Intervenciones no consensuadas sobre los cuerpos intersex: vivir con ello

Las personas intersex han sido consideradas por las ciencias médicas, psicológicas y jurídicas como cuerpos "anómalos" o "aberrantes" a ser intervenidos. Dialogamos con Majo Fe Brizuela, estudiante de antropología, violinista y activista intersex.

Las personas intersex son todas aquellas que nacieron con variaciones en sus caracteristicas sexuales (cromosomas, gónadas, genitales y hormonas) y que se encuentran por fuera de los parametros binarios de sexo femenino o masculino vigentes. En casi todos los casos, son sometidas a intervenciones quirúrgicas sin consentimiento y a temprana edad, por el desconocimiento de quienes están a cargo del bebé o niñx.

Para conocer qué implica haber nacido y crecido en un cuerpo intersex, e ir reconstruyendo una parte de su historia en conjunto con otrxs que comparten experiencias similares, Enfant Terrible estuvo dialogando con Majo Fe Brizuela, estudiante de antropología, compositora musical e integrante de Potencia Intersex, organización de personas intersexuales en el territorio Mapuche-Argentino.

«¿Quién es Majo Brizuela? Yo, es mi persona, mi nombre jurídico, pero me reconocen más por “Fe de Fénix” mi nombre de música-compositora. Me gusta que me digan “Fe” como el elemento hierro de la tabla periódica, es una forma de decir  “irrompible”», comenta al momento de presentarse.

Fe explica que “ser intersex no es nacer en un tercer sexo, ni ser hermafrodita, ni es una decisión, ni un género autopercibido, ni un tipo de sexualidad, es nacer con una variación corporal”.

La palabra intersexual nace en la literatura médica en reemplazo de hermafrodita y pseudo hermafrodita, una forma de decir “no es ni un sexo, ni otro”. De todas formas, las personas llegan a este término por lo general de adultxs al escuchar a otrxs referentxs, activistas o personas que vivieron experiencias similares.

Las cirugías, tratamientos farmacológicos y demás procedimientos que le aplican a las personas intersex, son reconocidos como prácticas de tortura y maltrato infantil por organismos internacionales como la ONU (Organización de Naciones Unidas) o la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos).

“Estás intervenciones no tienen otra finalidad más que cosméticas, estéticas y políticas de pretender hacer coincidir dentro del sexo-género de varón o de mujer, a una persona que aún ni siquiera es conciente de lo que está sucediendo”, relata Fe.

Para las ciencias médico-jurídicas y psicológicas, dichos cuerpos han sido objeto de estudio al ser representados como “anómalos” o “aberrantes”, y por ende, posibles de ser analizados bajo tratamientos posteriores para personas no intersexuales, que deseen algún tipo de tratamiento quirúrgicos en su adultez.

En sí, las variaciones no presentan patología o enfermedad alguna. Son las intervenciones consideradas como “técnicas de normalización” las que producen, a corto y a largo plazo, enfermedades irreversibles, tanto en la salud mental como del cuerpo. En este sentido, para la médica general Marina Elichiry: “no hay evidencia científica consistente, es decir de calidad, que demuestre beneficios de dichas intervenciones durante la infancia”.

En palabras del activista Mauro Cabral: “paradójicamente, nos intentaron curar de algo que no estábamos enfermxs”. Dichas prácticas van a considerar a las personas intersex como cuerpos a corregir, bajo el pretexto de “urgencia" de aplicar el protocolo fundado por el psicólogo especializado en sexualidad John Money en los años 60’ a partir de una mala praxis realizadas a hermanos gemelos, conocidos como el caso Brenda/Bruce”.

De allí que activistas como Fe digan que hay que llamarlas por lo que son: “Modificaciones quirúrgicas genitales no consentidas y no informadas. El protocolo actual de actuación intersex a nivel mundial consiste en: cirugias, hormonas y pedirle a los padres que generen un contexto a la persona nacida intersex para que ‘crea’ en el sexo y el género asignados al nacer, masculino o femenino”.

Este supuesto de Money, luego replicado en la actualidad de “hacerles creer su sexo y géneros asignados”, consiste en un consenso cultural donde los padres del recién nacido, por acción u omisión, ocultan la historia a sus hijxs de qué es lo que hicieron con sus cuerpos, donde el sistema de salud borra sus historiales clínicos, ya que lxs consideran “casos excepcionales” y que al haber sido operados a temprana edad, “no recordarán nada de lo sucedido”.

Si bien los protocolos en salud son medidas estandarizadas de cómo intervenir ante situaciones de urgencias, los mismos quedan a criterio de quién lo aplique y bajo qué circunstancias. Es irónico que, aunque fue inventado para “resguardar” la salud de lxs usuarixs, terminó siendo un procedimiento legal en resguardo de otros intereses y de las negligencias del sistema de salud, ya que la “urgencia” de dicho protocolo, es más por un juicio de valor cultural, que por una emergencia propiamente dicha.

