Ferni de Gyldenfeltd: un canto con fundamento

Para conocer sobre los procesos históricos que atraviesan un movimiento como el folklore, Enfant Terrible dialogó con Ferni De Gyldenfelt quien se presentará esté viernes 8 de marzo a las 21hrs en “Puerta 276”, Ciudad de Córdoba.

El folclore, como parte de un movimiento cultural, histórico y político, tiene un origen contradictorio marcado por las "mejores intenciones" de aristócratas y burgueses que querían salvaguardar aquello que no conocían y de lo que querían formar parte: “la cultura popular y la vida de campo” que estaba siendo absorbida por la incipiente constitución de los Estados-Nación y las revoluciones industriales europeas.

En Latinoamérica, por su parte, harán una revalorización de las costumbres y de las tradiciones para darle un sello propio, crítico y hasta revolucionario a mediados del siglo XX. Así el arte, la música y la cultura en particular se convierten en un reflejo de sus propios contextos. Por lo tanto, el folklore: ¿describe el pasado o el presente? ¿Es la añoranza de algún tiempo mejor o una crítica a la vida cotidiana?

Para conocer sobre los procesos históricos que atraviesa un movimiento como lo es el folklore, y los avatares de ser una intérprete marica y no binarie en uno de los espacios más conservadores de la industria musical, Enfant Terrible dialogó con Ferni De Gyldenfelt quien se presentará esté viernes 8 de marzo a las 21hrs en la casa cultural “Puerta 276”, por calle Tucumán 276, zona centro de la Ciudad de Córdoba.

“Soy cantora, artista, docente, comunicadora y una disidencia sexo-genérica visible. Busco caminar en libertad por las calles y actuar en libertad en los escenarios, haciendo música folklórica y popular en esta parte del mundo, en este país y en los países hermanos”, comenta Ferni al momento de presentarse.

Su vida siempre estuvo atravesada por la música, el arte y la cultura. Hija de padre y madre filósofos y hermana gemela de Luchi, supo a muy temprana edad lo que quería: estar arriba de los escenarios interpretando canciones de la música popular argentina, montada en tacos finos, vestido y maquillaje.

“La cultura fue algo muy fuerte que recibimos como herencia, se sintió como un abrazo. En la casa de papá o de mamá la música clásica estaba presente. Al igual que Larralde, Yupanqui, Sandro o Luis Miguel. Esa inquietud hizo que me pusiese a estudiar música” cuenta.

Lo que la cautivó fue reconocer en cada verso de una copla, zamba o chacarera, un paisaje distinto en cada canción que reproducía en su MP3 cuando viajaba al norte, ¿quién no imaginó un mantelito blanco de la humilde mesa hecho por su madre o un paisaje catamarqueño con mil tonos de verde?

“Comenzar el viaje en micro por la cuesta y escuchar como esa música está contando un paisaje que existe y que no lo veo en la ciudad. Que cuenta de las miserias, de infortunios, opresiones pero también de deseos y afectos. Fue un enamoramiento muy grande encontrarme viviendo aquello” relata la artista.

Foto: cortesía @laferni

Canto con fundamento

El proceso de formación para estar arriba de los escenarios siendo Ferni, se vio atravesado por su transición, siendo el ámbito del folclore el último de los escenarios donde hizo visible su identidad. Previo a ello, con su hermana Luchi, armaron la obra “Ópera Queer”. Una experiencia donde lo lúdico y lo bizarro, mataba lo solemne del ámbito de los conservatorios y de la música clásica.

“No éramos ni Ferni ni Luchi cuando hicimos Ópera Queer. Nos sirvió a ambas para encontrar nuestra identidad, nuestro corrimiento del binarismo. Fue nuestro espacio para ser quienes somos ahora, particularmente en nuestra vida personal. La idea de ser varón no tenía nada que ver con nosotras y apareció el devenir del que habla Marlene Wayar, el 'estar siendo' y no el deber ser” comparte Ferni.

Será ese “canto con fundamento” que decía la cantautora Mercedes Sosa, lo que irá forjando su personalidad y se irá animando a presentarse en los diferentes escenarios de su vida cotidiana como Ferni como en el colegio, con sus amigxs y familiares, hasta que aislamiento y cuarentena de por medio, decide ser ella en uno de los ambientes más masculinizados y conservadores.

