Llega el 11 de septiembre y se celebra el Día del Maestro. Actos escolares que engrandecen la figura de Sarmiento, un ejercicio de disciplinamiento pedagógico que se reitera año a año y que refuerza un modelo a seguir. Hoy nos preguntamos ¿A qué maestrxs queremos celebrar? en una apuesta descolonizadora que movilice las memorias pedagógicas.
Por Gabriel Correa* para Enfat Terrible.
Maria Saleme de Burnichon
Un 11 de septiembre de 1888 fallecía Sarmiento y desde hace más de 70 años en Argentina se conmemora ese día como el "Día del Maestro, con mayúscula y en masculino. Sin embargo, hoy somxs muchxs lxs que nxs preguntamos: ¿A qué maestrxs queremos celebrar?
Cuando me escribieron lxs compas para compartir algunas líneas que ayuden a sentipensar este día, sentí la necesidad de recuperar esas pedagogías de lucha, resistencia y re-existencia que nos transmitieron la esperanza de la historia como posibilidad. Entonces, estas líneas procuran movilizar nuestras memorias pedagógicas, para seguir soñando y construyendo otras pedagogías, otras educaciones.
Sarmiento, pensó en el siglo XIX un modelo educativo etnocentrista con un esquema dualista excluyente: civilización o barbarie. En su pedagogia homogenizadora e higienista encontramos el complemento de un gobierno que llevó adelante además un genocidio brutal contra las comunidades indigenas del territorio hoy nombrado de manera hegemonica como Argentina. Por ello, Sarmiento no es referente de las pedagogías emancipatorias de Nuestra América; incluso décadas antes de su surgimiento como estadista, ya Simón Rodríguez promovía la educación popular para la liberación de los pueblos.
Hace unos años atrás Claudia Korol y a 10 años del asesinato de Carlos Fuentealba, escribia un poema homenaje a Carlos, y decía en uno de sus parrafos:
“Hay un maestro que no quiso ser Sarmiento. Que se sentó con un mate a compartir enseñanzas con estudiantes indígenas, pobres, hijos de trabajadores. Con los pibes y pibas que habitan el subsuelo de este mundo. Un maestro que no se propuso blanquearlos, ni cultural ni políticamente. Que no se propuso enseñarle la fantasía de una igualdad republicana, que estalla en cada una de sus vidas destrozadas por el capital y por el racismo”
Ahora bien, como Carlos Fuentealba, son muchos lxs maestrxs que no quisieron y no quieren ser Sarmiento.
Mucho se ha escrito y se puede encontrar sobre las críticas a su Pedagogía Normalista, por no decir Pedagogía Genocida, y sobre la propuesta de educación popular, en bastantes autores. Por eso, me parecía sustantivo y urgente enterrar a Sarmiento, al menos todxs aquellxs que no queremos ser Sarmiento, ni estar cerca de su pedagogía.
Para esto, creo que tenemos una gran tarea. Y es, hacer/sentir/decir una memoria pedagógica de Abya Yala. Una memoria pedagógica que nos permita descolonizar nuestras prácticas educativas, no para copiar sino para continuar los legados de maestrxs de la educación popular y pedagogías críticas latinoamericanas e inventar modos otrxs de hacer educación y de reinventarnos como educadorxs. “O inventamos o erramos”, decía Simón Rodríguez.
Para esto, es necesario no solo recordar sino también celebrar muchos días de lxs maestrxs, a sabiendas que la historia oficial de la educación ha intentado invisibilizar el protagonismo de la educación popular, de las pedagogías críticas latinoamericanas y el papel fundamental de las maestras en los procesos de lucha y liberación pedagógica. Creemos urgente reescribir nuestra historia en y desde las escuelas y los territorios que habitamos, recuperando a todxs lxs referentes que nos han enseñado profundamente el camino de la educación liberadora y de las luchas por defender la educación pública, nuestros derechos, saberes y territorios.
La lista es interminable, como son y han sido las resistencias en nuestra américa; y está en construcción. Claramente la escuela Ayllu de Warisata es una de las experiencias pedagógicas que tenemos que recuperar. No para copiar, sino para resignificar desde lo que ya se ha construido. Como así también, los aportes del Maestro Eduardo Leandro Nina Quispe y sus aportes a las pedagogías descoloniales.
