El rock y los pibes de Malvinas que jamás olvidaré

A 41 años del inicio de la Guerra de Malvinas nos proponemos reflexionar sobre en que andaba el rock en aquel momento. Contradicciones, gestos heroicos y una gran paradoja son piezas destacadas de este rompecabezas que pueden leerse en clave presente.

¿Por qué volver a la Guerra hoy? 

Puede más la indiferencia de tu gente

que la bala más voraz del enemigo,

hubo menos Héroes muertos en el frente

que en el campo de batalla del olvido.

Y allá quedaran eternos centinelas

sin relevo esperando que algún día

sin que corra sangre vuelva la celeste y blanca

a flamear sobre esas tierras argentinas.

Héroes de Malvinas (2010) - Ciro y los Persas

Pensar Malvinas es (re)pensar, entre otras cosas, la cuestión de la soberanía, nuestra historia, nuestra identidad. Basta mencionar la campaña de los últimos meses por romper el cerco de la propiedad privada del magnate Joe Lewis al Lago Escondido en la cual se dice “Las Malvinas son argentinas, Lago Escondido también”. 

Es indudable que la Guerra de Malvinas de 1982 sigue siendo un acontecimiento con mucho peso presente. Las Islas expresan un símbolo de argentinidad. Actualmente también en recitales y canchas se sigue cantando “el que no salta es un inglés” cántico de origen en aquella experiencia bélica. Es más, el hit del momento Muchachos (si, sigue vigente el hitazo)empieza diciendo “En Argentina nací / Tierra del Diego y Lionel / De los pibes de Malvinas / Que jamás olvidaré”.

La Guerra de Malvinas, iniciada el 2 de abril de 1982, generó una masiva sensación patriótica de que esas islas son nuestras y las debemos recuperar de la ocupación inglesa. Más allá de la manipulación que hiciera el gobierno militar esto quedó anclado en el corazón y en la conciencia colectiva del pueblo argentino.

Incluso en Inglaterra la guerra dejó una marca en algunos músicos. El caso más emblemático quizás sea el de Roger Waters quien fuera interpelado por el conflicto bélico y diera testimonio en el disco de Pink Floyd The Final Cut de 1983. 

Queremos expresar que la Guerra de Malvinas no es solo un acontecimiento histórico del pasado sino una situación que continua “quemando” por estos días. Por eso, en estas lineas intentaremos problematizar la relación del rock con la Guerra haciendo foco en el “Festival de la Solidaridad Latinoamérica”. 

Un trauma y/o una paradoja: el rock y la Guerra

Los ghurkas siguen avanzando, los viejos siguen en TV

Los jefes de los chicos toman whisky con los ricos

Mientras los obreros hacen masa en la Plaza

Como aquella vez, como aquella vez

Si querés escucharé a la B.B.C

Aunque quieras que lo hagamos de noche

Y si quieres darme un beso alguna vez

Es posible que me suba a tu coche

Pero no bombardeen Barrio Norte

No bombardeen Buenos Aires (1982) - Charly García

Lo que sucedió con el rock durante la guerra sigue siendo un tema discutido. Evidentemente es una cuestión compleja y requiere salir de falsas polarizaciones, respuestas simplistas rápidas y grietas ficticias. 

En primer lugar, la relación entre el rock y la Guerra queda marcada por la prohibición de la difusión de la música en inglés. Si bien nunca existió un decreto formal al respecto, desde el gobierno militar conducido por Galtieri se realizó una "sugerencia" a los medios de comunicación para que eliminaran de sus programaciones la música de habla inglesa y se les dé prioridad a artistas locales. Esto llevó a incrementar los ritmos de producción y de consumo cultural de nuestra música. De allí que el rock (que previamente había sido censurado en múltiples ocasiones) dejó de ser un objetivo central de la persecución de la junta militar. Se podría decir que el régimen planteó una relativa tregua momentánea al enemigo interno para enfocarse en enfrentar al externo como plantea Romina Zanellato en su libro Brilla la luz sobre para ellas.

Sin embargo, sería equivocado pensar que los militaron pasaron de perseguir a apoyar al rock. La ideología que dominaba aquel gobierno fue expresada por el abogado Carlos Manfroni que a lo largo de 1983 publicó artículos en la revista Cabildo bajo el título de Rock y subversión donde relacionaba al rock con la homosexualidad y la guerrilla. Este personaje hasta el día de hoy continúa enunciando ese tipo de ideas. Lo hizo hace unos años como asesor de Patricia Bullrich en el cargo de subsecretario de Asuntos Legislativos del Ministerio de Seguridad durante la presidencia de Mauricio Macri y actualmente lo sigue haciendo como escritor de libros y artículos para medios como La Nación.

