¿Qué hay detrás del «pipazo» del que tanto se habla?

En el marco de la Marcha por el Derecho a la Salud Mental que se realizará en Córdoba este 29 de noviembre, hablamos sobre el consumo de «pipazo»

En el marco de la Marcha por el Derecho a la Salud Mental que se realizará en Córdoba este 29 de noviembre, junto a la Red Puentes traemos la problemática de las adicciones, en particular sobre el consumo de «pipazo».

En Abril de 2023, Enfant visitó la casa de atención comunitaria del barrio San Ignacio, una de las cuatro que esta organización tiene en total en distintos puntos de la ciudad de Córdoba. En aquel entonces, Dayana, usuaria de la “casita” nos comentó acerca de un tipo consumo en particular que estaba disparándose a niveles alarmantes.

El pipazo, está cada vez más presente en el discurso de profesionales de la salud, organizaciones comunitarias y habitantes de barrios populares de Córdoba. Sus impactos están a la vista, en el notable incremento de personas en situación de calle, con notable deterioro de su salud integral, desde jóvenes hasta adultos.

Para quienes no saben, el pipazo es el consumo de cocaína cortada. La denominación técnica de la sustancia sería cloruro de cocaína (“crack”). La sustancia se mezcla con agua y bicarbonato, y se fuma en una pipa artesanal de metal. Su nombre -pipazo- proviene de la jerga popular local, una muestra de lo instalado que está, tanto es así, que sobre quienes lo consumen recae el estigma de “piperos”.

Fernando González, psicólogo y coordinador de la Red Puentes, plantea que como todo los consumos, el consumo de sustancias está ritualizado y es social. Acontece socialmente para apaciguar los malestares propios de una realidad precaria cotidiana. Y es acompañado por el consumo de otras sustancias, también precarias o de mala calidad, como la marihuana y el alcohol, por lo que existe el 'policonsumo'.

Lo que Fernando llama "estrategias precarias de existencia", están ligadas a otros derechos básicos, como la alimentación, la vivienda, el trabajo, la educación. Así como los consumos nos atraviesan culturalmente, estos rituales también, sólo que algunos están más o menos naturalizados, habilitados, visibles u ocultos.

"El pipazo está estigmatizado, porque los sectores de altos recursos toman éxtasis, pero los sectores populares consumen fana, pipazo", comenta González.

El psicólogo enfatiza que en realidad "el problema es la pobreza", mucho más que una droga en sí: "Es mucho más fácil centrarse en el pipazo, o en el robo, o en la violencia, que son en realidad fenómenos de la pobreza".

Foto: colaborativa 10° Marcha por el Derecho a la Salud Mental

Estrategias precarias del Estado

Argentina atraviesa hoy graves problemas vinculados a la salud mental en la población. Uno de los más alarmantes, es el incremento de la tasa de suicidios, en el marco de un abandono de las políticas de prevención a nivel nacional.

Por su parte, el Gobierno de la provincia de Córdoba plantea una agenda con respecto a la salud mental. Esto se vio reflejado en el Encuentro de la Mesa Permanente de Salud de la Región Centro, que se realizó en la ciudad de Rosario, el pasado mes de octubre. Según el comunicado hay un “compromiso” de los Estados provinciales en articular para trabajar la salud mental.

Luego está lo que sucede en el marco efectivo de la implementación de las políticas. En princpio, por tomar la provincia de Córdoba, nos encontramos con un sistema de salud público desfinanciado. El presupuesto en esta materia se redujo un 8,1% respecto del año anterior y es el más bajo desde 2014, según un informe del OTES (Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad) publicado el pasado mes de Junio de 2024.

A su vez, el mismo OTES junto a Iván Ase y Jaschele Burijovich, en un estudio reciente publicaron que el presupuesto de los programas de salud mental se redujo un 50% . El 90% de este recorte se produjo principalmente en las 15 instituciones de asistencia a la salud mental. La principal variable de ajuste fueron los salarios de los trabajadores.

