La historia de Maxim Tabari: sanar el dolor a través del hacer

Este 28 de abril se cumplen diez años desde que Maxim Tabari fue atacada brutalmente por dos vecinos de Villa Sarmiento. Tras una década de espera y una lista larga de irregularidades y revictimizaciones, quienes intentaron matarla apenas recibieron un leve castigo o la absolución directa. La belleza de su rostro y sus cicatrices remarcan la fuerza de su presencia y la determinación con que soportó la injusticia e ineptitud de los Tribunales. Entrevistamos en exclusiva a Maxim después del juicio de la vergüenza.

Por Agustina Demelchori
Fotografías: Débora Cerutti

“Pienso que nacimos sin nada y nos vamos sin nada, por eso hay que saber compartir”
Maxim Tabari

“¿Dónde está el puto?”, pronunció el sobrino de Matías Farías, cuando entró a la casa de Maxim Tabari con un palo dispuesto a pegarle mientras dormía, en complicidad con su tío. Por este hecho, Farías fue el único acusado y absuelto en el primer juicio de transodio que se llevó adelante en los Tribunales de Villa Dolores. Sin embargo, la figura de transodio se diluyó dentro de Tribunales, así como el agravante de violencia de género. Por acción u omisión el 4 de abril de este año, Maxim no sólo fue revictimizada, sino que la fiscal Eugenia Ferreyra y el juez Carlos Escuedoro prohibieron que ella pudiera presenciar el juicio. Una decisión que vulnera nuevamente a la denunciante, cuando debería ser una instancia de reparación.

¿No había justicia para mi? ¿Mi palabra no valía por ser pobre, por ser trans? ¿Mis derechos no valían como los derechos de las otras personas?”, se pregunta Maxim. Durante las diez horas que duró el juicio, varias irregularidades llamaron la atención, como por ejemplo que el expediente -incluyendo el registro fotográfico- estaba en blanco, y lo único que decía era que le habían producido “lesiones leves". También llamó la atención el cambio de carátula del caso de “crimen por transodio” a “intento de homicidio”, vulnerando tanto sus derechos como de la población travesti-trans en general.

"Otra de las irregularidades por parte de la fiscal, fue que pretendió anular el juicio y dilatarlo, sabiendo que el próximo 28 de abril se cumplirán diez años y por tanto la causa prescribiría", comentó el abogado Germán Romero Marcón en diálogo con Agencias Presentes.

Ruth, parte de Casa Diversa Traslasierra, afirmó que más que un juicio público fue una “causa pública-privada, porque como organización en ningún momento nos habilitaron el acceso a la audiencia, tampoco a la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos. Si yo me siento con cierta impotencia, imagínense cómo se debe estar sintiendo Maxim, que viene cargando con esto hace más de diez años”, comentó en Radio El Brote.

Tras una década de dilación, finalmente el agresor recibió dos años y ocho meses de prisión por resistencia y agresión a la autoridad durante el período de investigación del caso. Con esta sentencia de impunidad, Maxim fue violentada nuevamente. En esta entrevista compartió su dolor con Enfant Terrible.

“Estoy dolida por parte de la justicia que una vez más se burló de mí. Nunca hizo nada, no me acompañó, no hubo proceso, se perdieron las pruebas. Si no hubiera sido yo, esta causa hubiera sido diferente, pero es una burla más lo que me tocó pasar. Me hicieron perder una mañana, tener que ir a escuchar a unos pelotudos bárbaros que no supieron resolver nada y tuvieron el tupé de sacarme afuera, a estar como una pelotuda y no escuchando mi propio juicio”.

Maxim no sólo denuncia a su agresor, también a la inoperancia de jueces y fiscales que la acusan de una “postura defensiva”, sobre una “circunstancia que ella cree que ha sucedido”, según las palabras del tribunal. ¿Cómo de lo que ella “cree”? ¿A quién se juzgó ese día en realidad? ¿Por qué siempre se espera que nos maten para recién pedir justicia por nuestras vidas? No somos peligrosas, ni peligrosos, “estamos en peligro y nos están extinguiendo”, como dice Camila Sosa Villada.

Días posteriores al juicio me contacté con Maxim para entrevistarla, para conocer su historia de vida y su lucha por justicia, con ese interés de que nuestras existencias vacilan entre la desgracia de una corta vida y el cuento de la superación, de una vida difícil, hasta haber alcanzado cierto reconocimiento y estrellato. Nunca una vida mundana y relativamente tranquila.

“No sé manejar el Meet, llamame por teléfono”, me dijo la tarde anterior. Cuando me atendió lo primero que me preguntó fue: “¿Quién sos? ¿Para dónde trabajas? A ver pasame una nota tuya, no sé si de verdad me lo decís o me llamas para burlarte de mí, ¿Cómo salís en las redes?”.