No sería correcto afirmar que el gobierno militar empezó a simpatizar con el rock con la Guerra de Malvinas. La mayoría de la cúpula militar seguía pensando lo mismo: detestaba a ese movimiento que movilizaba a parte de la juventud. No obstante, justamente por esta situación, el gobierno debió flexibilizar algunas de sus medidas autoritarias porque buscaba acercar jóvenes simpatías a su empresa bélica. 

El rock convocaba a una porción de ese segmento etario mayoritario en los contingentes que marcharon a las Islas. Algo similar sucedió con la hermandad hacia la región. Los militaron nunca creyeron en una Patria Grande, pero en la operación de propaganda a favor del gobierno de facto a través de la guerra se empezó a expresar mensajes “a favor de la unidad latinoamericana y en contra de todo lo que tuviera un sesgo inglés o probritánico”.

Mucho se discute sobre si con la difusión de la música nacional la Guerra permitió crear un público y mercado para el rock. Hay datos que indican que el conflicto bélico ofreció una posibilidad de despegue inusitada a este movimiento que igualmente venía creciendo. Por ejemplo, entre 1982 y 1983 prosperaron la cantidad de grabaciones, shows y seguidores del rock en todo el país. Esta puede ser una paradoja: la lamentable situación de la guerra género una oportunidad para la música nacional, incluso para artistas que venían siendo perseguidos y perseguidas por el régimen. En este sentido, revistas especializadas llegaron a hablar de “1982: el golpe del rock” o “La hora del rock nacional”.

De toda esta particular y contradictoria situación, quizás la expresión más característica haya sido el “Festival de la Solidaridad Latinoamericana” de mayo de 1982. 

El Festival de la Solidaridad Latinoamericana 

Nos han invitado

A un gran banquete

Habrá postre helado

Nos darán sorbetes

Han sacrificado jóvenes terneros

Para preparar una cena oficial

Se ha autorizado un montón de dinero

Pero prometen un menú magistral

El banquete (1982) – Virus

El 16 de mayo de 1982 se realizó en las canchas de rugby y hockey de Obras Sanitarias el “Festival de la Solidaridad Latinoamericana”. El club cedió el predio y quienes tocaron lo hicieron de manera ad-honorem. El evento contó con la participación de casi todas las figuras más relevantes del rock nacional: Ricardo Soulé, Edelmiro Molinari, Dúo Fantasía, Dulce 16, Pedro y Pablo, Pappo, Rubén Rada, Juan Carlos Baglietto, Piero, Zas, Litto Nebbia, Spinetta, Nito Mestre, León Gieco, Charly García y David Lebon. La asistencia de público se calcula entre 60000 y 70000 personas. Además, el recital se transmitió en directo por canal 9 y dos radios, FM Del Plata y FM Rivadavia.

El festival fue organizado por Oscar López, Daniel Grinbank y Pity Irruñigarro, quienes en aquel momento manejaban la carrera de las personalidades más conocidas del rock. La consigna del evento era colaborar con ropa y alimentos para los soldados que estaban combatiendo en las Islas.

Se puede afirmar que este evento dejó una huella destacada en el rock de nuestro país e incluso, puede ser considerado como uno de los momentos simbólicamente más críticos de su historia junto con el incendio de Cromañon en diciembre del 2004. A todas luces es un nodo de conflicto en el análisis histórico de la cultura rock argentina.

Frente a un acontecimiento así, es conveniente salir de visiones simplistas. Por un lado, es de destacar que  luego de años de hostigamiento, por un momento la juventud pudo disfrutar reunirse sin temor a las consecuencias. Sin embargo, tampoco consideramos que se pueda tener una actitud acrítica. Incluso, participantes revisaron su presencia como es el caso de Leon Gieco quien se declaró arrepentido en 1998. Él había cantado “Solo le pido a Dios” durante su espectáculo representando un hito destacado de aquella jornada. También ese momento fue utilizado como ejemplo del sentido más general que se le dio al evento desde el escenario donde se articuló un mensaje centralmente pacifista y no bélico. No obstante, persisten muchas polémicas en relación a este festival y el régimen militar: ¿Hubo complicidad de las bandas? ¿Y del público?  