Mientras tanto, el Gobierno provincial, que habla del “carácter prioritario de las políticas de salud mental” y de la “adecuación de los hospitales monovalentes”, emplea políticas de cierre de instituciones monovalentes como el Instituto Provincial de Alcoholismo y Drogadicción (IPAD), bajo el argumento de desmanicomializar.

Si bien un elevado presupuesto no redunda per se en políticas efectivas, Córdoba no tiene un prontuario favorable respecto de las políticas en salud mental. Hay casos de muerte en instituciones que reflejan el desborde del sistema, como el de la joven de 27 años, Julieta Amaya, quien falleció el 9 de Julio de 2023, estando esposada a su cama y con custodia policial, mientras permanecía internada en el Hospital Neuropsiquiátrico Provincial.

La gravedad se desborda en otras instituciones como el Centro Psico Asistencial (CPA) del Establecimiento Penitenciario N° 9, donde el Servicio Penitenciario y la Secretaría de Salud Mental del Ministerio de Salud provincial, acumulan una importante cantidad de denuncias por la violación a los derechos humanos que allí se cometen.

Foto: colaborativa 10° Marcha por el Derecho a la Salud Mental

¿Problemas pandémicos?

Como ya quedó expresado, la salud mental es un tema de agenda interjurisdiccional-interprovincial, donde deberían entrar las adicciones, contempladas en la Ley Nacional de Salud Mental a través de su Artículo 4.

Respecto del pipazo, los primeros registros de consumo en Córdoba que comenzaron a mostrar preocupación, datan de entre el 2015 y el 2016, en la zona geográfica más cercana a la provincia de Santa Fe, donde se encuentran localidades como San Francisco, señalada como un paso privilegiado en la ruta del narcotráfico.

Hace poco, con la muerte del jefe barrabrava de Rosario Central, Andrés Bracamonte, Santa Fe volvió a estar en la agenda de la prensa amarillista. Poco y nada se habló entonces de la salud en los barrios populares, o de los puertos privados apostados en el margen del Río Paraná, donde se cargan y descargan los insumos para el comercio ilegal. La reprivatización de la Hidrovía y las muertes por el narcotráfico, son abordados como temas aislados por los grandes medios.

Como las rutas del consumo y la distribución llevaron más allá de Córdoba, Enfant habló con Paula Carmona, psicóloga y trabajadora de un dispositivo de salud mental comunitario de la Organización Popular Causa, en los barrios Villa Banana y Bella Vista, zona oeste de Rosario.

La profesional comentó que en los barrios populares de ciudad santafesina, el boom del pipazo empezó durante la pandemia del Covid-19. En este contexto, en el cual rigió el Aislamiento Social en Argentina, el incremento del consumo de sustancias psicoactivas se agravó, sobre todo en jóvenes, junto a otros problemas de salud mental como la depresión.

La proliferación de las problemáticas de salud mental durante la pandemia, coincidió con el aumento de la deserción escolar, el desempleo y por lo tanto de la pobreza. Esto sucedió a pesar de las políticas de transferencia monetaria y los refuerzos de acceso a la educación remota adoptadas sobre todo por el Gobierno del Frente de Todos.

Carmona coincide con Fernández en que el pipazo es un consumo que se encuentra en los estratos sociales más bajos: “por la disponibilidad y muy bajo costo”. “Es la más barata y la más adictiva; y tiene otro problema que es que la durabilidad del efecto es mínima, entonces necesitan consumir de modo constante muchas más veces que otro tipo de sustancias”, agrega.

Debido a la proliferación favorecida por estos componentes que describe Paula, en Córdoba referentes de distintos sectores muestran cada vez más preocupación, como es el caso de la Iglesia. En este sentido, Melchor López, integrante de la Vicaría de los Pobres de la Iglesia de Córdoba, calificó al fenómeno como una pandemia”.

