Lo que el agua nos dejó, Argentina inundada y en colapso

Las inundaciones en Anisacate, Bahía Blanca, Tucumán, San Juan, Salta y Ciudad de Córdoba, ocasionaron pérdidas de vidas y materiales, evacuaciones y destrucción parcial de las ciudades. La recurrencia de estos fenómenos producto del colapso climático, genera incertidumbre y crisis en una sociedad argentina que gestionó, una vez más, su propio resguardo.

Para el papa Francisco, “la realidad es superior a las ideas”, pero ¿Cuál es esa realidad en Argentina? En este momento: inundaciones, crisis económica y el sistema de obras públicas desfinanciado.

Si en la antigua Roma el mito de que Nerón se quedó tocando la lira mientras el imperio ardía, sirvió para denostar su alterada realidad, al punto de construir el Coliseo después del incendio; en el caso de la sociedad argentina, las decisiones de un gobierno con la percepción alterada, son la realidad.

El primero de marzo, el presidente abrió las sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación. A través de cadena nacional comentó que no es cierto que la obra pública genere trabajo, debido a que se financia con “impuestos o con emisión monetaria o con deuda” y que esto a su vez, “genera impuestos y no genera puestos de trabajo”. Además de vitorear que despidió 40 mil empleados dentro de la gestión pública. 

Las dos semanas posteriores al discurso presidencial trajo consigo un temporal, donde todo lo anunciado por cadena nacional cayó por su propio peso.

Una de las primeras tormentas con ráfagas de hasta 90km/h ocurrió en la localidad de Anisacate, en el Valle de Paravachasca, Córdoba. 120 milímetros en un lapso de 6h. Luego, tuvo lugar en Bahía Blanca la tormenta más devastadora, con 400 milímetros. La misma cantidad que se prevé en 4 meses de lluvia, cayó en tan solo un par horas. Dejó miles de evacuados, gran parte de la ciudad bajo agua y alrededor de 20 muertos.

Otras provincias afectadas fueron Tucumán, San Juan, Salta y Córdoba capital, con alrededor de 120 a 150 milímetros. El fenómeno climático ocurrido en las distintas provincias guarda un resultado similar: localidades inundadas. Debido a que las condiciones hidrográficas no están preparadas para desviar el cauce ante una repentina crecida.

El colapso climático que oscila entre fuerte sequías; la deforestación (producida en el 95% de los casos por personas); y las intensas lluvias en pocas horas, genera por un lado, la incertidumbre de quienes habitan los territorios por el riesgo inminente que significa la pérdida de flora y fauna; y por el otro, la recurrencia de este tipo de fenómenos que están emparentados con una policrisis que se agrava con la aceleración del capital.

Autoría a quien corresponda / Tucumán bajo agua

Colapso climático in-evitable

Si bien es cierto que estos temporales no son inéditos, ya que cada época tiene su localidad inundada, como Córdoba en el 2000, Santa Fe en el 2003 o La Plata en el 2013, lo alarmante es la frecuencia reiterada con la que suceden. Sin ir más lejos, en diciembre de 2023 y enero de 2024, las provincias de Bahía Blanca y Córdoba, tras un temporal, sufrieron fuertes daños.

Según la tesis publicada en 2012, de la investigadora del Conicet, Paula Zapperi, la inundación en Bahía Blanca se produjo porque la ciudad se encuentra ubicada en la cuenca inferior del canal Maldonado y del arroyo Napostá. Dos cursos de agua clave en el sistema de drenaje local. Lo que al estar ubicada en esta cuenca baja, las aguas se acumulan rápidamente en la ciudad ante lluvias intensas.

Esto, sumado a la geografía del terreno, agrava la situación, ya que el escurrimiento generado en áreas más altas, erosiona calles sin pavimento y transporta sedimentos hacia zonas bajas, bloqueando los sistemas de drenaje existentes. A su vez, el crecimiento exponencial de construcciones inmobiliarias reduce los espacios naturales de absorción, incrementa el volumen de escorrentía superficial y dificulta el correcto drenaje del agua hacia el mar.

Por su parte, el periodista y comunicador cordobés, Gastón Areco Bravo, informó que las inundaciones en zonas de la Ciudad de Córdoba, se debieron a que el 58% de la mancha urbana esta a menos de 1km de las cuencas que atraviesan la capital, y el 30% de las zonas urbanizadas están en áreas de alto riesgo de inundación. En estás zonas viven alrededor de 200 mil personas.

Con que lluevan 100 milímetros en pocas horas en la cuenca baja del Suquía, donde no hay un lago San Roque que contenga, el río puede llegar a una creciente extrema que podría inundar casi 400 manzanas”, comenta Bravo.

De igual modo, como en el caso del partido bahiense, la gentrificación de zonas urbanas, en donde se construyen edificios con nulo seguimiento de estudios de impacto ambiental, genera mayores probabilidades de que el agua no drene.

Autoría a quién corresponda / Córdoba bajo agua

Costo político y social

Bajo el pretexto de poner fin a las obras públicas, el Gobierno Nacional se desentendió de las inversiones en infraestructura y equipamiento para prevenir situaciones de riesgo, ante el inminente colapso climático. Mientras tanto el presidente recurrió una vez más al Fondo Monetario Internacional, a pedir un préstamo para pagar la deuda contraída por el mismo organismo.

Podríamos volver a escribir que somos vulnerables: lo que se da por sentado no existe. Y que todo puede explotar a cada momento. Y que tendremos que rearmarnos. Y que Estado y sociedad se tendrán que dar tregua”, escribe Leandro Beier para revista Panamá.

Lo paradójico es que en el afán de desguazar todo financiamiento en políticas públicas, los hechos cotidianos le demuestran al votante libertario que la gestión se equivocó y que el costo anímico y económico lo paga el indemnizado con su fuerza de trabajo.

Un informe realizado en 2016 por el Banco Mundial, estimó que, entre los desastres naturales ocurridos en Argentina, las inundaciones representan el 94% de todos los daños económicos y un 96% de la población afectada. Esto, en números de gastos por las pérdidas materiales, significa alrededor de un 3 al 4% del PBI.

Con ese enfoque, y a pesar de ciertos avances, el organismo estimó que cerca del 28 % de los argentinos aún vive en zonas propensas a inundaciones, lo que no sólo amenaza su seguridad, sino que también empuja a muchas de ellas a la pobreza.

Fotografía por AFP / Bahía Blanca bajo agua

¿El pueblo salva al pueblo?

A partir de lo sucedido, miles de personas se solidarizaron con los residentes de Bahía Blanca, quienes durante la noche del día lunes recibieron al “Tren Solidario” que llevó 250 mil kilos de mercadería para los damnificados. Sin embargo, la responsabilidad de tener que rearmar toda una ciudad no debería recaer en la población civil. Pasado el quinto día del temporal, el presidente apareció y la respuesta de los bahienses fue de abucheo y descontento.

Lo más probable es que Javier Milei no haga más que tocar su propia Lira, creyendo que eso “no fue tan así”, como supo contestarle a Luis Majul, ante el aumento de los precios. Mientras, los ciudadanos trabajan para reparar las pérdidas; pelean con las inmobiliarias que pretenden llevar a juicio a quien no pague la multa por rescindir el contrato, y claman porque llegue “alguna buena nueva” después de tanta pálida.

Fotografía de portada: registro de cómo quedó Bahía Blanca

Profesora y licenciada en psicología (UNC). Me dicen Chora. Editora de Género y de lo que se presente.

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