cada uno se enteraba cuando entraba”, cuenta el trabajador social, Homero Bonafert.

Al parecer, el despido online es la modalidad más cómoda que encontraron para desmantelar todo un sistema sin necesidad de desarmar, ni tener que salir del despacho del ministerio. Pura casualidad también que el director Baldino y el subdirector German Guarino se hayan tomado licencia días atrás de que sucedieran los despidos.

Diego Masaragian puso la firma, fue quien despidió a todos los compañeros. Estamos tratando de garantizar la atención a los pacientes internados que son alrededor de 30, más la gente de la guardia. Los turnos ambulatorio están suspendidos porque no tenemos personal. No hay médicos psiquiatras, ni psicólogos para atender en la guardia, ni en lo servicios de internaciones, ni en consultorios externos”, comenta Homero.

De izquierda a derecha: Subdirector German Guarino y el Director Christian Baldino.
Autoría a quien corresponda

¿Qué es la salud mental?

Las medidas impuestas por el ministro Lugones van en contramano de lo que consideraba el cardiólogo René Favaloro: “un hospital que funciona es un hospital con la sala de espera vacía”. Despedir 400 psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, terapistas ocupacionales, administrativo, mantenimiento, choferes, entre otros. No es en pos de salas de espera vacías. Es ir en detrimento tanto de la salud de los usuarios del servicio, como así también de quienes acompañan los procesos de salud-enfermedad.

El artículo primero de la Ley de Salud Mental define a la misma como un proceso de salud-enfermedad donde factores ambientales, políticos, económicos, culturales -y podría agregarse de género- afecta y performa las condiciones concretas de la vida cotidiana. ¿Con qué capital podrán acceder a un tratamiento de salud mental si quedan sin lugar de internación ambulatoria? ¿Quién va a alojar no ya a los pacientes en riesgo, sino también a los trabajadores precarizados y despedidos?

“Tenemos el sueldo congelado. Sólo tuvimos uno o dos por ciento de aumento así que nuestros sueldos quedaron muy por la baja. No solo a la inflación y precios, sino también en cargos de ciudad y provincia donde los sueldos son más altos, lo que provocó que despidieran a 30-40 compañeros en agosto. Hubo otros 70 que renunciaron por las condiciones y los maltratos por el cambio de la gestión”, argumenta el trabajador social.

Autoría a quien corresponda

Defender el trabajo es defender la salud pública

Una de las pretensiones del Gobierno Nacional es reducir al mínimo los dispositivos de salud público para que proliferen clínicas privadas o la provincialización de la salud. Es decir, que cada gobernador e intendente costee los insumos, sueldos y condiciones edilicias.

Esto por un lado provoca que las provincias empiecen a aplicar estrategias de pagos en el sistema público, más la cuota que se paga por la prepaga y, por el otro restringe sobremanera las posibilidades de acceso a una atención inmediata a quienes están en riesgo, en crisis o necesitan un tratamiento particular.

Es una incógnita que, aunque en esa reestructuración pretendan dinamitar el sistema público, en pos de la mercantilización de la vida, en algún momento el ministro o el Presidente van a necesitar atención inmediata y los hospitales estarán cerrados o colapsados. Sin salud no hay educación, ni trabajo. O al revés, con trabajo y educación mejoran las condiciones de salud de las personas.

“No estamos defendiendo los puestos de trabajo, que sí, es importante pero acá lo que estamos defendiendo es la salud pública porque lo que hicieron fue cerrar un hospital. Dejar que las condiciones estén dadas para no poder atender. Nosotros queremos trabajar pero más que eso queremos atender a las personas, que es lo que hacemos”, concluye Homero.

Homero Bonafert, trabajador social

Foto portada cortesía de Homero Bonafert

Profesora y licenciada en psicología (UNC). Me dicen Chora. Editora de Género y de lo que se presente.

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