Freestyle en Córdoba: la hermandad después de la batalla

Dos pibes agarraron los micrófonos, y se empezaron a tirar con palabras, un uso del vocabulario hiper rápido. Pero no solo eran frases, eran gestos, era una búsqueda o provocación del cuerpo del otro. Un recorrido por la competencia de Freestyle Sinescritura por Emi Urouro para Enfant Terrible

Por Emi Urouro

Un sábado de mayo me encontré con Lucía Vittorelli para asistir a mi primera batalla freestyle. Nos conocimos en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, ella estaba haciendo su tesis sobre estas competencias, y conocía las plazas donde se improvisa al ritmo del beat.

“Amiga, le acaba de putear a la familia o me pareció a mí”, le pregunté a mi compañera. Soló una carcajada y no me respondió. O sea, sí, se agredían, se agitaban, todo con el lenguaje.

Recuerdo que llegué al teatro Griego, ubicado en el Parque Sarmiento de la Ciudad de Córdoba. Como estamos en pandemia, y en ese momento también, había barbijos y distancia social: un evento al aire libre al que llegué de noche, tarde pero seguro.

Me costó encontrarla -porque uso lentes y estaba lleno de gente, dentro de los límites permitidos por el protocolo sanitario- estaba con sus amigas y  amigos. Saludé, me senté y empecé a escuchar.

Ah, me olvidaba, todo esto transcurre en el marco del evento llamado “Sinescritura” que originalmente se hacía en la Plaza de la Intendencia, pero a partir de conflictos con la policía - en el marco de la emergencia sanitaria- los chicos que organizaban la batalla se contactaron con la Municipalidad para pedir otro lugar para soltar sus rimas.

Antes de la pandemia esta competencia de freestyle y rap se hacía sábados de por medio, pero ahora, la crisis sanitaria ha postergado esa dinámica.

Parecía el Coliseo. La gente que miraba la batalla de free agitaba los brazos al mismo tiempo, abucheaban, celebraban. La verdad, yo no entendía bien qué pasaba, pero me gustaba ser parte, me costó meterle sincronía a mis brazos: iba en contramano.

El teatro tiene gradas de cemento bastante amplias, por lo que mantener la distancia social no fue un problema. Eso me llamó la atención: cómo se cuidó a la cultura, al permitir que el evento se haga presencialmente, sin descuidar la salud de quienes mirábamos. De hecho había personas que estaban en la organización que velaban por el buen uso del barbijo: "Ponetelo, acá podés estar pero si te cuidás".

Ahora volvamos sobre el Sinescritura. Quería entender porque después de decirse todo, los pibes se abrazaban. Y para eso, busqué a Lucia Vittorelli, licenciada en Comunicación Social, becaria Doctoral de CONICET-Instituto de Humanidades (UNC-CONICET)- y maestranda en Antropología (FFyH-UNC).

La rivalidad acerca más de lo que distancia

“Las personas que ven por primera vez estas competencias o batallas resaltan el aspecto agresivo de estos encuentros, el conflicto o los insultos que se dicen unos jóvenes a otros. Sin embargo, este formato de competencia, enfrentamiento y disputa mediante rimas improvisadas, es parte integrante de la forma en que estos jóvenes producen sociabilidad y construyen subjetividad”, me explicó Vittorelli.

Entonces, después de decirse que no son buenos, que van a perder, que tu novia, tu novio, que tu hermano, hermano, que tu vieja tal cosa ¿Queda todo ok? Al parecer si.

La confrontación es una forma más de interacción, de intercambio de saberes y opiniones, donde se forjan relaciones de amistad, compañerismo, amorosas y de reconocimiento

“El formato de competencia elegido por estos jóvenes es una forma de encontrarse y celebrar ser jóvenes, sus gustos musicales, sus anhelos y sueños artísticos, pero sobre todo de divertirse. Al contrario de lo que la gente piensa, la rivalidad espectacularizada de las batallas acerca más de lo que distancia. Como me decía una jurada: Es una competencia pero fuera de la competencia no había competencia”, profundizó la entrevistada.

Improvisación divino tesoro: según Vittorelli, este aspecto es el que genera más entusiasmo y euforia por parte de quienes asisten o siguen competencias por internet. En esa práctica queda expuesta la creatividad y la capacidad mental del competidor/a para elegir y ajustar las palabras, y seguir el ritmo de la base musical, buscando dar un mensaje dirigido al contrario. Aprender a rimar es un proceso que conlleva la incorporación de información y palabras para ampliar el vocabulario, el conocimiento de recursos propios del rap como la estructura, métrica, barras, flow, entre otras.

Lo que pasa en la batalla se queda en la batalla

Ahí estaba yo, por primera vez viendo una competencia de freestyle, para colmo la noche estaba hermosa, parecía primavera, y había una energía que no puedo describir pero que me gustó tanto que ahora estoy escribiendo sobre esa noche.

Otros dos pibes pasaron, rapearon sobre unas bases de música y uno ganó, creo que el que tiró la rima más potente, la más aplaudida, la que más descolocó al oponente. Hay palabras que te dejan sin aire, que te tiran una posta sobre la vida que quedas recalculando. Igual, para darme cuenta, le consulté a mi amiga quien había ganado.

Miré a mi alrededor y la gente estaba estallada. En la grada de arriba tres amigos comentaban las frases, decían quién debería haber ganado.

A mi me dicen una décima parte de lo que escuché en esa competencia, y se arma la gresca. Pero acá, se abrazan y celebran entre competidores/as ¿Por qué pasa esto Lucía?:

“Hay acuerdos tácitos entre los competidores quienes entienden que al hacer freestyle se dicen cosas que no necesariamente el competidor las piensa o las cree, sino que tienen que ver con la expresividad en el momento, un estado donde fluyen las palabras una tras otra, buscando ser rimadas con ingenio. Por eso se dice que lo que pasa en la batalla se queda en la batalla, lo que allí acontece pertenece al plano de la euforia del momento y es entendido de esta manera por los competidores y organizadores de las competencias”.

En la competencia hay hermandad, esta práctica es autogestiva y colaborativa. La investigadora me explicó que en Córdoba, son jóvenes, en su mayoría varones, quienes organizan competencias en las plazas de sus barrios o en las céntricas, de manera periódica (semanal o cada quince días)-esta configuración se daba antes de la pandemia y de las actuales medidas de restricción a la circulación-.

Vuelvo a esa noche en Teatro Griego. Estaba muy sorprendida, movía los brazos cada vez más en sintonía con la gente, y tiraba unos “oh oh” cuando una frase me pegaba en el cora. Y de nuevo, el abrazo post batalla verbal, el choque de manos, la risa cómplice.

En relación al punto anterior, Vittorelli resaltó el carácter colaborativo entre estos jóvenes que establecen relaciones de amistad y hasta hermandad con quienes asisten a las competencias.

Terminó la competencia, hubo silbidos desde las gradas, aplausos, corría un viento suave que revolvía las hojas de los árboles, una noche dónde conocí como las juventudes expresan sus sentimientos, piensan y definen diferentes temáticas. Espero que pronto se repita la experiencia.

Somos el equipo de redacción de Enfant Terrible: el resultado de millones de años de evolución aglutinados en este irreverente existir.

Te puede interesar

El aguante

Bancá el periodismo de base, cooperativo y autogestivo

Para hacer lo que hacemos, necesitamos gente como vos.
Asociate
Cooperativa de Trabajo Enfant Terrible Limitada.
Urquiza 1740 7A, Córdoba.