Lula da Silva asumió ayer como presidente de Brasil en una ceremonia acompañada por más de 300.000 simpatizantes. El mandatario de 77 años encara su tercera presidencia luego de haber pasado 580 días en prisión por un presunto caso de soborno en la megacausa Odebrecht que finalmente resultó ser falso.

En su discurso pronunciado en el Congreso, el líder del PT destacó que pretende"gobernar para los 215 millones de brasileños" y que "a nadie le interesa un país en pie de guerra". En la ceremonia de traspaso llevada a cabo en el Palacio del Planalto, fue Aline Sousa, una mujer referente de la comunidad afro la encargada de entregarle la banda presidencial ante la ausencia del presidente saliente Jair Bolsonaro, que huyó a Estados Unidos. Sousa fue acompañada por el cacique Raoni Metuktire de 90 años, líder del pueblo Kayapó; además de un metalúrgico, un profesor, una cocinera, un hombre con parálisis cerebral, un artesano y un niño.

El flamante presidente de Brasil, dijo en su discurso de asunción que pretende "construir la democracia" de su país "sobre bases sólidas". En este sentido, anunció que se va a reunir con todos los gobernadores de los Estados brasileños "para definir prioridades", "estructurar un nuevo pacto para generar empleos" y "buscar recursos" para financiar estos cambios.