Su desconfianza me llama la atención, creí haberle dejado en claro anteriormente lo que ella me estaba pidiendo, pero entendí al instante de donde provenía esa incredulidad; no me conocía y yo sólo había leído lo que los medios decían de lo que le pasó, pero no quién era ella.

“¿Qué te parece si mejor hacemos una videollamada?” dijo en un tono más relajado. Su primera impresión fue una sonrisa. El reconocimiento de una mujer trans a una travesti, un reconocimiento mutuo. Para quien no la conoce, Maxim tiene una sonrisa muy genuina y la delata la curiosidad que la acompaña desde chiquita: “me acuerdo de casi todo, desde mis cuatro años que soy así, curiosa”.

Tiene veintinueve aunque en agosto cumple los treinta. Cuenta que no cambiaría por nada su lugar de procedencia: Villa Sarmiento, un barrio ubicado en Villa Dolores, Traslasierra. Le gusta la tranquilidad del lugar y la calidez de su gente, a diferencia de la ciudad de Córdoba, donde “tenes que andar con un ojo abierto y con el otro sospechando”.

-¿Cuánto tiempo estuviste viviendo en la Ciudad de Córdoba?

-Estuve en un instituto, en el Complejo Esperanza y después pase por la Comisaría del Menor. Acá en Villa Dolores me meten a los diez años en una residencia, fuí abusada por un chico y el psicólogo era uno trucho, no tenía matrícula, con eso te digo todo. Al tiempo supe que ocultaron la violación que recibí y de ahí me fuí a Santa Cruz con mi tía para que me pudiera relajar. Regresé y empecé la escuela. Me sentía diferente, vos lo debes saber porque debes haber atravesado todas esas etapas, de que no te guste nada porque no sabes qué es lo que querés a esa edad, menos a los diez años que es cuando fui violada. A mi me gustaban las chicas, tuve novias cuando era chiquita, pero después a los quince me enamoré del primer chico y tuve mi primera vez, sucedió en REMAR, en San Antonio Arredondo en Carlos Paz.

REMAR es una organización religiosa sin fines de lucro que comenzó albergando a personas en situación de calle y con el tiempo pasó a ser un centro de rehabilitación para quienes están atravesando un proceso de dependencia y/o abuso de sustancias. Maxim cuenta que no sabe muy bien por qué fue enviada, pero se acuerda de Carlitos, un chico con discapacidad que fue abusado y violentado por las autoridades del lugar. Ella además de denunciar los hechos, generó un profundo vínculo de cuidado hacia él. Algo que va a girar alrededor de su vida, serán las situaciones constantes de injusticias y de cuidados para con quienes la rodean en las diferentes instituciones que estuvo.

Antes de escapar de REMAR, por no poder soportar la violencia y los maltratos, conoció a Miguel, su primer amor: “nos conocimos el día de mi cumpleaños, de mis amigas ninguna lo conoce y la historia es más o menos como la del Titanic, que ‘solo existe en mi memoria”, remata con una carcajada.

En REMAR permaneció un año, cuando decidió escapar y regresar caminando hasta Villa Dolores, y al tiempo la ingresan en “la juventud masculina”, donde escapó por los techos porque le hacían la vida imposible. Esta vez se fue hasta Córdoba, donde deambuló dos días hasta que pudo juntar la plata para el pasaje y regresar a lo de una amiga en Villa Dolores. En la familia de su amiga la acusaron de un robo que no se investigó y en el cual ella no formó parte. Maxim cuenta que le hicieron firmar un papel donde la hacían cargo de todo.

“No sé por qué, si habrá sido porque querían que yo fuera hombre, ni idea, pero me trasladaron a la Comisaría del Menor y de ahí a la Central 1. Me acuerdo la primera noche, los chicos hicieron motín y yo ahí tras las rejas. Nos teníamos baños y nos hacían mear en un bidón, de esos donde guardas la perfumina, usé eso para mojar las pocas colchas que tenía, para zafar. La celda era como una pajarera, que horror recordar esos tiempos”.

“¿Sabés lo que pedían los chicos? Pan, imagínate el hambre. Había cucarachas por todos lados, gente herida e infectada, me metí y les dije a los guardias que si no los iban a ayudar, los bañaba y los curaba yo. Siempre en los lados que me tocó estar he ayudado a alguien, le he dado fuerzas y me he dado fuerzas a mí, no me preguntes de donde sacaba la fuerza para soportar las cosas que tuve que vivir. Los psicólogos que nos atendían nos decían: ‘que me importa lo que me quieras decir vos, si querés matarte, hacelo, si yo puedo salir libre, irme a mi casa y ver el sol’. ¿Qué motivos les das a esos pobres pibes que estaban desahuciados por la vida? Si se los sabe apreciar, cuidar, contener, les das otros motivos para vivir”.

