Discriminación ancestral: de Napalpí hasta nuestros días

Este mes de julio se cumplieron 96 años de la masacre de Napalpí. Aquel asesinato indiscriminado que terminó con la vida de 700 hombres, mujeres y niños Qom y Mocovíes fue perpetrado por un comando militar-policial y civil. Lejos de la reparación histórica, la inclusión y el respeto por nuestros pueblos originarios, la cacería y la discriminación siguen siendo una práctica cotidiana, como evidenció el ataque policial a la familia Qom del barrio de Fontana algunas semanas atrás. De Napalpí a nuestros días las reminiscencias coloniales y racistas de la Argentina criolla y europeizada continúan instaladas en el seno de nuestra sociedad

El 19 de julio de 1924 un contingente de gendarmes, policías, y estancieros criollos y europeos armados perpetraron una de las masacres más infames y olvidadas de la historia argentina. La masacre de la Colonia Aborígen Napalpí que en lengua Toba quiere decir "cementerio". Aquella reducción indígena fue instalada en el actual departamento 25 de Mayo en la provincia del Chaco.

Napalpí fue hasta la segunda década del siglo XX una toldería misérrima donde vivían en un principio 400 indígenas Qom y Mocovíes. Fue conducida e inaugurada por el periodista y ornitólogo Enrique Lynch Arribálzaga, de origen vasco en 1911. Hacia 1924 daba cobijo a casi 1500 indígenas que trabajaban en condiciones de esclavitud en los ingenios azucareros del norte argentino.

Juan Chico descendiente de la etnia Qom cuenta en el documental "Napalpí, relatos de una masacre" que la persecución y genocidio contra los pobladores ancestrales del norte se inició a finales del siglo XIX -con la conquista del desierto-. Sin embargo, a diferencia del total exterminio que sufrieron los pueblos de la patagonia y el sur, en el norte fuimos esclavizados como mano de obra en los ingenios azucareros y forestales.

El periódico local Heraldo del Norte describió la masacre así: Como a las nueve de la mañana, y sin que los inocentes indígenas hicieran un solo disparo, los policías hicieron repetidas descargas cerradas y enseguida, en medio del pánico de los indios (más mujeres y niños que hombres), atacaron. Se produjo entonces la más cobarde y feroz carnicería, degollando a los heridos sin respetar sexo ni edad.

En apenas 40 minutos, 130 hombres blancos, algunos de ellos civiles criollos, y colonos europeos asesinaron a decenas de familias enteras. Los sobrevivientes de esa jornada fueron pasados a cuchillo y la cacería de quienes lograron escapar se prolongó durante semanas al interior del Impenetrable chaqueño. El saldo oficial fue de 700 víctimas, aunque probablemente fueran más, pues los huesos de las fosas comunes donde fueron arrojados se exhumaron en 2010.

Discriminación ancestral

El pasado 10 de junio en el barrio de Fontana, en el departamento de San Fernando, la misma policía del Chaco que encabezó la masacre de Napalpí hace casi 100 años protagonizó otro acto aberrante. Seis efectivos irrumpieron en el domicilio de una familia Qom sin orden judicial, derribaron la puerta, golpearon salvajemente a toda la familia y secuestraron a cuatro adolescentes con la excusa de que "habían robado".

Los jóvenes fueron torturados al grito de "indios infectados". Les rociaron alcohol y amenazaron repetidamente con prenderlos fuego. Dos de los detenidos eran mujeres que sufrieron violencia sexual durante el secuestro en comisaría. La justicia local tardó casi dos semanas en ordenar la derención del cabo Cristian Eduardo Foschiatti, el sargento Cristian Omar Benítez, el cabo Cristian Ariel Flores y del agente Orlando Sergio Cabrera. Apenas dos semanas pasaron detenidos y todos ellos están actualmente en libertad.

Pareciera que de Napalpí a nuestros días las reminiscencias coloniales y racistas de la Argentina criolla y europeizada continúan instaladas en el seno de nuestra sociedad.

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