Hace poco más de quinientos años, desembarcaron los primeros colonos españoles. De manera intencionada o de casualidad, poco importa. Ese arribo tuvo un propósito claro: la apropiación de tierras, siendo para ello necesaria la extinción y prohibición de las comunidades nativas por medio de la represión y la violencia.
Persistiendo a los avances del colonialismo, la industrialización y el desalojo de sus propias tierras, ubicándose cada vez hacia las periferias, es como lxs habitantes de la comunidad indígena comechingona “Hijos del Sol” ha sobrevivido durante siglos, logrando que su cultura trascienda por vía oral y luego por los registros escritos.
Como compartió Juana Manuela López, o Juani, la Casqui Curaca y mujer trans de la comunidad a Enfant Terrible, “no es la vida que uno quisiera”, al momento de contar sobre el hostigamiento que viene recibiendo su comunidad desde hace tres semanas aproximadamente.
Pero ese hostigamiento cruzó un límite hace algunos días. A través de un comunicado en redes sociales, Juani denunció que ingresaron a sus territorio para robarle a herramientas para la manutención del mismo, como la maquina soldadora, alargues y hasta un tanque de agua. Además, como si fueran amenazas mafiosas, le dejaron un cuchillo debajo de su almohada y toda su ropa interior manoseada y rota.
“Soy la única que vive en el territorio. Por eso es una situación compleja porque estoy vulnerable y se aprovechan de esa oportunidad”, compartió Juani.
La Comunidad Indígena Hijos del Sol con Personería Jurídica del INAI N° 088, se encuentra asentada en el territorio ancestral y sagrado de quien fuera el Cacique Vultán, situado a 6 km de Capilla del Monte en la zona rural de Dolores (San Esteban), Valle de Punilla, Córdoba.
“La finalidad es por las tierras. Es un loteo de hace muchos años. Se hizo en un lugar que era un asentamiento, un sitio arqueológico de memoria comechingona. Es una reserva natural por la cantidad de especies nativas de flora y fauna. Igual, es un supuesto, no lo sabemos aún pero ya tenemos la experiencia de historias pasadas y nosotras nos ponemos en alerta”, comenta Juani.
Los primeros registros del pueblo son de hace 12 mil años y la extensión del territorio llegaba hasta Tarija (Bolivia) ya que provienen de descendencia de la cultura milenaria Ayampitín. Aunque se puede hablar de una cultura Comechingón, como tal, a partir del año 500 d.C. No por nada insisten en mantener viva la memoria de sus ancestros a través de los relatos históricos de sus tradiciones, prácticas y culturas.
Antes de la colonización, sus estilos de vida y contacto con la naturaleza poco tenían que ver con la explotación de la tierra, la propiedad privada, la distribución de tareas y las posiciones jerárquicas según las categorías de género. El sincretismo y la mezcla de culturas fue provocando que cada vez más se impusieran lógicas de tradiciones europeas o anglosajonas a través de la fuerza, la prohibición y la extorsión.
Así el uso de la violencia como mecanismo de control ha mantenido a la comunidad en estado de alerta constante, ya no sabiendo qué tanto de lo sucedido tiene que ver con un hecho aislado o una amenaza real de desalojo.
Gentrifica que algo quedará
De las 48 hectáreas con las que contaba el territorio, sólo 8 están bajo personería jurídica, a la espera de que le den los títulos de propiedad. Es lo que lxs mantiene en estado de alerta, pero las condiciones concretas en las que se encuentra el país en la actualidad, dejó a Juani prácticamente sola al cuidado del territorio.
“Nos tratamos de acompañar pero es difícil dada la situación económica. Tejemos redes con otras comunidades hermanas, con otros vecinos que nos acompañan. La idea es contar con mayor participación”, compartió Juani.
“Estas situaciones suceden porque algunos de los comuneros por circunstancias de trabajo, salud o familiares, no pueden estar habitando el territorio. Justamente es lo que venimos reclamando y con estas políticas se amplían cada vez más estos factores, más cuando se envalentona hacia las mujeres y disidencias de las comunidades”, reflexiona Juani.
Sus amedrentadores saben que lo que le afecta a ella, le afecta al pueblo-nación en su conjunto. Saben también que esos “ataques de desgaste”, como llamó la travesti defensora de los derechos humanos, Ivana Aguilera, a los ataques y persecuciones parciales hacía poblaciones vulnerables, terminan generando un estado de malestar en donde la única opción siempre parece ser la del exilio.
“Si creemos en la persecución porque a otrxs hermanxs también les sucede, no sé si específicamente me pasa por ser trans. Es una conjugación de cosas, es sobre los territorios y los negocios inmobiliarios”, destacó.
Por último, insistió en que “tomemos la iniciativa de estar alerta, porque pensamos que puede ser un avasallamiento contra el territorio o puede ser un robo de cualquier persona, pero como es todo tan puntual, es que especulamos con esa idea. Sentimos que volvimos a esos tiempos en que estuvimos perseguidos y amedrentados”.
Para conocer un poco más a Juani se puede hacer consultando nuestra nota: Juana Manuela López: primera autoridad comechingona transgénero