No más de veinte días y fue trasladada al Complejo Esperanza, donde estuvo dos veces. En la llegada al complejo, cuenta que los guardias le hicieron el barquito peruano: “Te atan de pies y manos con las esposas y quedas toda doblada, los viejos con Itacas pegándome y yo ahí preguntándome ¿Qué hago acá? Ni que fuera criminal”. Además de la violencia recibida, Maxim decide denunciar por las condiciones del lugar: “los baños estaban podridos, te hacían bañarte con agua helada; traté de buscar mi fuerza en Dios y saber que después de la tormenta siempre sale el sol”.

Su reingreso al Complejo, se debió a un altercado con su padre por hacer fiestas en la casa, estando ella en libertad condicional.

-¿Cómo fue transitar el reingreso y cuánto tiempo estuviste?

-Esa vez ya estuve en un pabellón separado, me tenían aislada por ser una mujer trans. Les pedí tener otro horario para el momento del baño porque tenía miedo de que me pase algo. La primera vez decidieron cortarme el pelo, a la segunda forcejié y me defendí del director porque le molestaba que yo use bombacha, ¿Por qué yo iba a dejar de usar bombacha? Esto fue así hasta que un degenerado me pide fotos en bombacha. Robé la tarjeta de memoria y presenté en Canal 10 la denuncia con las fotos que me sacaron, también estaban las botellas de fernet que se encanutaban. Fue un siete de febrero, están los videos por si querés buscarlos. Gracias a Dios pude hablar y decir en las condiciones que nos tenían ahí adentro.

Ahí es cuando su padre le ofrece un terreno y comienzan a construir la casa juntes, “tener un lugar donde caer muerta”, me dice ella entre risas, porque su papá le había ofrecido el terreno o una fiesta para su cumpleaños. Ese año cumplía diecisiete (17); “me fuí a trabajar a Mina Clavero hasta que me llamó mi papá y me dijo: ‘ya te pude comprar el techo’. Así armé mi casa y ahí ocurrió todo esto, de que el tipo vino y me quiso apuñalar. Lo denuncié en la radio para que quede el precedente, porque no me quisieron tomar la denuncia en la Policía de Sarmiento, ni en la de Villa Dolores, ni en Fiscalía”, cuenta indignada.

-No pretendo tocar mucho más de todo lo que ya se habló del caso en los diferentes medios. Lo que sí, fueron diez años de venir denunciando, ¿Hubo un antes y un después de ese proceso? ¿Cómo fue tu vida en todos estos años?

-¿Cómo explicarlo? Ya pase por el dolor, ya lloré, grité, me puse loca. Después de estos diez años he aprendido a sanar un poco y a dejar que la vida se encargue de aquellas personas que me hicieron el mal, de quienes me arruinaron realmente la vida. Gracias a Dios, quedé dentro de todo bien, sigo con dolores de cabeza, tengo esta parte de la cabeza hundida -señala la parte izquierda de su cara-. En su momento dolieron, pero tuve que seguir adelante. Que Dios los perdone, porque yo no y Él algún día los va a castigar. Muchos ocultaron por miedo y los entiendo, pero hubieran dicho realmente cómo pasó. El tipo sale como que no me pegó, acá hubo plata de por medio o droga y si la ambición les va a ganar, allá ellos.

Esperar diez años para que esto se pueda dar y al tipo le dan 2 años y 8 meses por el conflicto con la policía. Salió impune de la justicia carnal que tenemos, pero de la justicia divina no sabemos, esa es la que espero.

“Tuve que gastar muy mucha plata en atención médica y levantarme emocionalmente fue muy difícil por todo lo que me pasó, pero acá estoy. Estoy haciendo un millón de cosas, como cine para niños, atender un comedor, tengo una comparsa, terminé la escuela, hago muchas cosas por mi pueblo, las hago de corazón y es lo que me permite sanar”.

-¿Quiénes te acompañaron durante este tiempo?

-Mis hermanas, amigas, parientes, también mi abuela quién me enseñó a ser fuerte, a luchar por mis sueños, a salir adelante. Ella con una sonrisa de oreja a oreja le seguía apostando a la vida, y si ella lo podía hacer ¿por qué yo no? Soy una persona positiva que busca sacar lo malo y ver que me depara más adelante. Aprendí a desenvolver la vida. Obvio que cada tanto estoy mal, pero no soy de demostrarlo, soy alguien que busca sacar adelante a las otras personas, a veces también necesito que me saquen adelante a mí, aunque no lo digo, sé que se dan cuenta y lo valoro.

“Hay que aprender a solidarizarse con la otra persona, ponernos en el lugar del otro. Pienso que nacimos sin nada y nos vamos sin nada, por eso hay que saber compartir”.

Agustina, me dicen Chora. Profe de psicologia, pronta licenciada. Escribo y soy mi propia empleada cocinando.

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