“Fue un proceso del 2016 al 2021.'¿Cómo cantar Yupanqui con la uñas pintadas?' pensaba yo. Entendí que la falta de respeto era hacia mí, por no permitirme ser quien era y soy y hacer lo que amo como legítima identidad e intérprete” cuenta.

Foto: cortesía @laferni

Cancionero, revolución y movimiento

Esa “música con fundamento” de la que habló la "Negra" Sosa forma parte del “Movimiento Nuevo Cancionero” –encabezado por ella, Armando Tejada Gómez, Tito Francia y Oscar Matus– en la década del 60’ y principios de los 70’s, siendo parte de un movimiento revolucionario en todo el continente.

La música de protesta marca un proceso contestatario en un momento de silencio y persecución por las dictaduras cívicas-eclesiásticas-militares que se fueron sucediendo durante esas décadas. Las mismas van a desintegrar el incipiente movimiento revolucionario en el folclore y en el tango al punto de vaciarlo de sentido crítico y social, transformándolo en una identidad tradicionalista y cristiana, una identidad patriótica “for-export”.

“Lo que escuchamos nos va acompañando y ayudando a comprender el mundo. Es lo que inaugura nuestra vida social, lo que la desarrolla y alimenta”, comenta la periodista y crítica de música Bárbara Pistoia.

Las influencias del nuevo cancionero, incluyendo artistas mujeres y travestis contemporáneas como Susy Shock, harán mella sobre la trayectoria de Ferni, siendo una de las primeras artistas en interpretar el cancionero “brotecitos”, junto con Nahuel Quipildor en el escenario CCK en el 2021.

“Entendí que una marica no binarie cantando música popular era posible. Sentirme acompañada por parte del movimiento, cantando un folclore que nos nombre y un profundo sentido de no ocultarnos más” comparte la cantante.

Foto: cortesía @laferni

¿Quién dijo que todo está perdido?

Para Bárbara Pistoia “el cambio de tiempo se nota en la música y también en las palabras”. En esas contradicciones de avances en la legitimidad de derechos y el conservadurismo de época, de recortes en cultura, educación, salud y trabajo o del cierre de instituciones públicas como el INADI -el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo-, se pueden encontrar los resabios de procesos dictatoriales y los vestigios de una memoria que resiste.

En esos intersticios, Ferni encontró la potencia para enfrentarse a una industria musical conservadora y machista. En 2021 decide presentar una denuncia ante el INADI hacia la organización del Cosquín, después de que pretendiera pasarla a la terna de “vocal masculino” por no haber realizado el cambio registral en su DNI. El caso falló a favor de la artista, modificando y manteniendo en la actualidad una sola terna, la de “solista vocal”.

“Se piensa que todo surge a partir de ahí pero no, a mi Cosquín no me inventó. Con Nahuel Quipildor ya traíamos una propuesta disidente en el folclore. La negativa me agarra sólida porque yo ya sabía que era legítima intérprete, no esperaba ese reconocimiento del afuera. Si es cierto que nos cuesta tomar cartas sobre el asunto cuando no está ese abrazo, esa propia validación de nuestra identidad” relata Ferni.

Esas transformaciones simbólicas no son sin un Estado que se encuentre presente y defienda los derechos estipulados por ley, permitiendo accesos a políticas públicas a poblaciones que de otra manera no podrían hacerlo por las vulnerabilidades en las que se encuentran expuestas cotidianamente, como puede llegar a ser el caso de la población LGBTIQ+.

“A mi me tocó ser la primera disidencia sexo-genérica en pararme siendo no binaria con barba, vestido y maquillaje, en el nada más y nada menos que en el Atahualpa Yupanqui en la plaza de Cosquín. Eso significó una referencia para muchas personas” reflexiona la artista.

Soy cantora y busco el sol

Las tradiciones y costumbres se transmiten de generación en generación, como así también los gustos musicales. Esto no significa que deban mantenerse estáticos para “conservar” su esencia, al contrario, cada experiencia y relación con esas herencias son únicas y es necesario que cada quién pueda resignificar y apropiarse de esas historias, sino ¿para qué sirve el arte si no es para crear otras realidades posibles?

“Necesitamos canciones que hablen de estos tiempos, de un sistema que no sea opresor, de imaginarnos un mundo mejor y darnos las fuerzas que necesitamos para poder construirlo” concluye Ferni.

Foto de portada: cortesía @laferni

Agustina, me dicen Chora. Profe de psicologia, pronta licenciada. Escribo y soy mi propia empleada cocinando.

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