Qatar 2022: el fútbol forma parte del mundo

El próximo mundial de fútbol que se disputará en Qatar a partir de noviembre arrastra grandes polémicas. Por un lado, porque el país sede penaliza y condena la homosexualidad, y este aspecto genera gran rechazo social. Por otro lado, por la muerte de miles de obreros que construyeron o remodelaron los estadios, mediante las cuales se denunció el incumplimiento de los derechos humanos.

Nadie podría decir que, a esta altura, la discriminación hacia las personas LGTTTBIQ+ da lo mismo. Es cada vez más frecuente que ante estas situaciones el rechazo social sea fuerte y despierte deseos de mayor igualdad y respeto. Así se encara el próximo Qatar 2022: en un mundo que está cambiando y del que el fútbol forma parte.

A mediados del año pasado, cuando el destacado arquero alemán Manuel Neuer usó su cinta de capitán con los colores del orgullo poco antes de disputar un partido en Hungría. ¿Por qué lo hizo? para posicionarse en solidaridad con el colectivo, tras la aprobación de una ley educativa que discrimina y criminaliza la diversidad sexual impulsada por el gobierno de Viktor Orbán.

A pesar de la resistencia de muchos jugadores a involucrarse en estos temas, actitudes como la de Neuser son cada vez más recurrentes. El arquero recibió mucho apoyo desde el mundo deportivo por esta acción y no fue penalizado por la UEFA

De cara al mundial de Qatar numerosas organizaciones y militantes de la comunidad LGTTTBIQ+ vienen expresando su preocupación por las denuncias de violaciones a los DDHH de que es objeto la sede del mundial.  Nasser al-Khater, miembro del Comité Organizador del mundial se comprometió "garantizar la participación de cualquier persona" en el evento. Expresó que su país es "abierto para todo el mundo" y atribuyó las denuncias a "prejuicios culturales".

Sin embargo, la comunidad ya fue alertada al decir que "no se permitirán muestras de afecto en público" (norma que supuestamente rige para heterosexuales de igual modo) y hace unos días, confirmó que se confiscarán banderas del orgullo por “la seguridad” de quienes la porten

Si bien la organización de mundiales y otros eventos de esta magnitud corren tras el afán de “tapar” ciertas realidades, permiten a su vez, conocerlas. Sin ir más lejos, el mundial de Rusia 2018 abrió debates similares y, en alguna medida, sirvió para que pudiésemos conocer la persecución y la violencia hacia gays, lesbianas, travestis y trans en dicho país. Además, visibilizó la existencia de campos de concentración “para homosexuales” en Chechenia. 

Las competencias deportivas son, indudablemente, otro territorio de disputas políticas. A lo largo de la historia, competidores de olimpiadas, mundiales y copas han aprovechado para protestar, denunciar o expresarse políticamente sobre ciertos temas. Como así también, han servido para lo contrario: tapar atrocidades, lavar caras y sacar provecho por parte de los intereses dominantes. Esto demuestra que los eventos de este tipo no están aislados del mundo social, cultural y político del que formamos parte y es por esto que siempre habrá lugar para tensiones.

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