La mayoría de artistas del festival se oponía a la guerra. Aunque el gobierno esperaba despertar el apoyo hacia el conflicto y a pesar de infinitas contradicciones, el resultado de la jornada es que terminó prevaleciendo el llamado a la paz. No obstante, es indiscutible que lo recolectado no llegó a las Islas con lo cual en aquella fecha se consumó una gran estafa.

Sin juzgar la participación de quienes se hicieron presentes parece importante destacar quienes se negaron a ser parte haciendo carne una actitud de dignidad atronadora. En estos pocos casos podemos mencionar a Los Violadores, a la familia Vitale y a Virus. Los primeros, de perfil punk - anarquista cuestionaron el evento y unos años después, en 1985, dejaron en claro su postura con el tema Comunicado 166 donde gritaban “La gran batalla ha terminado / el pueblo convocado / a la plaza ha llegado. / Quiere saber la situación / pero ese día al balcón nadie se asomó. / El borracho se cagó!”. Por su parte, los hermanos Moura criticaron al festival en diversas ocasiones. En una suerte de respuesta, ellos cantan por eso días El banquete. Estos casos están destacado en el libro de Juan Ignacio Provéndola llamado Rockpolitik.     

En síntesis, el festival refleja contradicciones y tensiones más generales de aquel momento. Estas pueden ser vistas al interior del mundo del rock, pero también en la cúpula militar. Como ya mencionamos los militares no simpatizaban con la juventud rockera y dar lugar a una jornada como la del 16 de mayo les implicó muchísimos debates internos. Tanto en ese momento como en el presente, la significación del evento puede ser vista como motivo de disputas y motor de numerosos debates. 

Malvinas hoy

Estoy en guerra desde que acabó la guerra

Vendiendo recuerdos que nadie quiere recordar

Yo no quiero mendigar, yo me lo quiero ganar

Todos pasan y me miran con lástima

No me mires más

No me mires más

Nada me dejó la patria

Me fui quedando a un lado

Estoy harto de vivir para sobrevivir

Usted ahora me pregunta: ¿de qué me estoy quejando?

Y yo, ¿qué puedo decir?

Soy del dos de abril

Soy del dos de abril

2 de abril (1995) - Ataque 77

La Guerra de Malinas terminó el 14 de junio de 1982 cuando el gobierno militar firmó su rendición y aceptó la derrota. Un saldo lamentable: 649 muertes argentinas. Sin embargo, este dato terrorífico es solo parte de las graves consecuencias del conflicto bélico. Algunas de estas continúan en el presente. Los veteranos y las veteranas son pilares en mantener viva la memoria en clave actual. En este humilde texto pretendemos aportar en ese sentido, desde algunos elementos que nos habilita la historia del rock.

Por un lado, el debate general sobre la del rock y los poderes, pero también el particular sobre el rock y su complicidad o su no complicidad con la dictadura es un irresuelto. En este caso específico, es evidente que el rock creció durante el periodo de la Guerra y que la medida militar de prohibición de la música de habla inglesa representó una gran oportunidad para la música local. Empero, hablar del rock como secuaz de la empresa bélica de la dictadura parece una afirmación poco creíble. En su mayor parte, el rock fue pacifista y opositor al régimen militar. Comprender contradicciones y destacar algunas actitudes heroicas no puede hacer perder de vista el posicionamiento claramente mayoritario.   

La dictadura intentó utilizar a artistas porque comprendía que el rock interpelaba y movilizaba a un sector relevante de la juventud, pero posiblemente le haya salido “el tiro por la culata”. De esta situación es el movimiento artístico quien salió fortalecido y no así el gobierno de facto. Un mes después del “Festival de la Solidaridad Latinoamérica” el gobierno tuvo que terminar la Guerra y un tiempo después, los militaron se vieron obligados a dejar el gobierno y convocar a elecciones. Por su parte, el rock quedó fortalecido, masificado. 

Quedan dudas sobre si la cultura rock en nuestro país eligió la actitud correcta en cada caso y como cada artista vivenció las tensiones del momento. Quizás haya que asumir que la historia del rock fue y es contradictoria como lo es la vida misma. También que estas reflexiones son más ricas si no quedan en mero repaso histórico y se proponen adquirir un valor para pensar el presente y el futuro. Y por último, como no decirlo en este día: la Guerra de los Malvinas sigue siendo una herida abierta por lo cual se siguen buscando caminos soberanos porque las Islas fueron, son y seguirán siendo argentinas.  

Sociólogo. Doctorando en antropología. Investigando sobre "rock, sociología y política" y "estudios del trabajo", centralmente en relación a la economía popular. Militante popular.

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