Por 6to año consecutivo se realizó la Jornada en Defensa del Ambiente y del Buen Vivir, en el Congreso de la Nación y con la apertura de María José Lubertino, presidenta de ACDH (Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos).

Frente a cientas de mujeres que llegaron de todo el país, se brindó homenaje a la líder indígena y feminista, Berta Cáceres, y Lubertino expresó “seguimos haciendo este evento nacional y federal, traemos los temas de la tierra, los problemas que ocurren en distintos lugares de la Argentina, en todas sus diversidades y damos espacio a trabajar juntas y sororamente ante cada conflicto, en cada problema, tratando siempre de buscar soluciones, y de impulsar y de incidir en políticas publicas para que haya justicia social, de género y ecológica”.

“Somos una red ecofeminista que atravesamos distintos partidos, distintas geografías, y hoy recibimos las voces de mujeres de todo el país. Nos preocupa y nos aqueja la pérdida de la biodiversidad. Venimos bregando  hace muchos años por la Ley de humedales, la Ley de la propiedad comunitaria de la tierra, por Ley de envases. Planteamos que necesitamos un cambio de paradigma y modelo, más humano y sostenible.

En un año electoral, queremos generar incidencia en quienes van a gobernarnos, y porque nos preocupa escuchar incluso de ministros o el mismo Presidente que los motores para la salida de la Argentina van a ser el litio o el petróleo de Vaca Muerta y la agroindustria, justamente en esos puntos creemos que eso tiene que ser un debate ciudadano profundo. Poner temas en agenda de perspectiva ecofeministas y generar soluciones. No queremos cosmética verde, queremos construcción con la ciudadanía”, destacó la referenta.

Durante el encuentro se realizó un homenaje a la líder hondureña Berta Cáceres, asesinada en 2016 por luchar contra el avance petrolero, y se entregó el premio que lleva su nombre a la antropóloga Leda Kantor, quien acompaña a las comunidades del Chaco salteño desde los años 90. 

Al recibir el reconocimiento, la antropóloga explicó que las comunidades que integran los siete pueblos originarios que habitan en Tartagal se hallan amenazadas por “los grandes avances de la frontera agropecuaria”. “Queremos decirles que estas compañeras y compañeros no solo ven que están terminando con su monte, sino que también están siendo fumigados”, aseguró.