La fe en tiempos de crisis

Las iglesias populares y los santos aparecen como dique contenedor frente a lo más brutal de la crisis. En ocasiones hasta se entrelaza la institucionalidad con lo pagano, como vínculo comunitario. No es necesario entender la fe, sino atender a su rol entre los más postergados

Por Cocó Polinari Sabattini para Enfant Terrible

Argentina tiene una larga experiencia en religiosidad popular. El 2001 dejó una gran huella de militancia por parte de curas villeros, y en los últimos años, la figura del papa Francisco construye un puente entre la fe y la rebeldía.

Los pilares fundamentales que distintas iglesias y pastores han atendido en las crisis políticas, sociales y económicas, yacen en el hambre y las adicciones. La realidad ha mostrado que, ya cuando había presencia fuerte del Estado, estos pilares escapaban de las posibilidades de ser saldados. Hoy, con un gobierno que lleva el vaciamiento estatal como bandera, son problemáticas que se profundizan y aún son las distintas iglesias y sus feligreses, quienes aparecen para cubrir estas necesidades a través de una ayuda misericordiosa.

Aquí es menester poder diferenciar la actividad de quienes encuentran en la fe un espacio comunitario, de la institución y sus aberraciones. Son conocidas las polémicas que recaen sobre la Iglesia Católica, que en nuestro país van desde golpes de Estado, participación en dictaduras, corrupción de menores y explotación. Pero también existen espacios que responden a la idea de «dar la vida por el otro», siendo este otro un sujeto político que al día de hoy es desplazado, rechazado y perseguido por el Estado.

En los últimos tiempos, el despojo de la moral general ha sido tal, que, por inercia, la fe ha aparecido como respuesta ante la búsqueda de un futuro mejor, que al día de hoy no tiene consonancia con la realidad que atravesamos. Aquí se presentan dos salidas comunes. Por un lado, las distintas iglesias populares que no se ponen a dirigir al pueblo, sino que lo escuchan y acompañan. Por otro, las entidades y santos populares que presentan una cercanía identificatoria, santos que dan trabajo, que resuelven problemas, que curan a los enfermos, que acercan un techo o un plato lleno, y que por esto mismo, reúnen ciudadanos que crean redes solidarias y encuentros entre pares.

7 de Agosto de 2024, Día de San Cayetano en Córdoba. Foto: Julio Pereyra para Enfant Terrible

Opiosición

En marzo de 2024, la Comisión de Justicia y Paz, que depende del episcopado católico, lanzó un comunicado donde realizaba un análisis sobre la situación social, económica y política. Allí criticaban la insensibilidad de las autoridades al efectuar el ajuste, denunciaban la cultura del odio y pedían diálogo político para la búsqueda de consensos.

Desde ese momento advertían: “un clima de altísima fractura social, la polarización con reiteradas expresiones de 'alegría' en las redes sociales frente a dramáticas situaciones de despidos, con una agresividad social que encuentra en los dispositivos móviles y ordenadores un espacio de ampliación sin igual”.

El organismo católico tomaba datos para sostener sus críticas, demostrando que no mantienen una lejanía con la realidad y que analizan el impacto de las medidas: “con preocupación y sensibilidad la persistente caída de los salarios del sector público (25%) y privado (19,3%)”. Y agrega que “más aún nos preocupa que el shock de ajuste haya recaído sobre la cuenta de 'Jubilaciones y Pensiones contributivas' (a valores reales: -38,1% interanual) que, por su magnitud, explica un tercio del recorte, registrándose una gravísima disminución de los ingresos de jubilaciones y de prestaciones de salud y de discapacidad”. 

Aquel documento -que pronto cumplirá un año y sigue vigente en sus lineamientos- remarcaba el peligro de los permanentes recortes sobre ámbitos de gestión de políticas públicas, con problemáticas de riesgo para los derechos más elementales, como el acceso a la educación o la salud, extendiéndose incluso a necesidades primarias como la alimentación misma. En ese sentido, visibilizaban la situación en los comedores populares que comenzaban a recibir un aumento de usuarios y a su vez baja de provisión de alimentos.

7 de Agosto de 2024, Día de San Cayetano en Córdoba. Foto: Julio Pereyra para Enfant Terrible

Por otro lado, la figura del papa también marca el camino en este sentido. Ya desde la desigualdad que se comenzaba a profundizar en la post-pandemia, Bergoglio le hablaba a los ciudadanos sobre el rol de las iglesias latinoamericanas y el de los pastores. En una extensa entrevista brindada en el año 2022, que tenía como eje la crisis política, social, económica y comunicacional, Francisco dejaba reflexiones sobre lo que él cree necesario para entender las necesidades del pueblo.