En principio, pandemia está asociado a las enfermedades y su expansión; y aquí se entiende que los consumos forman parte del proceso de salud, el cual incluye a la enfermedad, la atención, los cuidados y las condiciones de vida en general. La intención es hablar de la problemática desde una agenda sanitaria.

Por otro lado, como ya se dijo, el pipazo ya adquirió características interjurisdiccionales-interprovinciales. Pero a esto Fernando González le agrega el consumo masivo de crack en Brasil que afecta a las zonas más empobrecidas del país vecino, en las famosas favelas. O lo que sucede con el fentanilo en Estados Unidos. Es decir, dos de los principales países del continente americano afrontan en su agenda pública el problema de la distribución exacerbada de sustancias con alto nivel de corrosividad.

Por otro lado, la referencia del vicario no apunta tanto a una caracterización categórica, sino fenoménica, propia del hacer y estar, del “cuerpo a cuerpo” como él lo expresa. En este sentido, López explica que el pipazo es una pandemia invisibilizada”, ya que se encuentra en la periferia, en los barrios más marginales. “Mientras que otras clases sociales donde también hay mucho consumo, tienen un dinero para un consumo de otra calidad que no deteriora tanto la vida”, agrega.

Foto: colaborativa 10° Marcha por el Derecho a la Salud Mental

“Deterioro integral de la persona”

Con esta frase caracterizó López a los efectos del pipazo. Reforzar la idea del deterioro integral apunta -con riesgo de pecar de redundante- a los aspectos que trascienden a la droga en sí, que se expresan en la garantía efectiva de los derechos humanos y sociales.

El vicario lo explica de la siguiente manera: “Si hay dificultades de una vida desarrollándose armónicamente, no hay trabajo, no hay escuela, hay familias con vínculos muy deteriorados, una falta de contención generalizada, problemas traumáticos afectivos desde la infancia, hace que ese sin sentido termine derivando al consumo problemático”.

El impacto psico-físico del pipazo que se conjuga con estas condiciones, tiene consecuencias como el acelerado deterioro cognitivo, que lleva a la propensión de que existan episodios psicóticos alucinatorios y/o paranoides. Genera una sensación de euforia muy alta, por lo que la psicóloga rosarina la denomina ego-droga. Cuando “bajan” los efectos, se genera una sensación de desconfianza. Otros datos que agrega es la pérdida de peso por la falta de alimentación y la pérdida de diferenciación día-noche.

“La euforia te da la sensación de que tenes control de una realidad sobre la que no tenes control”, adhiere Fernando.

Estos efectos, que dificultan el ejercicio del trabajo, la educación y la vinculación, se agravan con actos delictivos como el hurto, que se efectúa en integrantes de la propia familia, vecinos, amigos. Es toda una problemática social y vincular, porque se deterioran los vínculos en la familia y en el mismo barrio, las personas terminan expulsadas de sus casas y ahí se produce la problemática de estar en la calle, de terminar de ser descartado”, concluye Melchor.

Entonces, otro de los problemas más graves que recae sobre estas personas es la estigmatización. En este sentido, la Red Puentes plantea como principales desafíos “luchar contra el estigma y trabajar con el tejido comunitario”. La frase "acompañar y no castigar" que portan las remeras de Puentes son guías de acción en este sentido.

Para cerrar, puede decirse que el pipazo más que un “drama” que da letra a los medios que se alimentan del morbo y lo reproducen. Es una alarma de urgencia que nos llama a combatir contra la crueldad que se abona hoy con tanta liviandad. Es un frente de batalla que se traslada a la necesidad de continuar exigiendo adecuadas políticas públicas al Estado, para que no continúe profundizándose lo que ya se ha instalado.

Fuentes del artículo:
La ley de Salud Mental en Córdoba: ¿avances en medio del ajuste? Por Iván Ase y Jaschele Burijovich

Licenciado en Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. Catamarqueño como Walter Olmos y Felipe Varela.

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