Claudia Cesaroni: “Eso que llaman justicia por mano propia es venganza por mano propia”

En un año marcado por el gatillo fácil y la violencia institucional, Enfant Terrible tuvo la oportunidad de dialogar con la abogada y militante por los Derechos Humanos Claudia Cesaroni. Charlamos sobre la construcción de la buena y la mala víctima en los casos de “gatillo fácil” hasta la reciente liberación de Fabián Tablado, responsable del femicidio de Carolina Aló en 1996.

Por Julia Pascolini para Enfant Terrible

Se cierra otro año atravesado por el gatillo fácil y la violencia institucional en Argentina en el que, no obstante, los discursos punitivistas han ido al alza. A partir de la liberación de Fabián Tablado, responsable del femicidio de Carolina Aló en 1996 analizamos junto a Claudia Cesaroni los discursos mediáticos y sociales que piden mas abierta o más subrepticiamente, mano dura y pena de muerte.

- Claudia, ¿Cómo ves la profusión de discursos mediáticos que resaltan el crimen y el morbo en los titulares de los medios hegemónicos en todo lo tocante a Fabián Tablado?

Si Fabián Tablado cumplió su condena, ¿Qué más quieren, la pena de muerte?. Esos titulares que pueden presentarse inocentes, esconden una intencionalidad política vinculada al descrédito sobre el funcionamiento de la justicia y el Estado respectivamente. Entonces, a esas personas (que cometieron delitos muchas veces horrendos) ¿las condenamos a la muerte en vida que es lo que hoy es la prisión perpetua, 50 años? No me parece bien eso. Eso es, justamente, condenar a la muerte

“Muchas de las reformas regresivas que se dieron desde las llamadas reformas Blumberg de 2004 en adelante se fundamentan en satisfacer los requerimientos de las víctimas y eso es un problema. Las víctimas pueden querer muchas cosas, el problema es lo que el Estado decide.

Muy probablemente el papá de Carolina o el papá de Axel Blumberg quieran que el autor de su dolor, hondo, tremendo e irreparable sufra algo igual o semejante. Como no se pueden morir porque no existe la pena de muerte en nuestro país, esperan que se mueran en vida. ‘Que se pudran en la cárcel’. Eso es venganza, no es justicia”

Creer -o no- en el Estado y sus instituciones implica comprender que el proceso de justicia debe enmarcarse en sus decisiones y alcances. Esto, que parece una justificación obsoleta tiene que ver con que muchas veces se repiten discursos vinculados al delito como por ejemplo que “entran por una puerta y salen por la otra” o que “no hay justicia”, cuando en realidad ninguno de los dos se sostiene en los hechos.

El primero porque cuando un expediente es iniciado, la condena se efectiviza con la privación de la libertad (en cárceles o comisarías) y porque además esa persona queda atada de por vida al delito cometido. Se suma a esto la responsabilidad de los medios de comunicación hegemónicos para construir enemigos y monstruos en torno a la persona señalada.

Sobre el caso de Úrsula Bahillo, por ejemplo Cesaroni apunta: “ Las medidas que tenía el Estado para tomar no son suficientes en tanto son preventivas, por ejemplo, las medidas perimetrales. Lo que se necesita ahí son otro tipo de dispositivos que contengan a la víctima y no apunten, solamente, a quien luego comete el delito”.

- ¿Qué opinas de la reinserción social y la posibilidad de pensar a la cárcel como dispositivo?

Hay una promesa de que las personas van a la cárcel para ser reinsertadas a través del acceso a la educación, al cooperativismo, etcétera. Pero todo eso, al padre de Axel Blumberg o al padre de Carolina Aló le importa bien poco escucharlo. A la justicia tampoco le importa. Porque cuando trabajás en la temática te das cuenta de que lo único relevante es que la persona cumpla de punta a punta su condena, como si eso fuera más justo. Como si algo tuviera que ver con reparar el dolor, que Carlos Díaz (uno de los responsables del secuestro de Axel Blumberg) en lugar de acceder al derecho a la libertad condicional, cumpla su condena de principio a fin. Ese es un problema que excede a la familia de las víctimas porque socialmente hemos aceptado que la justicia es sinónimo de ‘castigo’. Que la persona reflexione, modifique su vida no importa, porque la noción de justicia está atada a la del castigo. Eso es un problema.

- ¿Cómo se expresa esta suerte de condena social?

Por ejemplo cuando Tablado salió la vez anterior recuerdo que la mamá lo fue a buscar. Los medios le preguntaban: “¿cómo viene a buscarlo?” cómo no va a buscar a su hijo, ¡su propio hijo! La mujer, una madre que escucha continuamente que su hijo mató con 113 puñaladas… algo que se repite sin parar. Una falsa memoria que marca a la persona en aquello tremendo que hizo. Esa persona será siempre ese asesino. No puede ser hijo, padre, hermano, no puede ser amado.

Pero en casos inclusive menos brutales que estos (hay una idea de que la cárcel está llena de asesinos femicidas y violadores, y ellos también tienen derechos, derecho a cambiar, ser amados y amar) se sale de la cárcel con un cartel en la frente que dice ‘estuve preso’. Y además está la exigencia de los antecedentes penales. Esa persona no encuentra trabajo nunca más. Una persona que estuvo 5 / 10 años privada de su libertad, no puede ejercer todo lo que aprendió en la cárcel, porque si es un trabajo registrado le van a pedir antecedentes, y si no, sabiendo que estuvo preso le van a pagar $2,50. Si falta una lapicera lo van a acusar a él, etcétera.

Eso a lo que llaman justicia por mano propia es venganza por mano propia. Genera daño y ha generado muerte. Eso es un homicidio. Ahí juegan un rol muy importante los medios, la tele, las imágenes. La espectacularización del delito y la exposición. Bajo el discurso de “la justicia no sirve” o de que “entran por una puerta y salen por la otra” se llevan adelante hechos de violencia que en ocasiones terminan en la muerte.

La responsabilidad no es solo de los medios, dice la autora, sino que recae sobre los sectores políticos, tanto partidarios como la sociedad misma

- Atravesamos un año con muchos casos de gatillo fácil con abundante cobertura mediática...

Yo creo que el concepto de Gatillo Fácil es una forma de quitarle responsabilidad a quien lo acciona o a las instituciones que están detrás. Por ejemplo, en relación al caso de “gatillo fácil” de Luciano Olivera, joven asesinado por el efectivo policial Edgardo Vulcano, se dijo que el arma “se disparó por error”. No hay error en la detención de pibes, sobre todo cuando se trata de varones jóvenes, son decisiones premeditadas vinculadas a su sector socio económico, a su aspecto y otros factores que criminalizan a la pobreza y a la juventud.

Las medidas punitivas nunca salvaron vidas. Desde el caso de Úrsula Bahillo los casos de femicidio no bajaron. Tampoco lo hicieron desde que Micaela García fue asesinada en manos de un varón liberado luego de cumplir con sus salidas transitorias durante un año. Hasta octubre de este año se contabilizaron 227 femicidios según un informe del Observatorio de Feminicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano”.

En 2015 fueron 235. En 2016, cuando sucedió el femicidio de Micaela García, fueron 290 y 252 en 2019, tres años después. En 2020 se contabilizaron 251. Los número varían, pero su disminución o aumento no tuvo que ver con la puesta en práctica de medidas punitivas.

Somos el equipo de redacción de Enfant Terrible: el resultado de millones de años de evolución aglutinados en este irreverente existir.

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