“La periferia nos hace entender el centro. Podrán estar de acuerdo o no, pero si vos querés saber lo que siente un pueblo, andá a la periferia. Las periferias existenciales, no sólo las sociales. Andá a los viejos jubilados, a los chicos, andá a los barrios, andá a las fábricas, a las universidades, andá donde se juega el día a día. Y ahí se muestra el pueblo. Los lugares donde el pueblo se puede expresar con mayor libertad. Para mí esto es clave. Una política desde el pueblo que no es populismo. Respetar los valores del pueblo, respetar el ritmo y la riqueza de un pueblo”. Allí mismo, también era crítico con los colegas que profesaban la palabra de Dios desde el castigo y no, desde el perdón y la solidaridad.

Puede verse entonces que en la Iglesia Católica más formal sigue vigente una línea solidaria, que busca mantener la misericordia y el abrazo como columna vertebral. Es interesante también tener instituciones que abordan la crítica política con datos y vivencias, no solo desde discursos moralizantes lejanos a la realidad diaria, que, en palabras de Bergoglio, muestran una severidad que no le pertenece a Dios.

Desde otra perspectiva, los Curas en la Opción por los Pobres también tuvieron durante el 2024, una fuerte presencia en oposición al gobierno de Javier Milei, acompañando manifestaciones de despedidos estatales y marchas como la del 24 de Marzo.

Al cumplirse un año del gobierno, hicieron público un documento donde acusaron al presidente de gobernar “a fuerza de decretos y vetos”, justificar medidas con “números siempre falseados”, generar “hambre creciente” en la población, promover “la ley de la selva en nombre de una falsa libertad” y entendiendo que, a pesar de ser elegido legítimamente “quien realmente ganó fue el poder económico concentrado”.

Las duras sentencias de los curas que encabezan misiones en villas y barrios postergados de todo el país, se presentaron como una síntesis, sin lenguaje encriptado, cercano, crítico y con una profunda reflexión sobre el rol religioso en este contexto político. A su vez, hacia nombramientos a sectores políticos que se mantenía al margen, por ejemplo: “Mientras la CGT piensa si amenaza con discutir de evaluar si acaso convenga indicar que preparará la posibilidad de insinuar con pensar un paro”.

También supieron remarcar: “No hay respeto a las disidencias, no hay condenas al genocidio en Gaza, no hay cuidado y protección de la Madre Tierra, no hay defensa de las mujeres víctimas ni atención a la cultura. El retiro (del Estado) es sistemático y grave”, siendo esta última una crítica tan actual como certera.

El pronunciamiento llevó el nombre de una cita del Evangelio: “Nadie puede servir a dos señores, porque odiará a uno y amará al otro; no se puede servir a Dios y a Dinero”.

7 de Agosto de 2024, Día de San Cayetano en Córdoba. Foto: Julio Pereyra para Enfant Terrible

Lo popular 

Otra arista del rol social de la fe en el contexto de crisis, es la reivindicación de aquellos santos populares, algunos beatos y otros aún no reconocidos oficialmente por la Iglesia, pero que encarnan una concepción más mundana del milagro y ubican en su existencia la posibilidad de una vida más digna. Desde San Cayetano, que responde al pedido de «Paz, Pan y Trabajo», el Cura Brochero, hasta figuras que responden más a la cuestión pagana -que entrelazada a la fe y la devoción a Dios- como lo son el Gauchito Gil o la Difunta Correa. 

La acción de rezar ocupa tiempo en los hogares con necesidad. Cuando la realidad material no demuestra posibilidades, es la creencia en algo mejor lo que otorga pulsión de vida, para atravesar una cotidianidad hostil. No es necesario entender la fe, si no entender su rol en una sociedad que se encuentra postergada, y que día a día somete a las personas a una existencia individualista, viciada y atravesada por el sacrificio.

El 8 de enero, como cada año, miles de devotos peregrinan a Mercedes, Corrientes, para acercarse al altar de Antonio Mamerto Gil, “El Gauchito”, y desde hace un tiempo también lo hace la Iglesia Católica de Goya para acompañar el camino. Este año publicaron la carta «Salve ¡Oh Cruz!, única esperanza» donde junto con los jóvenes proponen centrarse en Jesucristo, siendo una iglesia en salida misionera. En los días previos, al comenzar enero, se dieron misas en honor al Gauchito, en el espacio donde se construye el Templo de la Santísima Cruz, las cuales fueron acompañadas y transmitidas por el Gobierno Municipal de Mercedes.

Compete a cualquiera que tenga un interés genuino por el otro, la aceptación de la fe como motor solidario. De lo contrario, se construye un sesgo ideológico que nos aleja de las herramientas reales que hacen andar a las comunidades que reciben el golpe más duro de este gobierno y de las crisis todas. Es, tal vez, a través del perdón divino y la paciencia, que llega por medio de la esperanza, lo que nos puede acercar entre hambreados que aún creen en el hambreador al que votaron. No hay formas reales de reconstruir el país desde un resentimiento, y es allí, donde la solidaridad y la misericordia deben calar y levantar puentes. De lo contrario, quedamos encerrados en el privilegio de no haber necesitado nunca de un milagro para poder vivir, comer y seguir.

Somos el equipo de redacción de Enfant Terrible: el resultado de millones de años de evolución aglutinados en este irreverente existir.

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