Un día como hoy de 1823 fallecía en Buenos Aires Fray Cayetano José Rodríguez, figura clave de nuestra historia que supo combinar fe y patriotismo. Sacerdote franciscano, filósofo, poeta y político, Rodríguez fue uno de los artífices de nuestra independencia y dejó un rico legado para las letras argentinas.
Unido a la orden franciscana a temprana edad, el criollo oriundo de San Pedro demostró desde joven una gran vocación por el estudio y la enseñanza. Tras su formación en la Univerisdad de Córdoba, donde se desempeñó como profesor de Teología y Filosofía, abrazó con fervor la causa independentista. Puso sus saberes y pluma al servicio de los ideales revolucionarios anticolonia de la primera década siglo XIX, dejando como testimonio un poema dedicado a los esclavos que defendieron Buenos Aires de las invasiones inglesas en 1807.
Como diputado en el Congreso de Tucumán, el fraile fue uno de los redactores del Acta de la Independencia y se encargó de registrar los debates y decisiones de este histórico acontecimiento. Su labor como secretario de la Asamblea General Constituyente del 1813 fue fundamental para preservar la memoria de aquellos históricos días y legarnos valiosos documentos históricos que dan testimonio del nacimiento de nuestra Argentina.
Además de su destacada participación política, Rodríguez fue un dedicado escritor. Compuso el primer Himno Nacional Argentino (a pesar de que luego se seleccionó el escrito por Vicente y Planes) y escribió numerosas poesías patrióticas, entre las que se destacan las dedicadas a figuras como María de Alvear y Manuel Belgrano. Su compromiso con la cultura y la educación y su amistad con Mariano Moreno, lo llevaron a dirigir la Biblioteca Pública de Buenos Aires (actual Biblioteca Nacional), donde impulsó la difusión del conocimiento y la lectura, siendo el primero en ejercer dicho cargo.
En los últimos años de su vida, el fraile se opuso a las reformas eclesiásticas impulsadas por Bernardino Rivadavia, fundando el periódico "El Oficial del Día" para defender sus ideas. Falleció a sus 62 años de edad, dejando un legado político, religioso y cultural que hoy día está olvidado en las historia nacional.