Entrando a un nuevo aniversario para conmemorar el Mes y Día Internacional del Orgullo a 44 años de la Revuelta de Stonewall, en esta nota Wala Deasis reflexiona, problematiza y cuestiona las “mitologías de origen”. “'La libertad es un músculo a ejercitar' nos decía la Maite Amaya. Y antes de Stonewall ese músculo venía ejercitándose, incrementándose en fuerza”.
Marsha Johnson (izquierda) y Sylvia Rivera (derecha) en la Christopher Street Liberation Day March, 1973. Foto: Leonard Fink
Suelen no gustarme las mitologías de origen que adjudican a una sola persona el inicio de una revuelta, de una revolución. Pienso que esa operación en la narración no nos permite reconocer que la bronca venía incrementándose poco a poco hasta llegar al punto de ebullición. Nuestras antepasadas nos enseñaron que el veneno se arroja junto a otras, que nunca es una, en todo caso es de una en una, pero siempre son varias.
Me gustan los relatos que nos permiten imaginar a aquellas anónimas que sumaron una chispa y encendieron el fuego, para esta vez volar lo más alto que pudieran. Esas travestis, mariconas, tortas, trabajadoras sexuales, racializadas que estuvieron dispuestas a destruirlo todo para volverlo a hacer, pero esta vez con imágenes que hablaran de ellas.
“La libertad es un músculo a ejercitar” nos decía la Maite Amaya. Y antes de Stonewall ese músculo venía ejercitándose, incrementándose en fuerza, en cada desobediencia, en cada desacato, en cada gesto de insumisión frente a la crueldad policial. Partículas mariconas que desataron el Big Bang.
Sylvia Rivera dice en una entrevista que a ella le adjudicaron ser la primera en arrojar una bomba molotov en la revuelta de Stonewall, sin embargo insistió en señalar que no fue la primera, sino la segunda. Se corrió de ese relato para permitirnos pensar que había una otra con la misma rabia, con el mismo músculo furioso que se adelantó para arrojar la primera bomba molotov que dio inicio a nuestra mitología de origen. Junio de 1969- la revuelta de Stonewall. Gracias a ellas tenemos nuestro movimiento de liberación. ¡Griten putos, griten!
Sylvia dice que no fue la primera, sino la segunda, y yo imagino que fueron muchas otras las primeras. Antes, durante y después, cualquiera sea el punto temporal desde el cual narrar. Porque nuestra historia vuelve a comenzar las veces que sean necesarias.
A 54 años de la revuelta de Stonewall, hay que volver a (des)montarnos para hacernos saber que si fuimos traicionadas, nos escabulliremos entre las fisuras de una historia que deberá volver a narrarse. Sobre todo esas historias coloridas de orgullo que fueron beneficiarias de algunxs pocxs, mientras las otras seguían en la cárcel, como también lo denunciaba Sylvia Rivera.
Una historia que deberá volver a narrarse para una vez más provocar disturbios que pongan en jaque hasta el nombre propio. Una historia que debe volver a escribirse en la necesidad de incendiarlo todo, asumiendo, como lo retrató la Perlongher, que mientras algunxs ríen, bajo las matas y en los pajonales, sobre los puentes y en los canales siguen habiendo cadáveres…
¿Hasta dónde las élites revolucionarias estuvieron dispuestas, exigidas por las circunstancias, a modificar las jerarquías sociales y plasmar un igualitarismo difundido a partir de la retórica revolucionaria?
¿Qué se discute cuando se habla de una EPEC como posible Sociedad Anónima? ¿En dónde se pone el foco del tema energético frente a la actual coyuntura? ¿Qué nos dicen la historia y la experiencia de otras SA?