El día que sobrevoló el megáfono

Foto: Infodefensa

Cuando atravesamos procesos que generan mucha ansiedad nos enfrentamos a una fenómeno bastante particular, la 'desrealización'. Este fenómeno suele emerger en dichos procesos y su premisa es simple: la ansiedad puede generar un estado marcado por la sensación de irrealidad.

Ayer un helicóptero sobrevoló la ciudad con un mensaje en altavoz. Con voz magnética y la pedagogía que la constituye, "la Policía recuerda a todos los ciudadanos que deben permanecer en sus casas para evitar el contagio de Coronavirus". El mantra de aislamiento obligatorio, las políticas sociosanitaria dispuestas por el gobierno de Alberto Fernández ante la pandemia desatada por el COVID-19.

La extrañeza tuvo su punto cúlmine en un momento que parecía estar menguando la sensación de aislación. El acostumbramiento pudo hacer más amena esta constante espera, el deseo flagelado por la obligatoriedad -pertinente quizás, pero no menos conflictiva-.

La sensación era tan 'setentosa' como un comunicado de las Fuerzas Armadas en los días de plomo. No es sorpresivo que ese megáfono esté comandado por la Policía Federal. Las condiciones ciertamente son diferentes a las atravesadas en los años 70, pero no deja de resonar -altisonante pero igual de incómoda- la idea de que la historia ocurre dos veces: primero como tragedia, luego como farsa.

El aislamiento obligatorio lleva a ciertas encrucijadas, insoslayables por el mismo devenir social de nuestra existencia. El 'policiamiento' de aquello que era cotidiano hoy nos devuelve una imagen extraña, más allá de que se puedan comprender -o no- ciertas medidas de precaución en términos epidemiológicos.

Media cuadra, un policía, DNI, destino y lugar de residencia. La escena se repite incontables veces, casi siempre en el mismo orden. Alguien pasa caminando con un barbijo, nuevamente la sensación de irrealidad.

Se hacen las 21 y la gente aplaude. A quiénes no está claro: la policía, el ejército, personal sanitario. Nadie quiere preguntar a qué se aplaude por el mismo hecho que todas las personas asumen que aplauden a lo mismo: un intento de comunidad tal vez. Puede que solo sea la necesidad de ventilar los propios miedos. Puede que solo seamos hijxs del rigor.

Somos el equipo de redacción de Enfant Terrible: el resultado de millones de años de evolución aglutinados en este irreverente existir.

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