Escuela Ayllu de Warisata
Desde los años en que Sarmiento se desempeñaba ya como Superintendente de Educación, Enriqueta Lucero en San Juan encabezó junto a otras maestras la primera huelga docente por pago de salarios.
Reina Reyes en Uruguay, maestra psicóloga, periodista, legisladora, dirigente gremial y escritora, nació en 1904, tuvo una vida de militancia activa, cercana a la Revolución Cubana y luchadora ferviente de los derechos de las mujeres, la defensa de la educación laica y pública. También por tierras charruas están el gran pedagogo y maestro Jesualdo Sosa y sus aportes a la educación rural, la pedagogía latinoamericana y el trabajo de aprender con las infancias. O, el maestro Julio Castro, consu aporte desde la mesa colectiva.
En Chile, la imprescindible Gabriela Mistral, maestra rural, pedagoga y poeta, participó de campañas de alfabetización, de reformas educativas que promovían la igualdad de género y el reconocimiento de derechos a los sectores sociales más pobres y de pueblos originarios.
Gabriela Mistral
En el territorio hoy nombrado Córdoba, sobran ejemplos que siguen atravesando nuestro presente: María Saleme -de origen tucumano-, quien fue decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, docente rural, luchadora y educadora popular incansable a quien la dictadura no pudo derrotar. Marta Juana González, maestra desaparecida de Villa el Libertador, en Córdoba Capital, alfabetizadora y luchadora social por el agua y los derechos de lxs habitantes de la villa, educaba en la escuelita del tranvía, militante peronista, detenida en el 75 y luego fusilada por la dictadura militar. Saul Taborda, protagonista de la Reforma Universitaria, realizó sustantivos aportes a las pedagogías latinoamericanas.
Marta Juana González
Amelia Nélida Insaurralde, en Punilla, maestra y psicóloga, militaba en el PC, alojó a Agustín Tosco en la clandestinidad y es recordada por sus ex alumnxs como una persona profundamente comprometida socialmente, militante activa del movimiento obrero junto a médicxs del Hospital Funes y otras instituciones, afectuosa, y transgresora de los modelos de conducta impuestos socialmente a las mujeres. La dictadura se la llevó, pero en Punilla, al pie de las sierras, resuena el legado de su pedagogía de la solidaridad.
Actualmente, urge recuperar las prácticas pedagógicas colectivas de los movimientos sociales y de las comunidades indígenas de Abya Yala. Desde desaprender para un mundo donde quepan muchos mundos de lxs Zapatistas hasta las experiencias pedagógicas autónomas del pueblo Mapuche.
Justo este año se conmemoran los 50 años de la primera edición de “Pedagogía del oprimido”, libro del maestro y pedagogo Paulo Freire. Para muchxs es el máximo referente de la educación popular y de la pedagogía crítica latinoamericana. Este es un momento clave para compartir y sentipensar las diferentes problemáticas que nos atraviesan en/desde nuestras prácticas, los saberes que creamos y las búsquedas, límites, desafíos y posibilidades que nos atraviesan, proponiendo que nos encuentren dialogando.
Solamente nombramos algunas y tenemos la tarea colectiva de seguir regando las memorias de las pedagogías de Abya Yala y de sus maestrxs, el camino se encuentra abierto y hoy es fundamental sentipensar los modos en que podemos seguir construyendo en Nuestra América la educación popular que queremos por el mundo que soñamos. Son muchos los días para celebrar no sólo a lxs maestrxs críticxs y liberadorxs de Abya Yala, sino también las experiencias pedagógicas colectivas. Lo mejor que podemos hacer cada día es honrar estos legados manteniéndonos de pié, aprendiendo, organizándonos, enseñando, luchando… no es solo nombrarlos en papelitos académicos, sino hacernos cuerpo y construir inéditos viables coherentes con estas pedagogías en los territorios educativos de los que somos parte.
Escribí estas palabras con ganas de saludar y abrazar a dos maestrxs hoy jubiladxs, referentes sustantivxs en el camino de las luchas pedagógicas, políticas y sindicales: Orlando Nano Balbo y Rosanna Risso.
*Educador del IPEM Nº 388 y del Instituto de culturas Aborigenes. Integrante del Colectivo de Educadorxs Desde el Sur.
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