Somos más que un diagnóstico médico

“Cuando era piba me sacaron el apéndice y ahora de adulta me confiesan que me sacaron otra cosa. Segrego hormonas que no corresponden con mi sexo asignado al nacer, por dentro se ven tejidos de esa intervención, por lo que me diagnosticaron como paciente intersexual con 'remanencia de organos sexuales internos'” cuenta Fe.

“Extracción de apéndice” o “extracción de hernias inguinales”, es la forma que se suele utilizar en la medicina a modo de lenguaje encriptado, con el fin de no generar problemas psicológicos en la gente, violándose así los derechos constitucionales básicos como el derecho a la verdad, a la integridad física, al desarrollo personal, a la identidad, a no vivir tortura, entre otros.

Imagen del fanzine colectivo "NOSOTRXS, INTERSEX"

Ante la negligencia y el avasallamiento de sus derechos, en los años 90's, se producen los primeros registros de organizaciones activistas en defensa por los derechos de las personas intersex, siendo Mauro Cabral uno de los principales referentes en la Argentina, para él: “Es una manera más de nacer, una posibilidad más de ser. Hay que cambiar el lenguaje para cambiar los paradigmas que nos atraviesan los sentidos de la vida social”, comenta.

El activismo intersex en Argentina y en Latinoamérica, ha logrado insertar la discusión del respeto de sus propios derechos dentro del sistema de salud, que hasta hace unos años atrás en la formación universitaria, médicos docentes decían que “es más fácil hacer una mujer”, refiriendo a la práctica habitual de asignar el sexo femenino a los bebés intersex. “La técnica para hacer una vulva y una vagina es mucho más simple que hacer o alargar un pene”, comenta Marina Elichiry en diálogo con Página 12.

Actualmente se dice que representan el 1,7 por ciento de la población mundial, sin embargo, esta estadística no es fiable porque fue realizada contemplando solamente una de las más de cuarenta variaciones intersexuales. Un relevamiento realizado en el 2013 en el hospital Garrahan arrojó como resultado que de 42 jóvenes entrevistadxs, sólo un tercio tenían buena información acerca de su diagnóstico y condición intersex en general. Dicho borramiento escritural se ve contrastado en las cicatrices de sus cuerpos:

“Borrarnos la historia clínica es también como borrarnos de la historia actual, es literalmente eso, un borramiento, parece un intento de extinción, ¿Cómo hacemos para hacer llegar esto a la gente y que sepan que no están solxs, que somos un montón y estamos luchando para ponerle un fin a las mutilaciones y reparar a las que sobrevivimos?”, se pregunta Fe.

El respeto irrestricto por los derechos humanos

En el año 2020, durante la pandemia y la ASPO (Aislamientos Social Preventivo y Obligatorio), sucedieron algunos proyectos de ley importantes para la población LGBTIQ+ entre las que se encontró el proyecto: “Protección Integral de las Características Sexuales”, impulsado por la organización de activistas “Potencia Intersex” junto con la diputada Gabriela Estévez, que se volvió a presentar en Cámara de Diputados y Senadores a finales del 2022.

La pretensión del proyecto, es resguardar el derecho de las futuras generaciones de personas intersex para evitar las violencias recibidas por parte del sistema de salud y una reparación histórica para quienes fueron intervenidxs a temprana edad. Entre sus puntos más importantes, se encuentra el pedido expreso de que todas las personas que sufrieron intervenciones en sus características sexuales siendo niñxs, tienen derecho a conocer la verdad sobre qué les  hicieron y bajo qué circunstancias; la posibilidad de acceder a su historial médico; la protección de la salud integral y de la autonomía respecto de sus cuerpos;  principalmente, la prohibición de realizar cualquier procedimiento de modificación corporal no terapéutico sin el consentimiento expreso, libre e informado de la persona cuyo cuerpo está involucrado.

El proyecto, desde su media sanción en 2020, no logró llegar a otra instancia para su posible promulgación quedando cajoneado, hasta que llegue una mayoría al poder estatal que vele por el derecho de todxs. Sin embargo, esto no desmotiva a lxs activistas que continúan visibilizando la lucha intersex y formando tanto a profesionales de la salud como a espacios educativos. 

“Habilitar los lugares para que las personas puedan conocerse a sí mismas acompañada de otrxs, es muy sanador. Desde Potencia Intersex, organización de la que formo parte, venimos haciendo encuentros virtuales y algunos presenciales para encontrarnos con más personas intersex en nuestro territorio, visibilizando nuestra historia, para que se sepa que siempre estuvimos ahí”, concluye Fe.

Agustina, me dicen Chora. Profe de psicologia, pronta licenciada. Escribo y soy mi propia empleada cocinando.

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