Toda aquella sangre en la escalera del Palacio
Jorge Demetrio Cárdenas yacía a las puertas del Congreso, desangrado pero vivo, aunque los medios dijeron lo contrario hace veinte años. Una de las fotos que dieron la vuelta al mundo como símbolo de la represión y del abismo al que Argentina se asomaba en 2001 como corolario de diez años de políticas neoliberales.