Ezequiel Castro: memoria de un crimen impune

Hace un año Ezequiel Castro era detenido arbitrariamente, torturado y muerto en distintas dependencias estatales de Córdoba. En septiembre del año pasado visitamos a su familia con el objetivo de recuperar su memoria, historia e identidad. ¿Quién era Eze? ¿Cuál era su vida? ¿Qué familia hirió para siempre el Estado con un nuevo crimen? Conversamos con Guillermo y Lorena, su padre y madre, que esperan que se haga justicia.
Foto: Rodrigo Savoretti

Desde el miércoles 8 de junio nada es lo mismo en la casa de la familia Castro. Hay una ausencia que duele una eternidad, sueños que reclaman un cuerpo y un barrio que tiene un pibe menos.

“Mi hija más chica lo dibuja todo el tiempo. Me pregunta dónde está Eze, no entiende porqué no vuelve a casa” relata Lorena Acuña, madre de Ezequiel. Guillermina es la más pequeña de la familia, tiene cuatro años y mantiene una diferencia de veinte años con su hermano mayor.

La familia Castro es nueva en barrio Cerro Norte. Se mudaron allí hace ocho meses tras el vencimiento del contrato en su histórico hogar en barrio Talleres. Guillermo es camionero y Lorena es trabajadora doméstica. Tienen cuatro hijas y tres hijos.

“Eze se levantaba a las seis y media y a las siete se iba a trabajar con su viandita de comida, volvía a las seis de la tarde, se bañaba, iba al colegio y regresaba antes para ir a buscar a sus hermanos más chicos a la otra escuela, después cenaba y se iba a dormir, y así todos los días”

Ezequiel estaba terminando el secundario en Villa Allende y se había inscrito con su hermano más grande en el Ejército. “El negro” como le decía su gente allegada, había ingresado a trabajar en una constructora a principio de año. “Estaba feliz con su laburo porque se había cansado de tirar curriculum y acá apenas ingresó lo pusieron en blanco” afirma Lore. “Aparte era guapo el flaco y lo apreciaban un montón por su carisma, iba de acá para allá con su capataz, lo llevaban a todos lados” agrega Guille.

foto: Rodrigo Savoretti
“Eze siempre fue solidario, tenía un imán con las personas en situación de calle. Siempre me pedía guardar un plato de comida para un chico con adicciones que vivía en un colchón acá en la esquina. Y cuando vivíamos en Talleres caía a casa con amigos que sufrían violencia familiar y venían junto a sus hermanitos más chicos a cenar y a dormir”

Solidario, empático y jodón, “el negro” no podía mirar para otro lado cuando alguien necesitaba ropa, plata o un consejo. No permitía que a sus hermanos les falte nada. Cuando cobraba, lo primero que hacía era comprar ropa y ayudar a pagar las cuentas de la casa. Siempre se peleaba con sus hermanos por la tele, la Playstation 2 era su ritual y la película “Rápido y Furioso” su favorita, no se cansaba de verla.

Obsesionado por el cuidado de su estética y tan fanático de Belgrano como de los autos, Ezequiel pasaba sus días estudiando, trabajando y dejando su moto (regalo de su padre) brillosa y radiante. Daddy Yankee sonaba en su cuarto haciendo retumbar las paredes. Y a pesar de también escuchar cuarteto, nunca iba a los bailes. Prefería quedarse en su barrio.

En una de las paredes de su habitación se ve la colección de gorras, nunca salía de casa sin una de ellas. Ahora todas cuelgan vacías, como reclamando su dueño, esperando volver a estar arriba de su cuidado pelo.

“Mi hijo era un amor. Su ausencia duele mucho porque él era muy cargoso conmigo y su hermanita sobre todo. Venía, nos abrazaba, nos daba besos, el negro era muy amigable con todo el mundo. Era el más mamero” afirma Lorena con lágrimas entre sus ojos. 

En la casa de los Castro la ausencia de Ezequiel se siente en cada rincón. Guillermina relojea el cuaderno de su hermano que Lorena encontró en estos días, recordando un Ezequiel de jardín aprendiendo a escribir su nombre, esbozando rasgos de una identidad que ahora integra la lista de los jóvenes y adolescentes asesinados por la represión del cordobesismo.

Mientras compartimos unos mates, nos llega la noticia de los últimos cambios en el gabinete del Gobierno de la Provincia de Córdoba:

“Schiaretti dice que desde el 2020 son solo cuatro casos de gatillo fácil: Correa, Paredes, Ávila y Romo. Pero yo -en tres meses- conocí a un montón de familias distintas con sus hijos asesinados este mismo año. Entonces ¿Qué cuatro casos señor gobernador? Es terrible lo que está pasando, y por más que cambie de figuritas, todos sabemos que él es responsable”, acusa Guillermo.

Muy parecido a su padre en voz y personalidad, se hacía pasar por él en audios de whatsapp confundiendo a los amigos de Guillermo. “Era igual a él pero negro, eso es lo único que sacó a mi, lo moreno, después era un calco a su padre, la misma cara, todo” se mofa su mamá. “¿Lo guapo también lo sacó de vos Guille?”, pregunto entre risas que se evaporan en el ambiente familiar.

“No sé... el negro era distinto, único”.

Ezequiel Guillermo Castro de 21 años fue detenido arbitrariamente en Barrio Cerro Norte el miércoles 8 de junio, a una cuadra y media de su casa cuando tomaba una gaseosa junto a un amigo. De allí fue trasladado a la Comisaría Nº19 y luego a la Alcaldía de Tribunales 2, institución a la que ingresó golpeado y con signos de tortura. El jueves 9 estuvo en el Hospital Misericordia donde le dieron el alta para el CPA-UCA.

El viernes tenía firmada la libertad pero se la negaron. Sábado y domingo fue torturado en esta última institución, sin acceso al agua, atado de manos y con graves problemas de salud (rabdomiólisis, deshidratación, somnolencia). Fue internado el domingo a la noche en terapia intensiva y finalmente falleció el día martes 14.

Técnico y profesor en Comunicación Social (UNC). Periodista. Guevarista y peronista.

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